Froilán, el cerrajero de Buena Vista, en Las Tunas

Las Tunas.- Cuenta su hermana Iris que Froilán Cruz Núñez es un orgullo para su familia y por muchas razones: su constancia, ética y rectitud ante la vida. Pero no solo es su familia la que tiene esa opinión porque sus clientes lo ven como alguien en quien se puede confiar, en un oficio en el que el cerrajero siempre tiene la llave, con todo lo que ello puede suponer.

Y para él, que es decir Froilán, "es el cerrajero la persona más honesta y responsable de un pueblo, incorruptible por demás.

"A mi taller han llegado para que yo les haga una llave que traen calcada en un jabón, una plastilina o un papel, pero qué va, a mí no me cogen para eso. Nunca lo he aceptado... y me han propuesto buena cantidad de dinero".

Cerrajero no es cualquiera, aunque sea capaz de hacer una llave. La honestidad y la responsabilidad constituyen una regla de oro de ese oficio al que Froilán le ha dedicado más de 40 años, en los que cuenta la astronómica cifra de unas 500 mil llaves hechas por sus manos de artesano, y esa memoria que le posibilita conocer hasta el sonido de uno de esos mecanismos, desarmar, armar, determinar dónde va cada pieza.

La invención de la cerradura se atribuye a los chinos y a los egipcios, y después la utilizaron los asirios y los griegos. Por ello, es una de las formas más antiguas de la ingeniería de seguridad. Es un oficio, un arte, generalmente aprendido por herencia y transmitido de persona a persona, mientras que otros conocimientos se adquieren de manera empírica.

Froilán, el cerrajero de Buena Vista, en Las Tunas

"No, yo no tengo herencia de cerrajeros en mi familia. Me formé porque me resultaba impresionante, misterioso y sobre todo difícil; y como me gustan los retos, las metas altas, pues me empeñé y mira, ya son 40 años, que no son pocos.

"Mi mayor satisfacción es abrir una caja fuerte cerrada por cualquier motivo. Ahí sí hay que hilar fino porque esa es una técnica muy especializada, muy difícil de aprender y hay que practicar mucho. Uno siente una alegría indescriptible cuando logra abrir uno de esos mecanismos".

Los cerrajeros tienen la responsabilidad de los recursos de la población en sus manos; de ahí la honestidad que debe prevalecer, la responsabilidad porque la gente confía en ellos, una máxima de este hombre amable, educado y servicial.

A Froilán le preocupa que el cerrajero desaparezca con el tiempo porque cada vez son menos los que se dedican a esas labores; por eso, ha creado su propia escuela allí, en su pequeño tallercito aledaño al policlínico Gustavo Aldereguía, donde cada día sus manos de artesanos, de artista, le brindan una satisfacción enorme a quienes han perdido una llave o tienen problemas con un candado o un llavín, esos pequeños instrumentos que le dan paz a las personas.

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