La obra Clowncierto, de Teatro Tuyo, devino expresión desde el arte de una preocupación colectiva que conmina a la introspección y cambios necesarios.

Las Tunas.- La cultura es ecosistema vivo, complejo, variopinto y vital para la sociedad. No entenderlo así es olvidar las palabras de Fidel cuando en el IV Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) dijo que es "lo primero que hay que salvar", por ser "escudo y espada de la nación". Ahondar en el significado de esas frases y, luego, hacer de ello filosofía de acción desde la cotidianidad, constituye necesidad y urgencia, máxime en tiempos tan complejos.

Hablamos de funciones que van desde la formación de la identidad hasta el incentivo a la participación ciudadana, la inclusión social y el valor axiológico que convierte al ser humano en mejores personas, lo que se traduce en una mejor sociedad. Eso es tan importante que no podemos darnos el lujo de descuidar, ni siquiera un poco, los procesos culturales.

Sabemos que en la provincia el sistema institucional relacionado con el arte se encuentra muy deteriorado (el estado de instalaciones teatrales como la sala Blanca Becerra, la "Raúl Gómez García" y el cabildo San Pedro Lucumí, por ejemplo, así lo demuestra). Apreciamos en cierto modo que los máximos directivos de Cultura en el Balcón de Oriente denotan sensibilidad y sentido de pertenencia, aunque haya que insistir más en la capacitación de los cuadros, la idoneidad, el fortalecimiento de alianzas y el diálogo constante.

Sin embargo, esos y otros problemas latentes aquí rebasan en gran medida al sector. Según datos ofrecidos por Darlenis Urquiola, directora de Cultura en la provincia, el plan de la economía con el que disponen hoy para cubrir lo inherente a la esfera en los diferentes municipios es de 184 millones de pesos, y eso, cuando se desglosa entre pagos a los artistas, reparación, mantenimiento y demás prioridades, no resulta cuantía suficiente. Somos una provincia deficitaria, y ello afecta todas las ramas.

Solo el 11,6 por ciento se destina a la programación, lo que no satisface la demanda de artistas y públicos, o sea, "la Matemática" parece no poder resolver la enrevesada ecuación.

Al decir de la directiva, pronto reabrirá el teatro Tunas como complejo cultural, con carácter polivalente, que incluye seis espacios bien diseñados, que van desde sala pequeña para realizar una actividad hasta café bar y otras sorpresas; esperemos por la calidad de tan esperado oasis. En otras palabras, se está trabajando, pero la solución no debe quedar ahí.

Más allá de estadísticas y presupuestos recortados, que son reales y limitan obviamente, hay cuestiones que transitan por la subjetividad humana. Varios artistas del territorio se han pronunciado en diferentes espacios (balances de determinada organización, reuniones, redes sociales...) por la necesidad de un mayor acompañamiento institucional y gubernamental. Hay que escuchar más a la vanguardia intelectual, ¿qué mejor termómetro social que ella? La desmotivación y el éxodo de no pocos creadores de la localidad (bailarines, actores, músicos...) son bombillos rojos de que algo está fallando. Y, ¿qué es? ¿Solo el presupuesto? ¿No fallan el diálogo frecuente, la respuesta oportuna, ese calor humano que demuestra que importan...?

He escuchado varias veces, desde múltiples catarsis, conjugaciones al estilo de "cómo me gustaría ver más a nuestros dirigentes del municipio y la provincia en ambientes culturales"; "mi colectivo con este resultado nacional y no he recibido ni una felicitación o un post en Internet de quienes nos representan"; "llevo años pidiendo lo mismo y no me han dado respuesta...". 

Nadie tiene que molestarse por lo aquí expuesto, toda obra humana es perfectible y esto amerita de una construcción colectiva, porque hablamos de un tema que nos interesa a todos, e, incluso, de prevenir males mayores. No en balde en la reciente Asamblea Provincial del IV Congreso de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), Lizzete Martínez Luzardo, directora general de Políticas Culturales del Ministerio de Cultura, nos conminó a evolucionar en términos de gestión, ir a diferentes espacios (incluido al sector no estatal) para ampliar la programación, tomar decisiones en colectivo, pensar cómo atender mejor a los artistas y lograr más participación en las actividades, para que el auditorio no se componga solo de creadores, sino de públicos diversos.

Por su parte, Rafael González Muñoz, presidente nacional de la AHS, reafirmó la necesidad de mayor acompañamiento institucional y gubernamental en los procesos creativos, la importancia de las alianzas para obtener resultados superiores, usar mejor el presupuesto atendiendo a las jerarquías del sector y lo imprescindible que resulta revisar el Programa de Desarrollo Cultural (concebido hasta el 2030), con la intervención de los creadores.

Esta semana, en conferencia de prensa, Ernesto Parra (líder de Teatro Tuyo) dialogó -con la presencia de directivos de instituciones afines- sobre nuevas acciones que aportarán al espíritu e intelecto de la población. Pero en sus palabras también hubo dolor por varias razones que deben escucharse, además, por los máximos dirigentes del territorio.

Una cofradía que tanto ha prestigiado a la provincia y la nación, con numerosos lauros, que ha dado vida a una Escuela Nacional de Clown, a un Taller Internacional de Payasos (que perdimos), a una compañía infantil y a tantas cosas, que nos ha situado en el mapa cultural de Cuba, merece toda nuestra atención, o al menos oídos receptivos y manos dispuestas a posarse en el hombro. Cuántos ejemplos habrá debajo del tapete (por decirlo de algún modo) para que un director como él se cuestione si realmente interesa que el grupo permanezca aquí.

Y mientras el viento va y viene, quién restaura las horas de clases que perdieron este curso -por problemas de logística y otra índole- estudiantes de la academia clownesca (oriundos de Camagüey, Granma y Holguín), quién detiene al comején que se come la madera en la sede del colectivo escénico, cuándo darán mantenimiento a los aires acondicionados allí..., pero -sobre todo- cómo restaurar el alma que se rompe de a poquito a falta de respuesta y una coherente atención, aunque sea un "ahora no se puede por...".

Se trata de dialogar y encontrar alternativas, aprendiendo de experiencias en ciudades vecinas que demuestran ser viables, y para eso hay que escuchar más a los artistas en las diferentes instancias; demasiadas voces no pueden estar equivocadas. Por lo pronto, pensando, principalmente, en el público, Parra anunció que el 21 de junio, "con o sin condiciones idóneas", se retomará la programación del centro cultural Teatro Tuyo en el contexto del IV Encuentro Académico Clownclave, con participación de docentes y educandos foráneos.

Todo ello es la punta de un iceberg de inquietudes no canalizadas adecuadamente. Ojalá estas líneas sean interpretadas como lo que son: el eco periodístico que conmina al cambio útil y transformador, por el bien de todos.