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hormigas yelaine

Las Tunas.- Un nombre perfectamente escogido las define en sus idas y venidas vespertinas, son tres mujeres rodeadas de niños y niñas, que en ese acto de enseñar y aprender siempre resultan todos beneficiados. Hormigas rojas, laboriosas e indetenibles, suman ya alrededor de 20 años con esta compañía infantil que mucho enorgullece a la casa de cultura Tomasa Varona, en esta ciudad.


Aunque a diferencia de los insectos viven sobre la tierra, sí son una colonia perfectamente armónica, que bajo la égida de Iraida Williams Eugellés, Elizabeth Borrero Batista y María del Carmen Macfarlane Agüero desarrollan las habilidades de pequeños en el teatro, la música y la danza.
El propósito, coinciden las tres profesoras, es la formación ética, más allá de las captaciones según las aptitudes; se trata de que aprendan a desarrollar valores como solidaridad, honestidad, trabajo en equipo, disciplina y respeto. Ese poder transformador, ejercido desde el arte, debe repercutir en las escuelas y comunidades de donde provienen o se insertan nuestros pupilos, explica Williams Eugellés.
Para Borrero Batista es una faena muy hermosa que la obliga a la superación constante. “Resulta importante aprender a trabajar con las características de cada uno, porque no todos llegan a nosotros con la misma formación, y algunos poseen características especiales que nos obligan a buscar la mejor manera de enseñarles. Yo estoy muy feliz, porque cuando ‘devolvemos’ a quienes han estado aquí, llevan ya otras herramientas para el intercambio y el desarrollo social”.
Por estos días han redoblado esfuerzos para la presentación que mañana realizarán en la comunidad de San José, con motivo de la Jornada Cucalambeana del municipio de Las Tunas.
En los espacios de la “Tomasa Varona” se ve a María del Carmen Macfarlane con enorme paciencia y amor montar las coreografías, de modo tal que cada niña aprenda los movimientos según sus capacidades físicas. Ella desde el inicio se ha encargado de atender esta manifestación como parte de la compañía, y se regocija de conocer a tantas generaciones de discípulos.
De la disciplina y la constancia hablan estas décadas de quehacer artístico junto a “los que saben querer”, de ofrecerles espacio y cultivar en ellos el amor por la creación, que persiste aún cuando la vocación profesional los lleve por otros rumbos. La imprescindible conexión con las comunidades es visible, porque alcanza también a los padres, responsables de la custodia de los hijos y de su formación. Un eco que crece desde el respaldo del Centro de Intercambio y Referencia-Iniciativa Comunitaria (Cieric).
De esa hermosa contribución entre la cultura y la familia, capaz de buscar opciones para sobreponerse a las carencias materiales, nacen espectáculos dedicados, principalmente a preservar las tradiciones campesinas, la identidad y los genuinos valores de pertenecer a esta tierra.
Otra vez será la Cucalambeana pretexto para que, cual colonia incansable, las Hormigas Rojas presenten el fruto de su empeño, del cariño y las voluntades, que solo desde los sentimientos se puede lograr.