PIAL nos deja experiencias y resultados: los grupos de innovación, las buenas prácticas en la conservación de los suelos, el intercambio de saberes

Las Tunas.- Activo desde el año 2006, el Proyecto de Innovación Agropecuaria Local (PIAL) concluye sus acciones generales en la provincia, aunque deja una enorme huella entre los campesinos, productores estatales, profesores universitarios y otros actores.

Algunos mencionarán los recursos materiales, que han sido muchos y utilísimos. Y otros pensarán en las ferias expositivas que con frecuencia se presentaban tanto en la Universidad como en otros escenarios, siempre con una muestra de lo que se obtiene de la tierra cuando se le pone ciencia e innovación.

Pero, sin lugar a dudas, PIAL deja a los tuneros un amplio caudal de conocimientos, sustentados en la teoría y la investigación y avalados en numerosos recorridos e intercambios, encuentros prácticos, días de campo y generalización de experiencias.

Doctora en Ciencias Agrícolas Raquel Ruz ReyesEse ha sido el empeño mayúsculo de la doctora en Ciencias Agrícolas Raquel Ruz Reyes, quien coordinó la iniciativa y al cabo de tantos años se siente satisfecha por los resultados que acumula y la continuidad que tendrá en la producción de alimentos.

“Lo primero es que en la provincia están incluidos todos los municipios y en el país solo son 75. Además, aquí se crearon las plataformas multiactorales de gestión, que se anclaron a los gobiernos municipales y que contemplan 52 grupos de Innovación Agropecuaria Local.

“Es un proyecto de capacitación que se desbordó de la teoría y se extendió en aprendizajes para organizar la innovación. De hecho, las plataformas y los centros universitarios desempeñan un papel muy importante en la implementación de la Ley de Soberanía Alimentaria y Nutricional.

“PIAL nos deja experiencias y resultados. Por ejemplo, los grupos de innovación, las buenas prácticas en la conservación de los suelos y, especialmente, el intercambio de saberes, la articulación entre los actores y hasta el encadenamiento productivo.

“Desde el punto de vista práctico sobresale el cultivo de ajonjolí para obtener un aceite de probada calidad, la torta destinada a la alimentación animal, el manejo y la mejora de las razas de cabras y la introducción de nuevas variedades y clones resistentes a la sequía”.

A lo largo de los años, PIAL involucró 52 entidades, entre cooperativas de producción agropecuaria (CPA) y de créditos y servicios (CCS), unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) y unidades empresariales de base (UEB), en las que se aprecia su impacto en la diversidad de los productos agropecuarios destinados al consumo local.

Rafael Pérez Castro, presidente de la CCS "Mártires de Manatí"Uno de esos sitios es la CCS Mártires de Manatí, cuyo presidente, Rafael Pérez Castro, reconoció que “el proyecto vino a resolver los problemas de los productores, porque instruyó y propició el desarrollo de una amplia gama de renglones.

“Se incluye la garantía de semillas propias, el trabajo con las cabras y la generalización de nuevas técnicas de cultivo. Además, logró algo que nunca antes había ocurrido, ahora los estudiantes de carreras afines están también a pie de surco.

“Tenemos alumnos haciendo tesis e investigando. Aprenden ellos y aprendemos nosotros, porque mezclamos la teoría con la práctica. Hacemos Agroecología con barreras vivas, uso de la tracción animal y otras acciones, y eso repercute en más cultivos varios, carne y leche”.

PIAL estuvo financiado por la Cooperación Suiza para el Desarrollo (Cosude), y coordinado por el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas. Ahora concluye, pero los recursos adquiridos seguirán en las entidades productivas, los centros universitarios municipales y el Centro de Desarrollo Agrario de la Universidad de Las Tunas, según Ruz Reyes.

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