Ramona Molina Pérez, toda su vida dedicada a la Federación de Mujeres Cubanas

Las Tunas.- Cuando habla de su devenir en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Ramona Molina Pérez siente que narra la historia de su vida, sin separar el compromiso de la vocación, más bien como una amalgama de motivaciones que a sus 79 años de edad la siguen sacando de la cama, cada mañana, con retos puntuales. No son pocas las rutinas que la mueven, sobre todo por estos tiempos, cuando las cosas se eclipsan y "hace falta mucho entendimiento".

Es hija del municipio de Jesús Menéndez y desde muy jovencita, cuando decidió seguir la ruta marcada por Vilma Espín, tuvo la certeza de que guiar a la fuerza femenina de su comunidad no era más que un gran privilegio, uno que merecía ejercer hasta los últimos días.

"Aunque no lo crean, por mis años, sigo siendo con mucho placer la secretaria del bloque Clara Zetkin. Tenemos excelentes resultados en la emulación, pero no se debe al hecho de que soy fundadora y me conozco cada misión y estatuto. El éxito radica en que siempre me he hecho acompañar de las nuevas generaciones y ahí está el secreto, mezclar experiencia con las ideas claras de la juventud".

"FEDERADA PRIMERO"

Quienes la conocen confirman que no pasa un día sin estar rodeada de ese "relevo" que se ha encargado de pulir y a quienes dedica las mejores horas. "Se necesita paciencia para tratar con los demás, con las mujeres hacen falta buenas formas, tanto con las campesinas como con las letradas; respeto, cortesía, para que ellas se nutran de estos valores y los reproduzcan en sus hogares".

Dulce, sabia, llena de gentileza, Ramona prestigia la organización y se yergue como ejemplo para líderes en pequeños y grandes escenarios. Asegura que ya no tiene buena memoria, pero cuenta con emoción las jornadas en las que, con brazos fuertes, ponía el pecho a las demandas de los primeros años de la Revolución.

"Las federadas antes teníamos muchas metas, ahora también, y quizás más decisivas; pero cuando se fundó la FMC pusimos empeño en apoyar el proceso social y lo hicimos con amor, ese era nuestro momento histórico. Si nos convocaban a recoger algodón en una zona cercana a Vázquez, se laboraba duro y las muchachas asistían sin excusas, nadie creía ni en enfermedades y sabíamos que nuestro aporte contaba, que era importante.

"Asistíamos frecuentemente a trabajos voluntarios vinculados con la zafra azucarera por la relevancia que tenía para el desarrollo económico. Cuando nos avisaban ahí estábamos en plena madrugada. Recuerdo la motivación, el compromiso, fueron tiempos de mucha efervescencia".

                                                    CON EL BRÍO DE LOS PRIMEROS AÑOS

De su lucidez a toda prueba brotan las remembranzas de las fechas en que se fue a alfabetizar. Confiesa que pertenecer a la brigada Conrado Benítez ha sido una de las vivencias más gratificantes.

"Estuve en Playuela, que pertenecía al barrio La Lima en ese entonces y actualmente al municipio de Majibacoa. Éramos muy jóvenes y el magisterio se impuso de tal manera que salimos de allí con ideas nuevas y madurez para ejercer otras responsabilidades. Yo me decidí por el comercio y debo decir que aprendí el oficio, a esa esfera le dediqué más de 40 años".

De mozuela estuvo detrás del mostrador de una tienda, escuchando a la población, aprendiendo a lidiar con variedad de caracteres en días buenos y malos. Luego pasó a la Empresa Municipal de Comercio como divulgadora y más tarde se encargó de la protección al consumidor.

"Siempre llevé a la par el trabajo con mis obligaciones como federada, una no puede guiar a las mujeres en un escenario y en otro darles las espaldas a los reclamos de esta o sus familias. Tiene que haber coherencia y respeto.

"Con esas convicciones me desempeñé como delegada del Poder Popular, de 1995 al 2000. Ser presidenta del consejo popular El Batey marcó mi andar y tuve frutos, pero más bonito fue sentir que la gente confiaba en mí y que de mis esfuerzos dependía, en buena medida, su mejor desenvolvimiento.

"Para ser dirigente hace falta mucha empatía, ponerse de verdad en los zapatos del otro que acude a ti para presentarte un problema. Así digo con frecuencia, hay que tener 'luz', que es lograr el entendimiento porque una confusión puede hacer daño y separar a la gente en vez de unirla.

"Me duele que se diga por ahí que la FMC lo único que hace es cobrar la cotización y en eso tenemos que asumir nuestra cuota de culpa. Hay que ayudar a la comunidad, trabajar por los otros, inmiscuirnos en lo que haga falta. Ese es el consejo que doy a las arribantes, una federada no puede estar ajena a nada o se fallaría".

DE LA CASA TALLER

"Un buen día se me ocurrió que hacía falta incentivar más a los niños. En mi barrio me gusta ser útil. Me ayudaron muchas personas e hicimos en mi propia casa un taller cultural literario. Aquello fue sorprendente, al punto que talento que allí se manifestó luego fue reconocido en escuelas de arte.

"Y es que la comunidad necesita actividades, motivación y ganas de explotar las potencialidades. No hacen falta tantos recursos y sí mucha disposición y voluntad. Recuerdo que los compañeros de la Casa de Cultura organizaron y apoyaron las peñas. Acudía mucho público, las mujeres sentimos nuestro protagonismo y fue un espacio formador de las mejores actitudes.

"Como federada es obligatorio conocer tu terruño. Los valores brotan de las familias funcionales y eso hay que incentivarlo. Siempre he dicho que hay que luchar contra la apatía. En la casa taller vimos obras de teatro, escuchamos poesía, música, se mezcló con otras manifestaciones artísticas. Y compartimos en comunidad, que es lo mismo que en familia".

RETOS Y ESPERANZAS

A Ramona, el pasado diciembre le robó un pedazo casi físico del pecho, perdió a su compañero de cinco décadas y el dolor le robó las fuerzas, pero su impulso de ayudar la ha mantenido vital, con metas y esperanzas de incursionar en nuevos proyectos.

"A pesar de mi avanzada edad todavía alimento aspiraciones, quiero contribuir con el perfeccionamiento del quehacer de la FMC en la base, ahí donde hace falta fortalecer la organización. No se puede abandonar el trabajo, sobre todo, con las niñas y jóvenes. Como presidenta de la Comisión Electoral de la Circunscripción, hace años, tuve buenos resultados involucrando a las nuevas generaciones y este vínculo no debe perderse".

Aún se le ve muy activa, entra y sale de su casa tras la llamada del deber. Se desempeña como juez lego, misión que ejerce a la par de sus obligaciones en su estructura de base de la FMC. Comparte su cariño entre sus dos hijos y las familias de estos. Confiesa que está rodeada del afecto que engendró y es muy dichosa por tantas retribuciones.

Guarda en un rincón de su memoria y en un espacio del hogar muchas condecoraciones recibidas por su desempeño como federada, entre las que sobresale la Distinción 23 de Agosto. Pero al diálogo se muestra sencilla y expresa que no necesita ningún reconocimiento, porque toda la vida ha trabajado por amor, única luz que mueve sus pasos.

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