medicos opreanLas Tunas.- “La brigada sigue firme trabajando y alerta”, dijo desde Kenia, el doctor Alberto Felipe Rigñak Vaz. A él todo el mundo en su Jobabo querido lo conoce por El Checo, pero ahora este médico tunero tiene otro apelativo: Makori, que en lengua swahili significa hombre que camina por las calles o nacido en el camino.

"Es un golpe duro, un impacto en nuestras vidas que no creíamos pasara. Si antes rechazábamos al terrorismo, ahora que nos toca en carne propia, mil veces más”, comentó en exclusiva para 26 Digital a propósito del secuestro a inicios de abril de su coprovinciano Assel Herrera Correa y el villaclareño Landy Rodríguez Hernández.

Alberto Felipe ejerce de especialista en Cirugía Plástica Reconstructiva, Estética y de Quemados en el hospital estatal de Kisii, una urbe de más de tres millones de habitantes. Es una instalación con buenas condiciones materiales, pero que como muchas en Kenia, sufre por la ausencia de profesionales.

Adaptarse a una cultura diferente, confiesa, no fue fácil. “Los compañeros de trabajo kenianos al principio estaban un poco escépticos, sobre todo, porque somos blancos. Pero luego, con el día a día, ya somos una familia. Nos ganamos su respeto”, expresa.

El Checo siente y padece por sus pacientes. Habla de un niño de 8 años a quien le atendió seis heridas por quemaduras y que hoy sano ya se incorporó a la escuela; o de un diabético que, al ver recuperado uno de sus pies que ya creía perdido, no deja de bendecirlos.

Su rutina comienza muy temprano cada día. Siempre está entre los primeros en llegar al hospital para visitar a los pacientes ingresados, hacer las consultas especializadas y, en dependencia de los casos existentes, ir al quirófano para realizar las operaciones programadas o atender las urgencias. “Hay muchos casos de cirugía reconstructiva por secuelas de quemaduras y accidentes. Los niños son mayoría por desgracia”, comenta.

Pero, ¿cómo viven los colaboradores cubanos de la Salud en Kenia la repentina y violenta ausencia de dos de sus compañeros?

“Con miedo no, sí temor por las vidas de ellos, por su integridad. Te digo con honestidad, con impotencia por la espera frente a este acto cobarde y vil. Sin descuidarnos. No hemos tenido tiempo para llorar, sino para exigir que sean liberados inmediatamente. En lo personal, cada cual asume esta situación de diferente manera. Hay quienes escriben poemas, hacen videos, crean una página, mandan mensajes, reflexionan; y lo más importante, seguimos trabajando con la cabeza en alto y la fe en que regresarán”.

¿Cómo son las relaciones con las autoridades locales, tanto de Gobierno como las de los clanes que puedan existir allí?, ¿cambiaron después de los sucesos con Assel y Landy?

“Tanto de las autoridades formales, como de las informales, hemos tenido apoyo total y desde luego, repudian el hecho. Ellos también piden que regresen y se sienten muy tristes por esto”.

Lo que ha pasado, ¿es algo común en Kenia?

“Es un hecho inusual. Este es un país tranquilo. Solo que en esa parte de la frontera con Somalia hay mucha inestabilidad porque operan grupos terroristas. No me parece que el secuestro haya tenido motivaciones directas para dañar a Cuba. Más bien parece fruto de la necesidad de este grupo armado de tener asistencia por la profesionalidad de nuestros colegas, la que han ganado con su trabajo. Hoy el daño lo sufren también los más pobres que contaban con sus servicios y cariño”.

Sin embargo, hay quienes dicen que los médicos cubanos se arriesgan por gusto, que van a esos lugares distantes o potencialmente violentos compelidos solo por la necesidad económica.

“Siempre hay bajos y traidores que hablan como lo que son. Los médicos cubanos no vamos a los lugares solo por razones económicas. Hay algo más importante. Vamos por convicción, por educación, por principios, por una mezcla de acero y miel, de amor a la gente. En esta brigada no hay nadie que haya querido regresar. La gente sigue arriba. No te digo que a veces hay que tomar aire, pero seguimos”.

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