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Las Tunas.- Nada, ni nadie me obliga a escribir estas letras; solo el compromiso moral con el Apóstol y ustedes, hermanos de causa. A los males reales y cotidianos que lastiman y hacen llorar de pena a nuestra Patria hemos de ponerles fin en acto consciente y maduro; construir ese verdadero país que anheló y por el cual en fecha solemne, un día como hoy, pero de 1895, Pepe se inmortalizó en la historia. De todos los cubanos, tanto los que viven en la Isla como los que radican en otras tierras, ha de ser premisa la frase: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.

Hay seres que nunca mueren y se perpetúan en el pecho amplio de los pueblos agradecidos. Se podrá apagar su existencia material y tangible, pero en las raíces del corazón patrio estará esa presencia perenne para nutrir con sus pensamientos exquisitos, que en estos tiempos presentes son como oasis en el desierto del Sahara, a los mejores discípulos de la Humanidad. Entonces se convierten en luminoso candil de las noches sin luna y bastón guía de los ciegos oprimidos por los sistemas más corruptos y torpes creados por la ambición humana. Uno de esos hombres indelebles, es José Martí.

En un día trágico y de dolor profundo, mi pluma no puede permanecer quieta, el pecho se acelera y el tiempo indetenible se consume más lento en la nostalgia por un mañana mejor.

Revolucionario significa ser un hombre o una mujer que no se esconde para decir lo que piensa, con los argumentos y conocimientos precisos. Significa persona en acción y movimientos concretos y creíbles. Su único compromiso debe ser con la Humanidad. Significa luchar, si es necesario hasta la muerte o hasta que se alcance la victoria definitiva. Y estar siempre a favor de la honestidad, de lo esencialmente humano, de la vergüenza, de la capacidad de desarrollar las ideas inéditas y llevarlas a su fin. Martí lo hizo. “Gobernar es prevenir”.

No tenemos por qué pensar del mismo modo y tener iguales objetivos, es suficiente con sentirnos cubanos. Tan solo sentir el sabor dulce y caribeño en la boca. La diversidad en todas sus amplitudes incentiva el desarrollo colectivo y genera formas del pensamiento humano. Rompe las barreras y las fronteras de lo que hasta entonces se creía absoluto. Dota a los pueblos de las herramientas útiles para trasladar la cultura, las costumbres, la economía, la política y las buenas ideas a una escala superior del desarrollo humano.

El curso y el futuro de Cuba nos corresponde a nosotros, los jóvenes, edificarlo, con los pies asidos a la tierra y la mente muy clara. Ni ayuda extranjera, proveniente de los bolsillos de los señores que quieren vernos sumisos, que luego desembocará en deuda eterna. Ni los comportamientos desesperados y sin sentido de aquellos que solo buscan su bienestar individual, y no el de la nación. Cuando la verdad es incompleta corre el riesgo de ser trocada, empañada y convertirse en una mentira cierta que favorece a las lacerantes aspiraciones de los sin escrúpulos y cínicos.

Cambiemos todo aquello que no es viable y fructífero para nuestro terruño. Los materiales y elementos de nuestra obra han de ser propios y genuinos, no importados. Hagamos lo necesario como “el más grande de todos los cubanos”, que en su tiempo supo ofrecer su vida por la Patria. Si realmente se desea vivir, que sea con decoro y orgullo por la tierra que se pisa. “La Patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se le sirve, pero no se le toma para servirse de ella”.

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