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Las Tunas.- La legislación que autoriza a los productores a sacrificar reses, además de los requisitos que impone, es bastante clara en cuanto a los destinos de la carne, así como que el propietario del animal es el dueño absoluto de ella. Al abordar este asunto en los seminarios preparatorios que antecedieron la implementación del proceso, los especialistas y directivos del sector agropecuario fueron muy precisos y abogaron por el respeto a las decisiones de los ganaderos.

¿A qué viene el tema? Pues, a raíz de hacerse efectiva la Resolución 139, en casi todos los municipios tuneros los labriegos que calificaron han sacrificado sus reses, y Jobabo no ha quedado atrás, con la diferencia de que en otras localidades, parte de esa carne se vendió o donó, y aquí, los primeros favorecidos con la medida prefirieron dejarla completamente para el consumo familiar.

Algunas opiniones en la calle y en las redes sociales cuando se publicó la noticia, aunque no han cuestionado directamente esa decisión, sí han entablado comparaciones, un tanto motivadas por el desconocimiento de la normativa aprobada por la Agricultura o amparadas en la propia necesidad alimentaria de la población. Hay criterios que son respetuosos y apelan a la posibilidad de venta, otros al incentivo, pero no faltan los que acuden a sacudir la sensibilidad de los campesinos.

Está claro que lo lógico sería que los tenedores de ganado, que de manera sistemática sacrifican una que otra res, pudieran llevar para sus allegados y, al mismo tiempo, venderle a la comunidad, especialmente donde viven. Sin embargo, debemos comprender que es la primera vez que se permite tal acto, y muchas familias son un tanto largas, como para consumir un torete.

Siempre, aunque virtualmente no se venda, sabemos que en una vivienda no van a consumir un ejemplar completo, como mínimo se favorecen entre 10 y 15 núcleos, sean familiares, vecinos, amistades…

Es todavía algo incipiente y, si bien también tiene ese propósito de soltar al mercado legal carne de res, hay que ver al sacrificio de ganado como el de cerdos. En ese caso sucede que usted lo cría hasta que llega a un tamaño determinado, lo mata generalmente en una fecha especial, reparte un pedazo a los vecinos más cercanos y a los parientes, y en ciertas ocasiones, para compensar los gastos, vende unas libritas. O simplemente lo engorda y lo vende.

Así sucede ahora con los ganaderos, no hay mucha diferencia entre el cerdo y la vaca, salvo las regulaciones para el sacrificio. Y no está mal, mucho antes debió llegar la Resolución 139. Lo que sí es necesario es que se respeten las decisiones de los propietarios.

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