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Día del hombre foto Rey

Las Tunas.- Dicen que para que haya mundo, tiene que haber de todo. Y esa es una verdad que, sin lugar a dudas, aplica a muchos universos, entre ellos, a los hombres, entendiendo a estos como el “sexo fuerte”, rodeado de esencias patriarcales que marcan, quieran o no, su paso por la vida.

Miles de cuartillas se pueden escribir de estos asuntos Y realidades como el feminicidio, los patrones ancestrales de autoritarismo que se reproducen y golpean con el palo, las palabras, la dependencia económica, la manutención o tenencia de los hijos… siguen ahí, inamovibles en no pocos espacios, a pesar de la tendencia al cambio y dar voz a otros sectores sociales emergentes.

Sin embargo, no todos son harina del mismo costal. Perviven igualmente los ejemplos de consagración y entrega; incluso, de los valientes caballeros, nacidos en familia de “machos, varones, masculinos”, que hacen la diferencia y enorgullecen a lo más noble de su estirpe. A esos, a los hombres que lo son sin detenerse en detalles, van mis mejores deseos este 19 de noviembre, su Día.

Envío la salutación aunque algunos limpien la casa con las ventanas cerradas “porque la gente no tiene que estar mirando tanto”, otros pongan caritas de niños ofendidos cuando les toca tender la ropa en pleno patio y no sean minoría los que van a la farmacia y extienden la libreta de abastecimiento mientras ponen su sonrisa de gala y la voz tan bajita que hay que preguntarles de nuevo, antes de decir: “Deme las íntimas”. Y se justifican, a veces ni sabiendo muy bien por qué.

Conozco a quienes tienen una mano bendita para la cocina y lo dicen al viento, orgullosos; a los que llevan el café del desayuno a la cama y preparan el té más rico del planeta para los dolores de ovarios. Sé de los que cuidan a los hijos después de su jornada laboral, porque “hay que ayudar, la familia es de todos”. Convivo con hombres así y quizás por eso, ante mis ojos, no es posible de otra manera.

Recuerdo a Marcel, mi amigo del Preuniversitario que hace el puré para los mellizos, porque le queda más sabroso que a la mujer, está seguro de eso; y a Tonito, que le cambia el culero a su hijo con una agilidad que parece que ha parido, él solo, a cuatro muchachos.

También al fuerte, que hasta ayer mismo estaba luciendo sus bíceps en un gimnasio y hoy se tira al suelo a jugar con muñecas y está aprendiendo a hacer trenzas para peinar a su niña mientras piensa: “Para lo que yo he quedado”, con un gesto que, más que sonrisa, para en carcajada.

Conozco a hijos varones que cuidan a sus padres hasta el aliento final sin un ápice de resquebrajamiento a su hombría; y a quienes lloran, tratando de que nadie los vea, con la escena triste de una novela turca… “pero no, chica no, yo no lloro por eso, es más, que voy a tomar agua”.

En la época actual, y en el machismo que todavía destaca en la sociedad cubana, debe ser muy difícil ser un hombre así: valeroso, sin tapujos, comprometido, leal. Y el acierto de serlo es la manera idónea de que otros lo sean, porque nada como el ejemplo para difundir el bien y multiplicarlo. Para todos esos, dondequiera que estén hoy, desde 26: ¡muchas felicidades!