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burocracia

Las Tunas.- Un eterno retorno, un círculo vicioso del que no se puede escapar, prácticas que a lo largo del tiempo no evolucionan, eso es la burocracia en el arte.

En la década de los '80 del siglo XX se fundaron 10 instituciones básicas para el apoyo, promoción y protección del quehacer artístico y literario cubano. Aunque no las he nominalizado, se incluyen casa de cultura, galería, biblioteca, museo, librería, centro de arte, del Libro y la Literatura, de la Música y Patrimonio.
El desarrollo de los movimientos artísticos también potenció la apertura de consejos por manifestaciones e instituciones que aplicaran las leyes en un mercado inexperto. La promoción y comercialización del arte es de los elementos más polémicos y controvertidos como parte del proceso creativo y validación de una propuesta.
La comercialización en la Isla abre su espectro con los “nuevos” gestores económicos, cualquier creador comercializa desde galerías y talleres propios, mas debe estar apegado a los procedimientos y política cultural. Muchas representaciones son meras intermediarias en una dinámica que debía fluir libremente.
Existen consejos técnico asesores (CTA) y comisiones técnico artísticas (también CTA), entes encargados de autentificar las disposiciones que desde los diferentes ministerios deben regir las líneas y pautas de desarrollo de la producción artística, dígase de Cultura, Finanzas y Precios, Comercio Exterior y otros.
Todo eso parece muy bien, muy organizado, pero sucede que la pereza y la burocracia atrapa a los que como parte de las entidades y comisiones no logran viabilizar las gestiones, no promueven, más bien ralentizan.
Los currículos deben pasar por tres evaluaciones y dice una vieja teoría que el eslabón más lento determina la agilidad de los pasos totales, lógico. La sensibilidad se ha de imponer para legitimar el potencial y asumir que el don no es exclusivo de los graduados en escuelas. Si bien cursar estudios atribuye profesionalismo y mejoramiento del oficio, igualmente es cierto que otros que no han tenido la oportunidad de entrar en academias requieren análisis progresivos por parte de estas autoridades aprobatorias.
En las evaluaciones técnicas intervienen muchos factores en contra, sobre todo, predisposición al incremento de nóminas, visión limitada a un expediente y no a la obra con su perspectiva social, temor a la competencia y un amplio “peloteo”.
Las manifestaciones artesanales corren con mejor suerte, estas no son miradas como arte, por tanto, tienen el privilegio de formar parte de la industria cultural con mayor facilidad, cuestión que casi es imposible para los que desarrollan las técnicas de pintura, dibujo, escultura y otras más contemporáneas.
Académicos o no, todos quieren inscribirse en el Registro del Creador, porque es obligatorio y les da cierta dignidad y abolengo dentro del gremio. Lo real es que diseñadores y artistas no académicos vagan en un limbo o terreno de nadie.
No se trata solo de recuperar unas cuantas monedas por lo realizado; se trata de insertarse en un circuito con igualdad de oportunidades, en el que la obra logre su alcance e importancia.
Así vemos a muchos que una vez graduados dejan a un lado su título o se sumen en la mediocridad, mientras otros deben hacer hasta lo indecible para ser aceptados o reconocidos, y no lo logran.
El arte habla de su “arquitecto”, por ejemplo, solo mencionaré a tres exponentes que desarrollando líneas convencionales ya son reconocidos en el país y el extranjero con premios; sin embargo, no han logrado la “aprobación” como artistas: Michel Johnson, Yoandry Sardiña y Ángel Luis Velázquez Guerra.
La invención no espera, mientras dibuja un trillo directo a la preferencia del público y los especialistas. El arte va primero, es uno de los lenguajes de los humanos desde el primer día de la creación, todo lo demás es superfluo.