Casa de Abuelos, atención a nuestra ancianidad

A propósito del Día Internacional de las Personas de Edad, que se celebra cada Primero de Octubre, y cuyo tema este 2022 es La resiliencia de las personas mayores en un mundo cambiante.

Las Tunas.- A sus ocho décadas de existencia, Mirna Rivera Hernández conserva intactos recuerdos de antaño. Vuelve a menudo a los parajes en los que fue feliz de la mano de su amado, lo abraza en los sueños y lo siente muy cerca aun cuando ya no habita en esta dimensión. Cierra los ojos y le llegan como flashazos, vivencias que “moldearon” juntos, las sonrisas… la complicidad de un noviazgo de más de 60 años. No olvida la casita que él construyó en el patio para alegrar a las niñas, el balancito, la canal… las fantasías compartidas.

Y aunque no pocas veces la nostalgia se instala en su “desgastado” corazón, y las lágrimas se apresuran a salir, agradece la fortuna de haber conocido el más puro de los sentimientos. “A su lado todos los momentos fueron lindos. Fuimos novios hasta que perdió la mente, meses antes de morir; siempre me dijo que yo era el amor de su vida”, detalla con una expresión de sosiego, mientras disfruta de un descanso en la casa de abuelos 28 de Septiembre de esta ciudad, donde pasa los días cual remanso para aliviar ausencias.

Confiesa que debe su vitalidad a ese sitio, y también la resiliencia y los instantes de regocijo en los últimos seis años. “Nos ejercitamos tres veces a la semana, participamos en muchas actividades que nos mantienen activos. Somos una gran familia y no me siento bien si no estoy aquí. Este lugar me ha dado la posibilidad de disfrutar de muchos hermanos y madres más jóvenes, que nos cuidan. Hace poco nos llevaron a la playa, y la doctora no se separó de mí ni un instante, porque yo tengo problemas de salud; la pasamos muy bien”.

Mirna prefiere mirar el lado positivo de cada situación, así ha sido desde mucho antes de peinar canas y durante su trayectoria laboral como especialista en Costo del Ministerio de la Construcción. Ahora encuentra en sus hijos, nietos y bisnietos el combustible para andar. Con una sonrisa en los labios habla de las ocurrencias de sus pequeños, y de aquellos que solo puede ver a través de una pantalla, y para quienes es la “abuelita de las gafas”.

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La figura esbelta, pose coqueta y ojos color cielo de Eumelia Carrasco Pérez encantan a primera vista, luego su carisma y optimismo la descubren una mujer llena de vida; un perfecto complemento que la hace lucir más joven a sus casi ocho décadas. Lo sabe, y sonríe de manera pícara mientras nos devela el secreto: “El trabajo”. Y sí que se ha empeñado para sacar a los suyos adelante y garantizar su propia vejez; ahí están las experiencias aún tibias en la memoria.

“En mi etapa de juventud luché mucho para hoy disfrutar del descanso. Administré ‘La Moda’ por 15 años y todos me conocían como la Gallega. Me gané mi casa con gran esfuerzo; en total hice 600 horas de trabajo voluntario en los campos de caña con el fango a las rodillas”, refiere.

“Yo soy feliz y mucho más ahora en esta casa de abuelos, rodeada de tanto amor. Cuando llegué estaba muy deprimida porque perdí a una nieta de solo 6 años de edad, y aquí encontré personas maravillosas, desde la encargada de la limpieza, cocineras, almacenero hasta la administradora y la trabajadora social. Nos hemos adaptado al calor familiar, creo que es de las obras más lindas de la Revolución y de nuestro Fidel”.

Su camino no ha sido color rosa, mas le ha sobrado la voluntad de convertir los obstáculos en oportunidades, y así intenta transmitirlo a los más jóvenes. “Les aconsejo que preparen el camino hacia la longevidad, y que no pierdan la fe y la esperanza en un futuro mejor”.

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Cuando Marisol Tomás Panizo llegó a la “28 de Septiembre” no imaginó que allí hallaría paz y afectos, una combinación anhelada por muchos. A sus 75 años, este espacio se le antoja una suerte de recompensa, tras décadas de quehacer en el Ministerio del Interior, sobre todo, porque el destino le negó la posibilidad de ser madre, al menos de hijos de sangre.

“Por mis problemas circulatorios debía reposar, y me hablaron de este centro. Inmediatamente acudí al Departamento Social del policlínico e hice la solicitud. En el consultorio me dieron el resumen médico, y en pocos días llamaron para darme la aprobación”, comenta.

“Esta casa es estupenda porque hay limpieza y organización. Tenemos la atención de médicos, enfermeras y diferentes especialistas. El personal realiza todas las gestiones para garantizarnos las condiciones; la alimentación es buena, nos dan desayuno, meriendas, comidas con variedad de plato fuerte y no falta el postre. A eso se suma la preocupación por brindarnos recreación, nos visitan los compañeros del Inder, de Cultura… y nos ayudan a mantener la mente y el cuerpo activos”.

A Marisol le brotan los adjetivos y las palabras de agradecimiento. Verse rodeada de tanto cariño, compartir con otros ancianos, brindarles ayuda, tener un proyecto de vida… es toda una bendición. Bien lo sabe Rigoberto Mantecón González, quien a sus casi 90 años goza de los beneficios de este recinto.

Anda de un lado para otro, desafiando al propio almanaque. “No me siento ningún dolor, estoy en mi mejor etapa, y le tengo mucho amor a la vida. Soy el que camina más correcto aquí y mantengo todo limpio”, dice entre risas al saberse saludable al tiempo que asegura: “Es nuestra casa y las trabajadoras nos cuidan como a sus hijos”.

DE APRENDIZAJES Y AFECTOS

Yusleydis Ortiz, trabajadora social

Muy cerca, Yusleydis Ortiz, trabajadora social, estampa un gesto de satisfacción en el semblante. Al escucharlos corrobora que sus empeños no han sido en vano. “Para mí este lugar ha sido una gran escuela porque los abuelos siempre nos enseñan algo nuevo, y tratamos de seguir los buenos ejemplos. Ese cariño recíproco nos da fuerzas y deseos de regresar cada jornada”.

La institución, fundada el 28 de septiembre de 1989, brinda asistencia integral a los ancianos carentes de amparo filial o aquellos cuyas familias trabajan durante el día y no pueden atenderlos. “Llegan desde la 7:30 am y regresan a sus viviendas a las 5:30 pm, de lunes a sábado; en ese horario desarrollan varias actividades de terapia ocupacional.

“El centro acoge a personas de 60 años y más, válidas e independientes, aun cuando presenten dificultades para salir a la calle, hacer compras… Actualmente están cubiertas solo 16 de 50 plazas, y ello se debe a las situaciones con el transporte”, explica.

Yoannis Téllez Parra, la administradora, es otra de las hacedoras de tantas alegrías. “Nos integramos a ellos y sus problemas se convierten en los nuestros”, afirma. Y sí que lo logran, puertas adentro se respira una grata armonía, y los rostros felices confirman la entrega de un colectivo que abraza la ancianidad.

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