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Las Tunas.- Liz llegó al consultorio de la familia del brazo de su mamá, o más bien a rastras. Andaba cabizbaja y las lágrimas se apresuraban a salir por más que intentaba contenerlas. Sin muchos preámbulos, la madre, a todas luces enfurecida, dejó salir el motivo de su presencia allí: “Doctora, creo que está embarazada”.

La galena, luego de pedirles un poco de tranquilidad, comenzó el interrogatorio médico. En ese instante, la chica levantó la mirada y entre sollozos intentó responder, pero su desconocimiento era demasiado evidente, tanto como el miedo que le provocaba la mirada amenazante de la progenitora. El examen físico reveló que, efectivamente, crecía una nueva vida; ambas, madre e hija, estallaron en llanto.

Liz tan solo tiene 13 años, y dibuja un sinfín de sueños, tan verdes como el iris de sus ojos; ahora marchitos y confundidos. Todavía duerme abrazada a sus muñecas, y en las noches siente ciertos miedos que intenta disuadir con eso de que “ya estoy grande”, mientras aprieta sus ojos para saberse un poco más segura. En su mente la maternidad es algo tan lejano como “Nunca Jamás”, el país imaginario de uno de sus personajes favoritos.

Estudia en la Secundaria y su anhelo más inmediato es ingresar al preuniversitario Luis Urquiza Jorge. Ella, encerrada en la burbuja que construyeron sus padres, decidió escapar y mirar el mundo fuera, ese que le arrancó de un tajo una parte de la inocencia. La influencia de las amiguitas, el asedio de un joven mucho mayor y también los efectos de la bebida la llevaron a darse de bruces con la realidad.

El tormento de Liz es el que ahora mismo viven muchas adolescentes en Las Tunas, con historias similares en las que conspira la sobreprotección, y en otras el exceso de libertad, sin reglas ni límites. Lo cierto es que el embarazo a esas edades constituye un problema de salud ascendente, y no parece encontrar freno en nuestra sociedad.

La mayoría no son deseados y, por tanto, pueden prevenirse. Según las estadísticas, Las Tunas mantiene indicadores por encima de la media nacional y se debe, entre otros motivos, al inicio temprano de las relaciones sexuales, la baja percepción de riesgo sobre el coito sin protección, y el desconocimiento sobre la sexualidad y los métodos anticonceptivos.

No obstante, este fenómeno social no puede verse desde la simplicidad de los números, hay que analizar los escenarios locales y la diversidad de situaciones personales o familiares. Algunas de estas jóvenes provienen de hogares rotos y de relaciones inestables con sus progenitores; otras son víctimas de la curiosidad y del exceso de confianza.

La gestación representa un freno a las aspiraciones de superación de la adolescente y también al disfrute pleno de esa maravillosa etapa de la vida. Las peores consecuencias las sufren los bebés, que generalmente nacen con bajo peso o pretérminos e incrementa el riesgo de mortalidad, malformaciones congénitas, trastornos respiratorios crónicos, parálisis cerebral, retraso mental y otras disfunciones psíquicas.

Si bien en la provincia existen consultas de Planificación Familiar y se imparten charlas sobre la necesidad de esperar la edad óptima para la gestación, falta mucho por hacer, ahí están las cifras en clara demostración. Por esa razón, escuela, familia, comunidad y medios de comunicación deben reforzar la labor de preparar a los muchachos en este tema que, a estas alturas, aún es tabú en diferentes escenarios. Mirarlo como lo que es: un serio problema sanitario y social, contribuirá a darle la prioridad y el tratamiento que merece.

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Liz y su madre salieron de la consulta cargando un peso mayor sobre la espalda, uno invisible que lastima, y hace disparar muchas interrogantes. Deberán tomar una decisión que, en cualquier caso, dejará una huella en la muchacha, ahora, por fuerza, un poco más crecida. 

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