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A propósito de la cercanía de un nuevo aniversario de la creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), 26 comparte anécdotas de Vilma Espín en suelo tunero

Las Tunas.- El ajetreo típico de las bodas se matizó de alguna manera con la noticia de que Vilma Espín Guillois, presidenta de la FMC en Cuba, estaría al pie de un altar en el pueblecito de Las Parras, Majibacoa. Cuentan que los nervios se dispararon y hasta un velo disperso tuvo que adecuarse al instante, porque aquello no era una simple unión, no una cualquiera.

Juanita, una de las lugareñas de la comunidad Las Parras, asegura que corría el año 1990 y las características de la economía cubana en la etapa limitaron el banquete nupcial a una celebración campesina, con un brindis criollo, pero en el que tampoco faltaba nada. La presencia de Vilma le dio un carácter diferente a la celebración, y los lugareños se involucraron como si fuera cosa de familia.

Lídice, una prima de Juanita, rememora que nunca olvidará ese día, incluso, con el paso de los años lamentó mucho no haberse casado en esa ocasión al amparo de Vilma. “Fue histórico para este pueblecito y la cara que nos quedó de la FMC era que estaba con nosotras, en las buenas y en las malas, en el trabajo y también en las festividades”.

En aquella jornada  realizaron cinco bodas, Loraine y Jorge aún celebran los votos de esa unión. Otras dos parejas también perduran a la fecha. Treinta años después, en el contexto del nuevo aniversario, se organiza ahora una ceremonia en el mismo lugar donde, en el pasado, llegó la federada mayor para desear felicidades y transmitir el mensaje de que es mejor vivir en pareja y crecer en números y afectos. Para contar de su nietos y el orgullo inmenso de tener una familia.

Dicen que en esa ocasión hubo risas y emoción por doquier. Que de las uniones de aquel día brotó un retoño del que Vilma se sentía su madrina. Muchos detalles se han quedado dispersos, pero la gente la recuerda jovial y atenta, presente en la historia Cuba.

Aún en la comunidad guardan la tijera y el cojín que se utilizaron para dejar inaugurado el Taller de Artesanía y Manualidades. Aseguran que en aquel hervidero de actividades se le acercó una lugareña para plantearle un problema personal, el cortejo que la acompañada le sugirió a la interesada que ese no era el mejor momento, pero Vilma se apartó enérgica y dijo que ella siempre tenía tiempo para atender los reclamos de las mujeres.

Ese mismo día visitó la Fábrica de Zapatos, en el propio municipio, y sugirió modelos y alternativas para enfrentar con creatividad el Perído Especial, pues a la falta de recursos debían hacerle frente con las ganas de crear para que los hombres, mujeres e infantes se sintieran a gusto con sus calzados.

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