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Las Tunas.- Quizás desde la década de 1990, la economía en esta provincia no había sufrido un golpe tan fuerte como el experimentado en el 2020. Si en enero parecía que nada podía empeorar con un bloqueo económico estadounidense recrudecido que, sobre todo, golpeó las importaciones de combustible; ahí llegó la pandemia del nuevo coronavirus para demostrar que siempre es más sensato prepararse para lo peor.


El enfrentamiento a la Covid-19 no significó únicamente la reducción significativa de la actividad económica, sino además, erogaciones de las arcas públicas solo comparables con las hechas para afrontar varios de los huracanes que azotaron esta parte del país en los últimos años.

La conjunción de ambos factores provocó que, en términos concretos, ya está claro que por lo menos 10 millones de pesos convertibles no entrarán al erario público, justo antes de que dejen de tener valor. Esencialmente, por concepto mercancías que no llegaron a los mercados foráneos, como azúcar, palanquillas de acero, chatarras ferrosa, electrónica y de acero inoxidable; tampoco miel de abejas, carbón vegetal, tabaco y camarón entero de cultivo.

Hacia lo interno otro tanto ocurrirá con el 31 por ciento de las producciones físicas a cargo de las entidades estatales y que fundamentalmente debieron colocarse en el espacio interno.

Dichos datos, sin embargo, no reflejan en su totalidad la magnitud del daño, pues toman como referencia planes que fueron reducidos, al menos, en dos ocasiones a lo largo del año. El que sí ilustra ese impacto es el de las inversiones, pues al cierre del 2020, de las 61 obras inscritas en el plan solo se habría concluido el 14,8 por ciento. También la circulación mercantil minorista es un parámetro que grafica el dinamismo comercial del territorio y que, si bien cierra el 2020 con dos puntos porcentuales más de lo estimado, dicha cota es resultado igualmente de colocarla al nivel de la sensible reducción de la actividad productiva y de servicios que ha padecido el territorio durante este año.

El 2021 obligará a todos los actores económicos a adaptarse a las nuevas condiciones que plantea un escenario de unificación monetaria. Este contexto ciertamente propone claros incentivos para las exportaciones y coloca en manos de los empresarios estatales y emprendedores privados renovadas oportunidades de potenciar no solo la productividad hacia lo interno, sino además, inaplazables nexos de negocios que los beneficien mutuamente. Pero para eso se requerirá de una actitud proactiva, tal cual lo exige la máxima dirección política y de Gobierno en el país.

Al unísono, coloca en primera línea serios retos, como la ocurrencia de evidentes desequilibrios financieros que Las Tunas afronta en desventaja con respecto a otras regiones del Archipiélago, ahora mismo más favorecidas con la inyección de capital extranjero.

Desde que a mediados del 2019 se incrementaron los salarios, el presupuesto estatal aquí inició una era de déficit fiscal que ahora, con la devaluación de la moneda nacional, continuará creciendo. No obstante, los expertos sugieren que habría varios modos de evitar que tal exceso de liquidez en manos de los consumidores continúe desestimulando la producción.

Parte de la solución, sugieren, está en las prerrogativas que ya tienen los gobiernos locales para usar, por ejemplo, un porciento de la contribución territorial para el desarrollo local hecha por el empresariado estatal, así como una porción más amplia de los ingresos cedidos de estas entidades. En sus manos tendrán una cuantía superior de los impuestos a los productores agropecuarios y, por irónico que suene, de las recaudaciones que trae la entrada en vigor del impuesto sobre las tierras ociosas, superficie que en el Balcón de Oriente se extiende a las 34 mil hectáreas.

Lógicamente, si en el 2021 esas mismas parcelas entraran en explotación los beneficios serían más provechosos, como también si subiera la cantidad de nuevos empleos creados. En este sentido, las previsiones más optimistas colocan en mil 500 la cantidad de puestos laborales que se generarán en el calendario que comienza. Es obviamente una cuantía baja para una provincia que, como el resto de las orientales, figura a la saga en la creación de opciones de puestos; y que además, junto a esos mismos territorios, muestra las mayores cantidades de personas que no están buscando trabajo, teniendo la capacidad física y mental para hacerlo.

Las Tunas, sin embargo, posee en su caja de herramientas varias opciones para dinamizar sus engranajes económicos: la agroindustria azucarera, la siderurgia, la industria ligera y, por supuesto, la producción de alimentos y de materiales de construcción, sin olvidar los proyectos en marcha de promoción de las fuentes renovables de energía. Mas, eso, requerirá siempre de ideas innovadoras y de propiciar un ambiente de entrega y creatividad que favorezca el cumplimiento de tales propósitos.

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