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mailin jurista las tunasLas Tunas.- En la Dirección Provincial de Justicia, entre archivos y oficinas, se puede encontrar a Mailín Acevedo Sánchez, una mujer cuya vida ha estado marcada por la superación.

Su historia se inicia en el 2000, cuando comenzó a trabajar como auxiliar de limpieza en el Registro de la Propiedad. Tenía apenas 22 años, una hija de 4 y un salario de 120.00 pesos. Lo que parecía un empleo transitorio se convirtió en la puerta de entrada a una carrera que, dos décadas después, la define completamente.

“Entraba a las 6:00 de la mañana, hacía las labores de limpieza, me bañaba allí y a las 8:00 ya estaba en la recepción. En ese momento mi horario culminaba a las 3:00 de la tarde, pero me quedaba un poco más aprendiendo otros oficios; no quería quedarme toda la vida ejerciendo el trabajo de auxiliar de limpieza”, comenta. Ese gesto de quedarse más tiempo, sin que nadie se lo exigiera, fue el primer paso de la que ahora es su profesión.

Poco a poco, Mailín pasó a ocupar la plaza de secretaria en el Departamento de Asociaciones, donde se inscriben instituciones fraternales, asociaciones y organizaciones religiosas.

Mientras trabajaba, estudiaba en la Facultad Obrero Campesina para alcanzar el duodécimo grado, porque su categoría de Técnico de Nivel Medio en Alojamiento no le permitía acceder a la Universidad. El esfuerzo era doble: cumplir con el trabajo y, al mismo tiempo, prepararse para un futuro distinto. Cuando finalmente obtuvo el bachillerato se matriculó en la carrera de Licenciatura en Derecho, en el curso para trabajadores.

La vida personal no se detenía. “Mi hija aún era pequeña y debía cuidarla. Me levantaba en la madrugada, dejaba a la niña con una amiga y me iba al trabajo”, relata. Esa amiga fue clave para que Mailín no abandonara su empleo.

“Mi esposo es mi apoyo fundamental. Cuidaba a la niña cuando yo debía presentarme para los exámenes, me acompañaba en los momentos más difíciles, incluso durante el embarazo de mi segunda hija. Cuando estuve ingresada en el hogar materno y los profesores iban hasta allí para examinarme, él estaba conmigo”, expresa.

Su proyecto profesional ocurrió paralelo al personal. Su hija mayor ya tiene 30 años, creció entre expedientes. “Aquí en Justicia le decían ‘medio básico’ porque todas las vacaciones y recesos escolares estaba conmigo”, dice mientras sonríe.

Es Mailín una mujer que no solo se supera, sino una afortunada que cuenta con el apoyo de su familia, que caminó junto a ella.

“Yo estudiaba hasta la 1:00 de la madrugada, con mi niña dormida en mis brazos. No tuve vacaciones, tampoco salí de licencia cuando me preparaba para mi examen estatal. Los 20 días de descanso que me correspondían los dediqué íntegramente a estudiar. Salía del trabajo, cocinaba y me iba a clases; y si mi esposo no podía cuidar a la niña, me la llevaba conmigo.

“Mis compañeros de aula me acompañaban hasta la casa porque regresaba tarde, con la niña cargada. Y así, entre desvelos y mucho sacrificio, logré graduarme en el 2012.

”Mi tesina, dedicada al ordenamiento inmobiliario, fue reconocida como relevante en la Unión Nacional de Juristas de Cuba y convalidada en el examen estatal”, destaca.

Durante un tiempo trabajó en la Consultoría Jurídica y en el Bufete Colectivo. Allí se desempeñó como técnica jurídica, aunque nunca quiso ejercer como abogada. “No me gusta lo penal, es algo que no me atrae”, confiesa.

En el Bufete Especializado se encargó de la legalización de documentos, un trabajo que la llevaba de un lado a otro: Dirección Provincial de Justicia, Facultad de Ciencias Médicas y Universidad de Las Tunas. Sin embargo, su corazón siempre estuvo en el Registro de la Propiedad.

“Es toda una vida. La formación mía fue en el Registro, es lo que me apasiona realmente”.

Hoy, con 47 años, Mailín ocupa responsabilidades en la Dirección Provincial de Justicia, como especialista y jefa de departamento. Ha transitado por casi todos los puestos posibles, pero siempre con la misma pasión.