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mercado aserrio

Las Tunas.- En cuanto corrió la voz de que comenzarían los trabajos constructivos en lo que antaño fuera el popular mercado del Ferrocarril, se disparó la satisfacción entre los vecinos, ¡al fin!, dijeron casi en su totalidad. Y no es para menos.

Años de abandono convirtieron al sitio en un espacio yermo, en el que pululaban las indisciplinas, los focos de vectores y hasta algunas de sus hendijas se convirtieron en la morada de alguien. Sí, un señor mayor al que alguna vez vi acomodarse en la tercera nave y que, me dicen ahora, fue trasladado hasta un centro de Salud en cuanto la Covid 19 comenzó a marcar el ritmo de nuestras vidas.

Los trabajos, que ahora están detenidos por falta de cemento, ya les han permitido concluir la primera de las tres naves con que cuenta el sitio. Y, aunque el inversionista aseguró a 26 que lleva poco tiempo en esas funciones, sí dio fe de que el presupuesto disponible corre por cuenta del uno por ciento del Gobierno local y que se mantienen en el lugar, junto al administrador, dos porteros durante el día y dos serenos en las noches, para proteger los materiales y los trabajos que ya se han concretado.

A pie de obra encontramos a Omara Fontana, jefa de la Unidad Básica Norte de la Empresa de Comercio Municipal. Ellos están a cargo de ese lugar.
"Aquí se está trabajando desde el año pasado. En diciembre solo pudimos entregar la primera nave y estamos trabajando en la segunda, pero en medio de todos los problemas existentes no podemos decir para qué fecha será. En cuanto comience a funcionar lo hará de la misma manera que antes; este es un sitio concebido para los cuentapropistas.

"Por supuesto con todo el rigor legal que exige el mercado y con los precios establecidos, algo que tenemos muy claro ya".
Una brigada de 11 trabajadores de la Empresa de Mantenimiento Constructivo, comenzaron sus labores en el sitio hace poco más de dos meses y, aunque ahora se han desplazado a otros lugares por la falta de materiales, lucen con orgullo lo que han ido avanzando y expresan su disposición de regresar en cuanto estén los recursos.

"Es cierto que el techo, ahora de zinc, es muy caliente; por eso se han colocado interruptores dobles en cada puesto para que la gente que permanezca aquí pueda ventilarse un poco. Falta por hacer, pero, al menos en la parte terminada, ya hasta se pueden brindar servicios".

Para algunos es un alivio el regreso a las funciones de este lugar; otros se acercan a la grabadora para alertar sobre lo que consideraron siempre una decisión salomónica, "algo así como tirar el sofá de un sitio que se fue de las manos del control, pero nunca debió cerrarse".

Y hasta te encuentras al tunero común que te hace números y asegura que con lo invertido en sitios afines más grandes y ahora vacíos, se pudo reparar con creces la construcción añeja de antes y evitar hoy día una inversión que ha sido más costosa y dilatada, en todo orden.

Lo cierto es que, más allá de los tropiezos, se respira alegría en el entorno. Ojalá las obras culminen con acierto y recupere su esplendor de antaño. Porque, para nadie es un secreto, lo que buscaras en esta zona del oriente de Cuba siempre podías hallarlo, sin tapujos, en el mercado del Ferrocarril de Las Tunas.