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soldado yisandro dayana las tunasLas Tunas.- Yisandro Hernández Hernández, soldado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), pasa el Servicio Militar Activo en la capital del país. Es campesino junto a su padre en Pinar del Río, sí, esa misma tierra que hace poco más de un año recibió el azote feroz de un huracán.

“Nosotros no hemos podido recuperar la vega de tabaco. Ahora sembramos viandas, frijoles, arroz. Ha sido difícil levantarnos”, confiesa el joven pinareño con un pesar que trasciende la distancia.

Sin embargo, la misión que ahora cumple lo ha enfrentado a una realidad que nunca imaginó vivir. Su destino no fue otro frente, sino la devastación en la provincia de Granma. “Llegar a esos poblados y ver todo inundado...”, relata, en su voz se siente la impotencia de quien conoce el dolor de ver la obra de una vida hecha escombros. “Será complicado para ellos volver a lo que un día fueron”.

Tras el devastador paso del huracán Melissa por el oriente cubano, la provincia de Granma se convirtió en epicentro de una de las operaciones de salvamento más intensas de los últimos años. Las FAR desplegaron sus unidades especializadas en rescate ratificando su compromiso con el pueblo en momentos de crisis.tte coronel las tunas dayana

El teniente coronel Yordanis Rivera Bello, jefe de Ingeniería de la Región Militar de Las Tunas, relata cómo la misión comenzó con un planteamiento claro y conciso. “No hacía falta extenderse para comprender la magnitud de la tarea”.

Con el recibimiento de los medios provenientes del occidente del país para el traslado a los poblados más afectados en el municipio de Río Cauto, el despliegue fue inmediato.

“Abordamos los medios blindados y comenzamos a percibir las afectaciones. Las familias aisladas nos recibían como quien tiene una segunda oportunidad de vida”, recuerda Rivera Bello.

“La operación se desarrolló con medios anfibios y personal altamente capacitado, enfrentando condiciones extremas y un panorama desolador”.

LA URGENCIA DE ACTUAR

iyel las tunas dayanaEl teniente coronel Iyel Alba Solano, jefe de las Tropas Especiales de la Región Militar del Balcón de Oriente, describe el escenario en Río Cauto como devastador. El desbordamiento y la fuerza de las aguas complicaron el acceso a las zonas más vulnerables.

“La población estaba desesperada. Vimos personas cuidando animales sobre los techos, esperando ayuda. Uno de los momentos más emotivos ocurrió cuando una anciana, al escuchar el sonido de los vehículos anfibios, creyó que se trataba de otro golpe de agua. Al ver que eran los rescatistas, se arrodilló en señal de agradecimiento.

“Los pobladores nos aplaudían, nos saludaban. Fue una experiencia muy linda, pudimos salvar a un hombre que llevaba dos días atrapado en un árbol, sosteniéndose”, cuenta Alba Solano.

La capacitación y entrega de los profesionales de las FAR es evidente. El primer teniente Octavio Raciel Maceo Blanco, ingeniero mecánico formado en la escuela de cadetes Antonio Maceo, destaca la preparación técnica como clave para enfrentar este tipo de emergencias.octavio teniente las tunas dayana

El joven es natural de Granma, ahí tiene a su familia, su esposa, su hija y amigos. Llegar a esos lugares le movió el alma, aun así, recordó su aprendizaje y por qué estaba allí.

“Cada año nos entrenamos en conducción acuática para desastres naturales. Esta vez, la misión fue en mi provincia, y eso le dio un valor especial”.

Durante el rescate su equipo enfrentó corrientes tan fuertes que el anfibio perdió tracción. “Tuvimos que conectar propelas y encallar en un marabú. Con la ayuda de un guía local, logramos llegar a las casas y evacuar a las familias. A pesar del riesgo, la prioridad fue siempre salvar vidas humanas”.

LO PRIMERO, EL PUEBLO

Los testimonios recogidos en esta operación reflejan pérdidas materiales inmensas. Más de 300 cabezas de ganado, viviendas destruidas y comunidades enteras incomunicadas. Sin embargo, lo más importante es que no se reportan, hasta ahora, pérdidas de vidas humanas.

marlon las tunas dayanaMarlon Cruz Menéndez también procede de la tierra pinareña y en La Habana cursa el Servicio Militar. Hasta su unidad llegó la indicación, debían evacuar a habitantes del oriente por las inundaciones.

“El primer día nos enfrentamos al verdadero desafío. Nos mandaron a buscar a unas familias que estaban atrapadas en sus propias casas. Recuerdo el trayecto, la corriente era tan fuerte que nos arrastró. Pasamos mucho trabajo para sacar las máquinas, luchando contra la fuerza del agua que parecía querer tragárselo todo.

“Cuando finalmente llegamos a la casa, lo primero que hice fue bajarme y sacar tres chalecos salvavidas. Me acerqué a las personas, intentando transmitir calma en medio del caos. ‘No te preocupes, conversa conmigo’, les dije a cada uno, mientras les ayudaba a ponérselos. Una vez listos, los subimos a los anfibios con cuidado y salimos de allí, rumbo a un sitio seguro”.

Para Marlon pensar en la misión es abrumador. “Yo cogí la carrera de Medicina, es el camino que elegí para ayudar. Y ahora, aquí, en medio de este difícil escenario, me doy cuenta de que ya estoy salvando vidas sin ser aún médico.

“Si tuviera que quedarme con una imagen, sería el agradecimiento de las personas. Después de que las salvamos, verlas saludándonos cuando ya nos íbamos, con esa emoción en los ojos. Es una emoción que no sé cómo explicar. Es un sentimiento de gratitud muy grande”.

La experiencia vivida por estos hombres de verde olivo, recibidos con honores esta semana en Las Tunas, deja una huella imborrable en su formación. En cada maniobra, en cada gesto de consuelo, se reafirma el valor del deber cumplido.

“La acción fue rápida y efectiva. Las FAR están para servir al pueblo, y eso es nuestro mayor orgullo”, concluye Alba Solano.

Esta operación de rescate en Granma no solo evidenció la capacidad logística y técnica de las FAR, sino también su vocación humanista. En medio del dolor y la devastación, los uniformados se convirtieron en símbolo de esperanza, reafirmando que en Cuba la solidaridad no se improvisa, se honra.