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Las Tunas.- En el centro escolar mixto Simón Bolívar, convertido temporalmente en sitio de acogida para las familias granmenses afectadas por el huracán Melissa, se desarrollan desde primera hora de la mañana actividades recreativas que buscan devolver algo de normalidad y alivio emocional a quienes han sufrido tanta pérdida material.

Maikela Vargas Lozada, profesora de Recreación Física del combinado Juventud Atlética, perteneciente al Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), encabeza el programa dirigido a la población evacuada, organizando espacios seguros de distracción para todos los grupos etarios.

Las propuestas se centran en juegos de mesa y dinámicas de participación que facilitan tanto la socialización como la conciliación del estrés acumulado tras el paso del huracán. Dominó, parchís, damas y otras variantes tradicionales colman el salón principal del plantel.

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La intervención del personal del Inder está pensada para ser inclusiva, las actividades se adaptan a diferentes niveles de movilidad y de edad, desde los niños que necesitan juegos más dinámicos hasta los adultos mayores que prefieren acciones tranquilas y de intercambio pausado.

En muchos casos se promueven encuentros donde abuelos, padres y niños comparten mesas y risas, reforzando los lazos comunitarios que emergen con fuerza en situaciones de desastre.
De 8:00 am a 1:00 pm suceden las sesiones matutinas, con una programación que prioriza citas de mayor movimiento y talleres cortos; mientras que en la tarde, es la hora de iniciativas más acompasadas y estratégicas para la calma y la convivencia.

La coordinación entre el equipo del Inder, el colectivo del centro y voluntarios permite alternar juegos, rotar grupos y atender solicitudes particulares, como medicamentos o ayudas para personas con movilidad reducida, sin que la recreación pierda continuidad ni se convierta en una carga logística.

La respuesta de los evacuados ha sido mayoritariamente favorable. Padres agradecen el respiro que les ofrecen estas invitaciones para poder organizar asuntos urgentes o descansar mientras sus hijos participan; y los jóvenes encuentran momentos para aliviar la ansiedad y mantener la energía. La presencia constante de Maikela y su equipo, con una actitud serena y profesional, ha contribuido a generar confianza y a transformar la escuela en un lugar donde, pese a la adversidad, las personas se sienten acompañadas.

Esta experiencia ilustra cómo la recreación organizada se convierte en una herramienta esencial dentro de la respuesta humanitaria ante huracanes. Lo que a simple vista puede parecer un esparcimiento pasa a ser un mecanismo de resiliencia colectiva.

Mientras persista la evacuación, allí estará esta suerte de “mano en el hombro”, cuyos hacedores reiteran que la atención integral en situaciones de emergencia debe contemplar también el derecho a jugar y a recuperarse emocionalmente.