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Manatí, Las Tunas.- Temprano en la mañana de un día cualquiera hay mucho ajetreo en la fábrica de conservas 8 de Marzo, de la comunidad de Dumañuecos, en el municipio de Manatí, y sus trabajadores van y vienen con recipientes plásticos, equipos de pesaje y hasta un caldero humeante y oloroso que despierta al paladar.

El dulce de fruta bomba está listo y es hora de envasarlo, en cualquier momento comienzan a llegar los vecinos encantados por el producto, o los responsables de su comercialización fuera del lugar, porque también es notable la aceptación en poblados aledaños y en la cabecera municipal.

Se debe, en primer lugar, a la calidad. Y también a los precios, asequibles a los bolsillos en estos primeros meses de la Tarea Ordenamiento, pues cada unidad se vende a 10.20 pesos.minindustria2
"Por estos días, ese es el único renglón que elaboramos; pero si de variedad se trata esta minindustria es líder. Aquí hacemos diferentes hortalizas curtidas, crema de vie y otros licores, pinol de harina de maíz, mermeladas, turrones y siropes de frutas.

"Tenemos otros surtidos, mas están en dependencia de la materia prima que recibamos de la Empresa de Acopio y otras entidades como la Industria Alimentaria, a la cual pertenecemos".

El administrador de la entidad, Jorge Fernández González, habla con mucha pasión de los 13 trabajadores que dirige y de las ideas que nacen constantemente y que se enriquecen con el criterio de cualquiera de ellos, porque lo mejor es eso, pensar y actuar en colectivo.

minindustria3"La línea de mayor demanda es el puré de tomate y casi comenzamos a procesarlo. Solo esperamos por la llegada de la hortaliza desde las unidades productoras de los alrededores, porque lo de aquí ya está todo listo y hay muchas ganas de hacer y de ayudar a la economía del país.

"Nuestro centro nació gracias al Proyecto de Desarrollo Local para producir alimentos con destino a la población y los organismos priorizados. Hasta ahora lo hemos logrado y así vamos a seguir. Para el 2021 pensamos producir mayores cantidades, ese es el compromiso de todos nosotros".

Y sin tiempo para más, Fernández González sale presuroso al área de envase, porque es su costumbre supervisar cada proceso. Incluso, muchas veces se despoja del papel de jefe y atiza un fogón, pela frutas, revuelve una paila o desmonta la materia prima sobre sus hombros.

"Lo importante es no parar, no cansarnos y no rendirnos".