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ilustración acoso mastrubacion

Las Tunas.- Hace pocos días, ella volvió a ver al hombre, parcialmente escondido detrás de un árbol. La de él era una mirada desafiante; demostrando su superioridad, basada en la sorpresa del instante y en el miedo con el que reaccionan la mayoría de las mujeres en una situación de tal naturaleza.

Él no se le acercó, tampoco la tocó y ni siquiera le dirigió una palabra. Pero, su mano y sus gestos delataban los instintos sexuales. Esa vez, como otras tantas, él satisfizo sus necesidades mientras ella apuraba su paso, temblorosa por lo que había visto.
En más de una ocasión esta reportera ha presenciado momentos similares; incluso, pensó que el exhibicionismo de ciertos hombres en zonas públicas tendía a desaparecer, porque la sociedad se educa y cada día a las mujeres se nos trata con más valor y respeto, tal como merecemos. Sin embargo, lamentablemente, no es así.
Ocurrió que las medidas indicadas para disminuir los contagios por el coronavirus disminuyeron el tráfico femenino por los lares en los que ellos prefieren actuar. Aunque… ¿quién sabe cuántas vivieron minutos de tensión?; y hasta más temor, pues había menos personas cerca.

Es muy difícil conocer esa cifra con exactitud, porque muy pocas se atreven a hacer una denuncia oficial y casi siempre se conforman con advertirles a vecinas, amigas, familiares y compañeras de trabajo que no caminen por determinado lugar si van solas.
Con la vuelta a la nueva normalidad, aparecen otra vez algunos hombres que, a cualquier hora del día, se esconden tras el follaje de áreas poco transitadas, para mostrar a quienes pasan por esos puntos de la localidad las partes más íntimas de su cuerpo y, de esa manera, conseguir su satisfacción sexual.
El exhibicionismo es una parafilia que contradice las normas morales de la sociedad cubana y llega a causar serios daños psicológicos a sus víctimas. ¿Cuánto trauma puede quedar en niños y niñas que, en su camino desde y hacia las escuelas, se encuentran con estos individuos? ¿Por qué tienen que vivir esas experiencias angustiantes las mujeres que regresan a sus casas o van para su trabajo?
Se sabe que dichos varones casi nunca buscan el contacto físico. No obstante, eso no alivia las consecuencias de sus actos y es muy lamentable ver cómo esto ocurre con tanta frecuencia en los alrededores de la sala polivalente Leonardo MacKenzie Grant; también en la avenida que une al hotel Las Tunas con el hospital Ernesto Guevara y en otros lugares.
Ejemplos hay muchísimos, desde la muchacha fatigada que casi volaba sobre sus pies, asustada por un desagradable encontronazo de ese tipo; hasta la señora mayor que, además de ocasionarle una profunda vergüenza, casi sufre de un infarto por el pavor.
Es hora entonces de sumar voluntades para que, quienes gustan de exhibir sus partes íntimas en zonas apartadas no se sientan dueños de esos sitios. Si se trata de personas que requieren de un tratamiento, deben ser atendidas y dárseles seguimiento. Cualquiera que sea la causa de tal actuar, hemos de ponerle freno.
Que no queden dudas: esas son formas de violencia hacia las mujeres y es un problema de todos, porque hoy puede afectar a un miembro de una familia y mañana de otra. Las calles, los caminos y cualquier vía de Las Tunas son de uso público y todos queremos transitar por esos espacios con la tranquilidad y la seguridad ciudadana que Cuba garantiza a sus hijos.