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productor Calixto

Calixto, Majibacoa.- En los alrededores de la Carretera Central, en la comunidad de Blanca Rosa, del tunero municipio de Majibacoa, unas tierras ociosas hacían suspirar a muchos, porque era una lástima verlas inutilizadas, improductivas y convirtiéndose en marabuzal.

Pero llegó Abel García Salas, un hombre de esos que llevan la vergüenza delante de sus pasos y que hablan poco porque prefieren doblar su cuerpo sobre la tierra para que sus manos usen el machete, el azadón y otras herramientas. Poco a poco, y con mucho esfuerzo, él transformó el entorno.

“Cuando llegué aquí esto estaba en muy malas condiciones. Nada más había hierbas, matojos y algo de marabú. Hubo que trabajar mucho y de una manera intensa, pero ya la tengo en producción y seguiré sembrando en la medida que se vaya cosechando”.

Poco más de siete hectáreas constituyen el patrimonio de Abel, quien comienza una nueva etapa de su vida con disímiles sueños, obviando sus 61 años, porque se sabe útil y todavía puede aportar mucho en este empeño colectivo de producir toda la comida posible, dentro de la provincia de Las Tunas.

“La primera victoria es que pude limpiar la maleza. La otra, que no hay ni un espacio vacío, todo está sembrado. Y, por último, que ya se comienzan a ver los frutos, pues he cosechado algunos renglones y se los entregué a Acopio para beneficio de más personas.

“Ahora tengo plátano burro, yuca, frijol y boniato. Sembré 40 libras de habichuelas de las chiquitas que ya empezaron a parir y eso me estimula a seguir trabajando, porque sirve para mí y la población”.

Según sus propias palabras, la mejoría económica ha sido mínima, los ingresos resultan pocos ante tantos gastos iniciales en la limpieza y roturación del terreno, las semillas y la adquisición de los principales insumos, además del pago a los obreros.

“De todas formas, están creadas las condiciones para seguir avanzando. He sembrado mucho maní, que es un cultivo de muy mala fama porque le lleva los nutrientes al suelo; pero es excelente para hacer dulces.

“Después del maní, frijoles. Ahí es todo lo contrario, enriquece la tierra, es como un abono para cuando se siembran otros cultivos. Ya en dos o tres años vuelvo a sacar una cosecha y así no lastimo tanto el campo”.

Esa también es la intención de Abel, producir alimentos en armonía con el medio ambiente y para ello contempla la aplicación de la Agroecología, especialmente el uso de abonos orgánicos, cercas vivas, plantas repelentes de insectos y la protección de los suelos.