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Las Tunas.- “¡Con los cubanos no hay manuales que valgan! ¡Sepa usted!” le aclaraba un oficial español a otro en medio de un combate contra los mambises en un memorable filme de dibujos animados. La frase, fruto de la genialidad del director cinematográfico Juan Padrón, simboliza esa deliciosa creatividad criolla que se vio reflejada en el Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).

La cita podría interpretarse a través de tres ángulos ilustrativos de la salud de la fuerza política que guía los destinos de la nación: el Informe Central; la composición del nuevo Buró Político y en general del Comité Central; y por último, el discurso de clausura del recién electo Primer Secretario, el compañero Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez.

El legado de Raúl
El Informe Central a este Octavo Congreso quizás sea el texto político que legue el General de Ejército Raúl Castro Ruz, pues fue el último que presentó desde un cargo oficial. Ahí refleja su estilo personal de dirección. Tal cual ha sido su costumbre señaló dificultades graves que enfrenta la nación como la burocracia, la corrupción y otros “problemas estructurales del modelo económico que no proporcionan suficientes incentivos para el trabajo y la innovación.”
Desde la contundencia de una trayectoria revolucionaria intachable, Raúl volvió sobre una constante durante su mandato: “Mayor dinamismo al proceso de actualización del modelo económico y social”. Dejó claro que el Estado socialista conservará el control sobre el Sistema Nacional de Salud, Educación y servicios básicos, así como de otros no menos relevantes como el Comercio Exterior y las finanzas. Particularmente insistió en que la regulación del mercado sea fundamentalmente “mediante la utilización de métodos indirectos, cada vez menos administrativos”. Señaló fallas en la política de comunicación social en asuntos controversiales como la ampliación de la dolarización por parte del mercado interno, aunque reiteró, es un paso transitorio.
Fiel a la memoria del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, fustigó la inercia, el inmovilismo y el temor a ejercer las facultades otorgadas y los prejuicios hacia las formas de propiedad y gestión no estatales. En el ámbito interno, advirtió que sigue siendo muy frecuente la suplantación e interferencias del Partido en las funciones y decisiones que le corresponden al Gobierno.
Inequívocamente llamó a que siendo un Partido vanguardia y no una maquinaria electoral, es nuestro deber ser la principal garantía de la democracia y del permanente intercambio sincero y profundo de opiniones; de manera que se concrete la participación creciente de los ciudadanos en las decisiones fundamentales.

El relevo sube la velocidad
El carro de la renovación dentro de la vanguardia política cubana dio otro golpe en el embrague en la cita que entre el 16 y el 19 de abril acogió el Palacio de Convenciones. No solo por la elección de Díaz-Canel como Primer Secretario, algo ya anticipado por el propio Raúl, sino porque la Generación Histórica de la Revolución ha cedido su espacio completamente en el principal órgano partidista: el Buró Político (BP). De los 14 miembros (tres menos de los electos en el Séptimo Congreso), cinco son de nueva promoción: Manuel Marrero Cruz, José Amado Ricardo Guerra, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, Lázaro Alberto Álvarez Casas y Gladys Martínez Verdecia.
Algunos de estos rostros reflejan la estrecha presencia del Partido en los puntos clave del Gobierno. Otros, como podría ser la presencia de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja envían un mensaje claro, transparentan la confianza de este General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que dirige uno de los conglomerados más estratégicos del país: el Grupo de Administración Empresarial (Gaesa). También, explicita la determinación de la máxima dirección de la Revolución de no ceder ni un ápice a las presiones externas. Recuérdese que el rol de Gaesa y de varias de sus empresas dentro de la economía doméstica fue una de las justificaciones de turno de la Administración Trump para darle otras vueltas de tuerca al bloqueo económico.
Además de Raúl, cedieron sus asientos en el BP los comandantes de la Revolución José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés Menéndez; también, Leopoldo Cintra Frías, quien hace poco fue liberado con todos los honores de su puesto al frente del Minfar. Igualmente lo hicieron otros cuadros muy conocidos como Mercedes López Acea y Marino Murillo Jorge. Sin embargo, estos últimos movimientos no hacen sonar las alarmas, pues la mayoría se mantiene en otros puestos claves. Tal vez sea otro modo de reforzar áreas administrativas que merecen más atención.
Dentro del Comité Central no es ocioso anotar la presencia de dirigentes partidistas o de otras instituciones de Las Tunas, porque junto a Manuel René Pérez Gallego, primer secretario de Comité Provincial de Partido aquí; están presentes Yanays Bridón Contreras, jefa de los servicios de rehabilitación en el policlínico Guillermo Tejas y Eduardo Walter Cueli, director provincial de Economía y Planificación.
El resto del Comité Central está formado por los secretarios de los comités provinciales; funcionarios profesionales del Partido a sus diferentes niveles; la vicepresidenta y el secretario de la Asamblea Nacional del Poder Popular, junto a la gobernadora de Santiago de Cuba y la vicegobernadora de La Habana. Toman parte tres vice primeros ministros, uno de los cuales es a su vez el ministro de Economía y Planificación; figuras claves en la Contraloría y la Fiscalía generales de la República; seguidos de los titulares de las carteras de Finanzas y Precios, de Trabajo y Seguridad Social, Comercio Interior, Turismo, Comunicaciones, Salud y Ciencia Tecnología y Medio Ambiente.
Hay sitios, además, para altos oficiales de las FAR y del Ministerio del Interior; el coordinador nacional de los CDR y la segunda secretaria de la UJC; así como para directivos de la Industria Básica, Construcción, Turismo y de la cadena de tiendas Caribe. Igualmente están presentes rostros del ámbito académico como los rectores de las universidades de las Ciencias Informáticas y de La Habana, secundados por titulares de centros de investigación; de la colaboración cubana en el exterior, el médico que lideró la brigada Henry Reeve en Italia, directores de periódicos y de programas televisivos, embajadores, sindicalistas, y cooperativistas agropecuarios. Es, en resumen, un Comité Central heterogéneo en cuanto a género, territorialidad, representatividad de los diversos sectores económicos, políticos y de la sociedad civil cubana; como debe ser.

Díaz-Canel imprime su sello
En casi dos horas, el ahora Primer Secretario del Comité Central disertó sobre sus propósitos al frente de la organización. Esos objetivos están claramente conectados con los principios trazados por quienes hicieron la Revolución, tanto en el plano ético como en el práctico. Así lo demostró al reseñar la gestión al frente del país de aquel jovencito que comenzó su lucha política portando nuestra bandera nacional en una manifestación estudiantil contra la dictadura batistiana y que ahora se retira de la vida pública alzado por un pueblo que lo respeta y ama. “Cuba lo necesita, será consultado sobre las decisiones estratégicas de mayor peso para el destino de la nación”, aclaró Díaz-Canel refiriéndose a Raúl.
Erguido en continuador de la obra de sus predecesores el Presidente cubano anticipó transformaciones necesarias que habrá que hacer en el trabajo del Partido para asegurarle su liderazgo dentro de la sociedad cubana.
Ocurrirán, dijo, “cambios en su estilo de trabajo, más acordes con esta época y sus desafíos”; concretados en una mayor confianza en los jóvenes. Serán tiempos de potenciar al máximo, transformar en acciones a un grupo de vocablos que vale citar: “la prestancia, el prestigio, la dicha, la decencia, los derechos, la eficiencia, la calidad, la cultura del detalle, la belleza, la virtud, la honra, la dignidad y la verdad”.
Con total claridad recalcó su apuesta por la comunicación social, en tanto está convencido de que es una herramienta indispensable en la toma de decisiones. De hecho, recordó, mucho de los problemas que sufrimos en la implementación de las transformaciones económicas en curso que se han alimentado de subestimar la vertiente comunicacional de esos pasos. “No son tiempos de boletines impresos o de espera de largos procesos de coordinación y análisis para promover debates en nuestros núcleos”, añadió; anticipando así una mayor presencia de la organización partidista en los espacios digitales para activar los engranajes de su vida interna.
“La unidad tiene que prevalecer sin olvidar jamás que hay que ver el bosque y también los árboles”, comentó en una clara alusión a que los consensos y no la imposición, son resortes que a larga garantizarán que el Partido sea escuchado no por la intensidad de su voz, sino por la fuerza de sus argumentos; esos que se robustecen en la interlocución constante.
Pero, aclarémoslo, no estamos ante un Primer Secretario débil o timorato, ni mucho menos propenso a hacer concesiones de principios. En otro inmejorable respeto al legado de Fidel le advirtió a los asalariados de la industria del mal que “la paciencia de este pueblo tiene límites”.

Entre el Informe Central de Raúl y el discurso de Díaz-Canel quedaron las intervenciones en cada una de las comisiones que dieron mucho más color a las ideas generales de ambos. De su importancia baste decir que colocaron en el correcto sitio de la multicausalidad y la responsabilidad compartida a la crítica del informe al triunfalismo en el discurso en los medios públicos de comunicación.
Este ha sido el Congreso de la negación dialéctica en el cual los veteranos luchadores demostraron cuánta cosecha obtuvieron a sangre y sudor, tal vez más lo que pudieron que lo que hubieran querido; mientras el joven relevo los reverenció y saludó acunando sus sueños para encontrar juntos el camino.

 

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