centro de la ciudad

Las Tunas.- Para entender por qué Cuba “sale a buscar” con acierto a la Covid-19 en sus barrios, en una actitud de franca ofensiva epidemiológica, hay que aterrizar, sin remedio, en las comunidades del Archipiélago.

El país ha logrado, con el esfuerzo de muchos, contener el avance más cruento de la pandemia. El que ha andado, como 26 Digital, por entre delegados de circunscripción que se conocen sus espacios al dedillo, y estudiantes de Medicina que pesquisan y enseñan y aprenden, todo a la vez; entiende lo detallado del camino y agradece a quienes, sin fanfarreas, están en el epicentro mismo de los dilemas y las soluciones.

En eso pienso mientras leo en Internet de sistemas sanitarios colapsados y cadáveres en las calles de esta América triste y visceralmente nuestra. Por fortuna, la voz de Álvaro Caballero, presidente de la Zona de Defensa número 1, en esta localidad capital, me saca de tanta cavilación y, siempre nasobuco mediante, cuenta de las que son ahora sus dinámicas cotidianas.

Es fácil notar el cansancio de su mirada y el agotamiento extremo que lucen su cuerpo y el de las siete personas que le acompañan de manera asidua en los recorridos, en la labor intensa de pesquisar y proteger la salud de los más vulnerables.

“Esta es un área muy compleja porque ocupa el centro de la ciudad de Las Tunas. Por tanto, además de la población, tiene instituciones culturales, administrativas y un grupo importante de tiendas y centros comerciales, que hacen que por aquí se mantenga un flujo itinerante de ciudadanos, lo mismo en las colas que en trámites impostergables. Se suma la ubicación de la Carretera Central y que la mayor parte del transporte circula por esta jurisdicción.

“Todo pasa a ser nuestra responsabilidad. Trabajamos conjuntamente con la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y la Dirección Integral de Supervisión en el municipio. Si bien se ha ido ganando en percepción de riesgo y vemos bastante disciplina, todas las actitudes no son favorables. Continúan los bicitaxis, la gente que diariamente llega a hacer las colas para productos de primera necesidad y hasta hemos encontrado a pobladores que arriban desde otros puntos de la provincia, en medio de esta situación, buscando quedarse en una casa de renta para comprar pollo o aceite, algunos, hasta para revender”.

Sé que Álvaro y su equipo tienen notable experiencia en tales asuntos. Porque en este minuto es la Covid-19, pero antes han sido sequías, huracanes, carencias…. Y esa constituye una de las grandes fortalezas del país: el trabajo sistemático de los delegados del Poder Popular hace que, ante un dilema así, el escenario esté más organizado. En cualquier cuadra, los vecinos conocen al que vive solo, al que menos ingresa, al que más necesita.

“Mantenemos el control de las bodegas, especialmente en los días que inicia la venta de la canasta básica. Organizamos a las 212 personas vulnerables a las que hay que llevarles desayuno, almuerzo, comida y atención médica hasta el hogar. No es tarea exclusiva de estos tiempos, pues muchas de ellas se mantienen solas el año completo y ya el Consejo Popular encargaba, en algunos casos, a los trabajadores sociales y otros vecinos con esta sensible misión. Ahora, claro, lo controlamos más. Agradecemos a los maestros y a los trabajadores del Inder que se han integrado al apoyo.

“La vida de la ciudad tiene tres momentos relevantes. El primero de ellos es durante el día, con gran actividad por las colas y el ritmo de esta comarca que, aunque menor, sigue siendo notable para nosotros. Después, la noche, y luego, pasadas las 12:00 am y hasta el amanecer.

“En esa última hora aparecen tuneros que buscan servicios que en la actualidad están paralizados, en cada horario mantenemos los controles. Tenemos identificados lugares en los que es recurrente la indisciplina, entre ellos, el llamado parquecito de las flores, en la calle Colón, propenso, fundamentalmente, a la presencia de adictos a ingerir bebidas alcohólicas”.

Da gusto escucharlos hablar, hasta el detalle, de todo cuanto hacen por la gente. Conocen con precisión a los abuelitos que viven por allí, aunque muchos no sepan siquiera que están pendientes de ellos. Se preocupan por los pobladores que en las cuadras no tienen nasobucos todavía y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) coordina y resuelve.

Agradecen la entrega de los 42 estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas que ya forman parte del pesquisaje, una faena que entienden como “definitoria” para ganar la batalla. Y están conscientes de que resulta muy difícil modificar los hábitos de quienes, cursando ya la tercera edad, lo han dado todo por Cuba.

“Es muy complejo decirle a un abuelito que diariamente va a buscar el pan que no puede hacerlo. A veces no quieren que vaya el más joven de la casa, necesitan salir, sentirse útiles. Por fortuna, ya van entendiendo y, al menos en esta zona, estamos satisfechos con las actitudes y los resultados hasta ahora”.

Los oigo explicar y sé que en estos espacios están entregando el alma por la salud y la esperanza. No solo lo delata el cansancio en cada rostro, también la determinación al decir y el cuidado al tocar puerta por puerta y hacer importante toda iniciativa desde cualquier voz en nombre de la vida.

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