mengana

Las Tunas.- Debo admitir que mi propósito al llegar al hogar de ancianos Carlos Font, de esta ciudad, donde labora el doctor Luis Mengana Castillo, no era conocer sobre su trayectoria, y sí de las interioridades de esta institución que asiste al adulto mayor; pero cuando una intercambia con un profesional de su calibre no puede menos que sentir la necesidad de descubrir qué hay detrás de tanta pasión y entrega por el arte de curar, y enseñar. Y si en esa búsqueda encuentras a un ser humano excepcional, la revelación deja un bienestar indescriptible.

Fue justo lo que me sucedió aquella mañana cuando encendí la grabadora y no pude evitar dar un giro a nuestro diálogo. Las interrogantes asomaron de la mano de sus tantas historias, en las cuales se revela un hombre humilde que sin pretenderlo despierta toda admiración.

No habló de los reconocimientos, que estoy segura guarda en algún cajón, tampoco del esfuerzo personal que lo trajo hasta aquí; mas sí de altruismo, amor, esperanza… Y en ese “viaje” al pasado revivió muchos de los recuerdos, incluso, los de su infancia en medio de la Sierra Maestra, entre el canto de los pájaros y la naturaleza.

EL PRINCIPIO

Mengana Castillo nació en El Caney, Santiago de Cuba, y a los 12 años de edad se trasladó a la casa de unos familiares, en la ciudad, para continuar los estudios. Me cuenta que de pequeño soñaba con el magisterio, se veía con una tiza frente al pizarrón, impartiendo clases, pero a la hora justa tomó la decisión más acertada.

“Mi padre fue maestro de la Facultad Obrera Campesina y crecí queriendo seguir sus pasos. Sin embargo, mi familia quería que yo fuera médico. Cuando llegué al Preuniversitario y comencé a tener mayor interacción y conocimientos me percaté de que como galeno también podía enseñar. Entonces elegí este camino, pues así cumpliría mis sueños y también los de mi familia”, dice.

No pasó mucho tiempo para que esta profesión conquistara su corazón y los nexos se hicieran indisolubles. Tanto es así que en el año 1990 se especializó en Medicina Interna, una rama de larga tradición que se dedica a la atención integral del enfermo adulto. En su tesis trató un tema sobre los ancianos, sector poblacional al que ha dedicado todo su empeño.

“Cuando elegí la especialidad no se mencionaba al médico de la familia, sin embargo, ya se sabía que iniciaría un programa. Por eso me comunicaron que al culminarla integraría un Grupo Básico de Trabajo, pero por mi trayectoria en la asignatura de Preparación Militar, las Fuerzas Armadas Revolucionarias solicitaron mis servicios. Presté asistencia médica dentro de esas filas en la propia provincia de Santiago de Cuba, en Holguín y finalmente en Las Tunas.

“Aquí llegué el 2 de diciembre de 1985 de médico militar, era jefe de los servicios médicos de la Unidad Militar 20-24. Posteriormente me ubicaron en la Dirección Provincial de Salud”.

El doctor Mengana Castillo encontró el amor aquí, hace 40 años. Con su compañera de vida comparte la pasión por la Medicina. “Ninguno de nuestros dos hijos optó por esta profesión, siguieron otras sendas, la Cultura Física y el Derecho; quizás porque sufrieron o disfrutaron (risas) los sacrificios que implica.

“A veces, mi esposa y yo nos pasábamos cinco días sin vernos, porque cuando ella entraba de guardia, yo salía y viceversa. Fue una época difícil; los niños estaban pequeños, pero siempre contamos con el apoyo familiar.

***

¿De su trayectoria recuerda alguna experiencia que lo haya marcado?

Un breve silencio en el diálogo. Pienso entonces, que intenta rebuscar en su memoria. Me equivoco, él sabía con exactitud lo que deseaba compartir, pero quizás precisaba un impulso.

“Tengo muchas vivencias -me dice- aunque, sin dudas, mi primera misión en África me marcó para siempre. Allí vi cosas que solo había leído en los libros. Y lo más doloroso fue presenciar la muerte de una joven de 19 años, y cinco minutos después de su deceso comenzar a salirle ascaris lumbricoides (lombriz intestinal) por los ojos, la nariz, la boca…

"Yo estaba prestándole los auxilios para mantenerla con vida; creo que fue el primer abordaje venoso que se hizo en el Chipata General Hospital con recursos que yo llevé desde Cuba. Casualmente, en ese momento el director de la institución, que era un hindú, me mandó a buscar. En mi cabeza, por los conceptos en los que me formé, no cabía la idea de dejar a la paciente en ese estado; la seño al percatarse de que yo no tenía intenciones de acudir al llamado insistió: 'Doctor, quítese los guantes, y vamos'.

"En la oficina le expliqué al director y me respondió: 'Deje eso, ahora tiene que atender a este señor'. Por supuesto que repliqué, pero alegó: 'Con lo que este hombre está pagando, usted podrá atender a 30 o 40 pobres'. No tuve opciones, porque yo estaba contratado por ellos.

"Al regresar me encontré a la muchacha en shock y poco después murió.  Aquello para mí fue un golpe tremendo, devastador… no llevaba ni dos meses en aquel hospital; me habían trasladado allí desde la capital de Zambia.  

"Luego. en ese mismo lugar, le indiqué una placa a una persona sin recursos y el director firmó la orden, libre de costo. Una semana después al enviarle a un tercer paciente firmó, pero me comunicó que en los muchos meses que allí me quedaban no podía indicar más pruebas gratis. Aquello también me impactó y tuve que depender solo del examen clínico; creo que eso me hizo más médico".

Doctor, hace ya más de una década usted trabaja en el Hogar de Ancianos. ¿Por qué eligió dedicarse a la atención al adulto mayor? 

“Hace exactamente 24 años me desempeño en este centro. Y le digo que me satisface asistirlos, porque así me siento realizado como profesional y ser humano. La Biblia dice que su mano izquierda no sepa lo que hace su mano derecha, y, por otra parte, nuestro país nos enseña a brindar lo que tenemos.

"Creo que si algo realmente cumple esas aspiraciones es esta labor con los ancianos. Ellos son los más vulnerables y de mayor necesidad, por lo que usted da sin esperar nada a cambio; y lo único que deseo es ganarme su respeto y cariño.

"Hoy requerimos formar profesionales de Geriatría, y más que eso, la geriatrización de los servicios de Salud. En definitivas, todas las especialidades asisten ancianos, ya sean cirujanos, neurólogos… e, incluso, los ginecólogos y pediatras contribuyen al mejor envejecimiento; porque con la atención del riesgo preconcepcional y del infante se crean las bases para una ancianidad saludable”.

Usted que ha contribuido a la formación de tantos galenos, ¿qué piensa de esta nueva generación?

"Me considero una persona optimista y tengo fe en el futuro, siendo campesino y negro logré estar aquí. Estoy seguro de que la juventud puede llegar mucho más lejos. Yo toqué por primera vez una computadora a los 40 y tantos años de edad cuando introduje el Programa de Cáncer de Mama; en ese entonces atendía hospitales.

"Los niños de hoy ya tienen a su disposición la tecnología; son muchas las posibilidades y herramientas de aprendizaje. Realmente confío en las nuevas generaciones y eso es lo que les transmito a mis estudiantes".

***

El doctor Mengana agradece a la Medicina lo que es hoy: un buen ser humano; y en esa definición se encierran días y noches de desvelos, y actos de buena voluntad. Me despido con ansias de saber mucho más; pero llevo conmigo la imagen del cubano en África enfrentando vicisitudes, del padre y el esposo dedicado, del galeno siempre dispuesto, y sobre todo, del hombre de gran corazón.  

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