Imprimir

zucel codigo

Las Tunas.- Este es el Sí más emotivo que he dado en mi vida, los otros, en su mayoría, solo eran para mí, este tiene alma de colectividad y vuela alto para pensar en el otro, tal y como me enseñaron en casa.

Yo voto sí, en primerísimo lugar, porque quién soy yo para limitarles derechos a otros. Y porque por fin el afecto tendrá valor jurídico (qué cosa más hermosa y justa).

Yo voto sí porque mi mamá y yo somos cuidadoras hace 15 años ya, cuando una fatalidad puso en cama a mi papá. Y nunca una norma legal se había preocupado tanto por personas como nosotras. Es duro nuestro rol y como tal debe ser más protegido y acompañado.

Yo voto sí porque la vida, caprichosa ella, anda poniéndome difícil lo de ser madre, y quiero que, si esa imposibilidad se concreta, existan legalmente todas las oportunidades posibles para por otros caminos concretar ese sueño, desde lo más tradicional hasta aquello que alguien llamó novelesco (vientre solidario), desconociendo la existencia de realidades diversas.

Yo voto sí porque aborrezco la violencia, se pinte como se pinte, y más en el entorno familiar. Y no es que el Código vaya a erradicar ese cáncer, pero sí habrá nuevos y más abarcadores instrumentos legales para enfrentarlo.

Yo voto sí porque hace mucho la familia dejó de ser mamá, papá y nené.

Y tantas razones más..., principalmente, los ancianos y los niños, con quienes este Código es absolutamente dadivoso, y nos pone a soñar con su protección absoluta.

PD: Quince años atrás, unos dos días después de que supiéramos que papá peleaba contra la muerte, casi sin remedio, en una cama de hospital de Mozambique, mi mamá, mi hermano y yo nos sentamos debajo de la mata de salvadera. Una creyente nos dijo que eso era bueno. "Piensen en él", nos pidió. Adentro de casa, sobre la vitrina, estaban una vela encendida, una virgencita traída del Cobre, un plegable con una oración de la Iglesia Bautista, una ramita de una planta milagrosa... Todos eran la manera que tenían nuestros vecinos, amigos y seres muy queridos de acompañarnos. Nosotros no le podíamos decir que no, solo pedíamos que los santos no se pusieran a discutir entre ellos para ver quién ganaba, sino que unieran fuerzas, aunque a alguien le sonara a sacrilegio. Y todo indica que hubo diálogo santo.

Mi papá sobrevivió.

Sobre la vitrina estaba la Cuba que defiendo: diversa, solidaria, empática, proactiva, respetuosa del otro. Por ella también voté sí.