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Las Tunas.- La sequía se llevó las flores, pero ellos van de brazos y emanan una energía bonita. El sol está fuerte y hay cola en la tienda de la esquina. Es viernes, justo 14 de febrero, Día de los Enamorados. Simula para muchos que el mundo está ahí, detrás de las puertas de cristal, entre comentarios y las algarabías.

Ellos no. Se besan y miran el celular de vez en vez. Sonríen. Deciden seguir el camino, y les acompaño con la vista hasta que se pierden. Quizás sea porque los más van juntos, en paralelo, metidos en “sus teléfonos” sin tomarse ni siquiera las manos.

Antes, en tiempo de mis padres y mis abuelos, era un orgullo viril llevar a la novia y esposa de brazos. Y aquel detalle de colocarla siempre en la parte interior de la acera, donde no hubiera peligro de que alguien la rozara. Lo opuesto, era una manera de exponerla a los riegos de la vía o “regalarla”.

Año 2020… cualquiera dice que el amor cambió o ya no existe. Muchos se aferran a teorizar sobre lo contrario, pero la visibilidad del sentimiento, a veces, no es tan pura ni gratificante. Es otra verdad que ronda los procederes humanos. Las uniones “largas” escasean, en tanto el divorcio o las relaciones ocasionales, sin compromisos serios ni afectos sinceros, marcan las tendencias e, incluso, hay cierto impudor al declararlas como estilos abiertos o decisiones de vida.

Con todo, el amor marca su victoria y siempre hay cientos de ejemplos que demuestran la naturaleza y razón de esa fuerza y pasión que distancia al hombre de las bestias, al margen de que el sexismo de algún modo ronda la publicidad, atrapa al consumismo y deja huellas en cualquier parte del mundo. Cupido, contra la modernidad y el desafío, tiene su cesta llena de ternura y las flechas dispuestas a cazar a los mortales.

Lo importante es eso, salvarlo de ciertas corrientes degenerativas y conceptos de ligero ropaje para, entre dos, perpetuar sus esencias y reconocerlo como dador de virtud y valores en la elección de la pareja y la relación matrimonial, raíz elemental de la creación de la familia y garantía de hijos sanos de mente y cuerpo.

Hoy vale pensar en celebrarlo con esa dimensión, la propia. Y el mejor regalo puede ser una promesa leal, una reconciliación sincera o un encuentro de primera vez y eterno. Y como la amistad también anda a su lado en esta celebración, brindemos por ella. Este nexo afectivo igual hay que limpiarlo de cuánto la empañe. Un hombro amigo no es un lugar vacío. Es un oasis para las tormentas del alma y de la vida.

Nuevamente ellos, rescatados en mi retina y los recuerdos. La buena vibra de las uniones verdaderas son certeza y futuro. Me sumo a los que apuestan que todavía, al margen del tiempo y los descreídos, el amor existe y hace nido en los corazones que saben que supera al sexo, al beso o la aventura. Está. Es sólido y llega por sí mismo.

14 de febrero, año 2020… fecha perfecta para capitular y reconocer que no ha cambiado. Quizás la catarsis nos corresponda a nosotros. Juntemos, pues, todas las buenas manos y pongámosle alma de niño. Cupido anda de ronda. Vamos a invitarlo que nos cruce la piel y llene de luz el mejor y más legítimo de los sentimientos y emociones humanas. Nunca lo dudes, con él todo es posible… hoy, mañana y siempre. El beso de los chicos que seguí con la mirada retozó feliz entre las colas y las algarabías. Aunque la sequía se lleve las flores, el mundo con amor es más bonito.

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