Las Tunas.- Por fuera, a la vista de todos, la serenidad hace del rostro su hogar; por dentro, una goma de mascar recibe las embestidas de esas tensiones que solo conviven en lo interno durante ese choque de realidad, con poco margen de error, y la capacidad humana de rastrear soluciones, desde lo divino hasta algo tan tangible como buscarle las costuras a una pelota. Para el cerrador de Las Tunas, Alberto Pablo Civil, estas líneas describen los más de 1523 innings, a lo largo de 13 series nacionales.
Con un andar sigiloso el puertopadrense cuenta los años por aprendizajes hasta convertirse en el resguardo de los managers tuneros en la última época. Dos outs en el primer duelo ante Guantánamo le valieron a Alberto Pablo un paso de muchas horas de sacrificio, al arribar a los 56 juegos salvados en su carrera deportiva y convertirse en el de máximo acumulado en el territorio. Sin dudas, una llamada más hacia lo seguro que obtuvo un botín de no todos los días.
"Me siento muy contento. No lo pude conseguir en la II Liga Élite, pero ahora lo conseguí con el equipo de Las Tunas, de forma íntegra. Desde la primera salida con Granma estaba consciente de lo que se avecinaba, lástima que en esa ocasión me pegaron un jonrón y se perdió la oportunidad de salvamento. Esta vez salí más enfocado para buscar el récord y lo conseguí".
La esquiva de los colores patrios, más allá de convertirse en una cruz, al serpentinero le ha servido para engrandecer su "hambre" de mejoría en cada presentación. En tanto, la franela verdirroja constituye zona de confort y, al mismo tiempo, de compromiso para un apellido de pasado y presente.
"En la vida uno nunca se debe rendir, empecé desde abajo y ya tengo una marca para la provincia. Vamos a seguir con el trabajo, siempre para adelante para darle otras alegrías a la afición tunera".
Desprovisto de las principales características para los tiradores en el ocaso de los desafíos, el número 23 de los Leñadores ostenta 36 rescates en las tres recientes contiendas, lo cual anuncia a viva voz el dominio de sus comandos en una liga marcada por la ofensiva. En el embrujo de los rompientes y la astucia de colocarlos en puntos ciegos para los rivales radican las claves para el "bombero" de la Villa Azul, como lo reconocen algunos. "En el box hay que tener calma a la hora de pichar, más cuando me toca asumir momentos complejos que demandan mucha concentración porque de mi desempeño depende el resultado del equipo. Esa cualidad la aprendí de lanzadores como Ubisney Bermúdez y Yoalkis Cruz. Con menos hago más porque no me caracterizo por la velocidad en los envíos, pero sí con la inteligencia y tranquilidad encima del montículo para aprovechar las deficiencias del contrario al lanzarles en zonas débiles".
En un acto cotidiano de tocar la tabla de picheo, como quien acude una jornada más a la oficina, Civil estampó su nombre en la historia del béisbol en el territorio. Sin embargo, muchas páginas aguardan por nuevos fuegos que apagar.