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Por su selección entre los mejores atletas del año 2025 en Las Tunas, en el apartado femenino en deporte colectivo, el periódico 26 conversó con Rosangela Jardines, una jugadora que demuestra cuánto se puede lograr si se persiguen los sueños

Las Tunas.- En nuestro país el béisbol y el softbol han sido tradicionalmente asociados al universo masculino. En este nuevo siglo, ambas disciplinas ya son concebidas para las mujeres y Rosangela Jardines ha labrado su camino dentro del softbol femenino. La tunera desde niña se abrió paso entre guantes y bates, lo que le ha permitido convertirse en un símbolo de perseverancia y disciplina.

Su trayectoria no solo habla de resultados deportivos, sino de la fuerza de voluntad que caracteriza a las mujeres que desafían estereotipos y conquistan espacios que antes parecían vedados.

“Comencé desde bien pequeña a jugar pelota con mis primos y los muchachos del barrio en Dormitorio, un poblado del municipio cabecera. Soy de allá, aunque actualmente radico en Villa Clara”, explica. “El primer intento de insertarme en el deporte fue cuando tenía 7 u 8 años; un hermano de mi abuelo me llevó con un entrenador, pero todo quedó en palabras”.

Fuerosánglea softbol las tunas cuba 2 la determinación de su madre la que, cuando Rosangela cumplió 10 años, la llevó a la escuela de iniciación deportiva escolar (EIDE) Carlos Leyva. Allí, ante el profesor Matos, demostró sus ganas de crecerse. “Era la más pequeña, tanto de estatura como de edad, en el equipo 13-15 años”.

Su paso por la EIDE fue una lección temprana de adaptación y superación. Jugando como tercera base destacó de inmediato por su defensa impecable. “Ese mismo año obtuvimos bronce, el próximo, medalla de plata. En el primer año juvenil fuimos campeonas nacionales; yo, líder en promedio de bateo y carreras impulsadas. Ya a los 15 años competía en la primera categoría con el equipo de Guantánamo.

“Mis entrenadores siempre me decían que tenía talento para llegar al equipo nacional, pero nunca me lo creí. El punto de inflexión llegó cuando vi de verdad mi potencial y comencé a enfocarme aún más en lo que hacía”.

Se trazó metas claras: llegar a la preselección nacional primero y al equipo nacional después. La disciplina dejó de ser solo para su entrenamiento físico, y pasó a formar parte de su rutina diaria de autoconvencimiento de quién era y quién podría llegar a ser.

“A los 17 años me fui a jugar de refuerzo para Holguín, eso fue lo que me permitió llegar a la preselección nacional”, continúa su recuento. En el 2017 vestí por primera vez la camiseta del equipo Cuba, donde me dieron la oportunidad de jugar, y desde ese entonces soy la receptora titular”.

El softbol femenino ha ganado en visibilidad y profesionalismo. Rosangela Jardines, con su disciplina y virtudes, ha cruzado fronteras para demostrar que en suelo cubano hay mucho talento deportivo.

“He jugado en diferentes ligas: Guatemala, Italia, Colombia, México... Esas han sido mis mayores metas profesionales. Pude cumplir el sueño de jugar al nivel profesional, especialmente en la prestigiosa Liga Mexicana de Softbol; para mí era algo que veía muy difícil”, confiesa.

A sus logros profesionales, Rosangela suma grandes sueños colectivos con la selección cubana, como llegar a un mundial y participar en unos Juegos Olímpicos.

Con Las Tunas, anhela volver a vestir la camiseta verdirroja para asistir a un torneo de repechaje o, incluso, disputar la primera categoría. “Este año teníamos la posibilidad de participar en un repechaje, pero por problemas ajenos a nosotras no se pudo. No obstante, espero se logre en algún momento”.

La trayectoria de Rosangela Jardines es más que un conjunto de medallas y contratos; es un manifiesto acerca del valor de las mujeres en el deporte. Sobre el diamante ella ha plantado bandera con calidad, liderazgo y una disciplina inquebrantable.