maidelis1Las Tunas.- Cada mañana, su motivación sigue estando relacionada con salvar vidas. Esta enfermedad llamada Covid-19, que hoy enluta a gran parte del mundo, la ha hecho cambiar de actividad y, en vez de atender en un sillón estomatológico, hoy salva a muchas personas de otras penas que encierran temores, desaciertos, desesperanzas…, mediante sus pesquisas a hogares.

Se trata de la doctora en Odontología Maidelys Carmenate Sánchez, quien labora en la clínica estomatológica Aquiles Espinosa, ubicada en la ciudad capital. Sus visitas a las viviendas, como herramienta vital e imprescindible en esta lucha contra la pandemia, no es a través de preguntas y respuestas frías para reportar síntomas, ella va más allá. Sus palabras debajo del nasobuco proyectan seguridad, resguardo, compañía y, sobre todo, humanismo.

Esta es la sensación que también siente Teresa Hernat Vázquez, de 85 años de edad, una de las cientos de personas a las que asiste Maidelys cada jornada, a fin de conocer su estado de salud. “Yo vivo sola -dice Teresa-, pero agradezco infinitamente la preocupación de esta doctora hacia mí. Hay momentos en los que me siento indispuesta, por cosas de la edad, pero ella está ahí, arriesgándose para cuidarme y vela porque todo marche bien”.

estomatologa11 covid19Su agradecimiento no sabe cómo manifestarlo, “es tan grande que los encierra a todos, a Maidelys, a todo el personal de Salud, a la Revolución…”, y tanto es así, que después de los años sin escribir en hojas, le regaló en un pedazo de papel unas letras desde el corazón, en el que no la llama doctora, sino amiga.

Historias como estas son comunes en nuestro país. Las personas más vulnerables reciben seguridad y protección de parte de muchos y eso precisamente es una Revolución digna con el sentir de su pueblo. Donde estén, allá llegan médicos, profesionales, deportistas, trabajadores sociales, vecinos, todos prestos a colaborar en lo que haga falta con el objetivo de garantizar salud, confianza y tranquilidad.

Tanto la vecina Teresa, como muchos otros que sé también se sumarían a este agradecimiento, saben que hoy nuestros galenos están comprometidos con su profesión, que es salvar vidas desde cualquier trinchera. A estos, que el nasobuco esconde una parte de su rostro, pero no el brillo y la sensibilidad de sus corazones, cada noche va nuestro aplauso.

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