Imprimir
Visto: 2183

civil roberto suarez

Las Tunas.- Mucho antes de que fueran detectados seis casos positivos de Covid-19 en el equipo cubano, la III Copa del Caribe era ya un torneo trampa para el mentor tunero Pablo Alberto Civil, quien viajó hasta la isla de Curazao con la única opción de conseguir el título: mucho que perder en caso de no obtenerlo y muy poco que ganar si la Selección Nacional confirma su condición de indiscutible favorita.

Hasta ahora, el muy buen elenco que viajó a la ciudad de Willemstad va recorriendo la segunda vía, a juzgar por sus convincentes triunfos de 14x7 y 7x0 ante el conjunto local. La escuadra curazoleña es la otra aspirante a la corona, habida cuenta del nulo pedigrí de los dos contendientes restantes: Islas Vírgenes Estadounidenses y Perú.

Precisamente, la pobre convocatoria final del torneo le ha restado brillo a la puesta en escena de Civil durante su primera experiencia con una Selección Nacional, más allá de su presencia en el puesto de mando de los Leñadores en la Serie del Caribe del 2019.

El piloto tunero, uno de los lógicos pretendientes al puesto de mentor del Equipo Cuba por los próximos cuatro años, no parece reparar en esos detalles y va manejando la nave con sabiduría.

En su quinta temporada como director, el puertopadrense ha ido aplicando los fundamentos aprendidos en tantas horas de sol sobre los terrenos de toda Cuba: respetó las jerarquías dándole la bola el primer día al avileño Yánder Guevara y colocando a hombres como Denis Laza y Pável Quesada en el corazón de su line up; potenció el talento de estrellas en ciernes como Santiago Torres y Yoelquis Guibert; y no se olvidó de peloteros jóvenes que apuntan bien alto, como el inicialista granmense Guillermo García, el receptor matancero Andrys Pérez y el cerrador mayabequense Marlon Vega, Novato del Año en la 60 Serie Nacional.

Todo eso aderezado por las oportunidades que han recibido figuras con cierto recorrido, descollantes en la temporada doméstica y merecedoras de un premio que Pablo no les ha negado: Jéfferson Delgado, Frank Madam o Juan Carlos Arencibia son algunas de ellas.
De manera que, en esta suerte de casting por el puesto de mentor del equipo de las cuatro letras, Civil va mostrando buena mano. El Campeón Nacional del 2019 y medallista cuatro veces consecutivas permanece ajeno al ruido de las redes sociales, donde se practica el oportunismo al cuestionar la presencia de Cuba en el torneo, pandemia mediante, o se minimizan sus éxitos aludiendo a la escasa calidad de los rivales.

Si bien la información sobre el torneo no ha sido abundante y se hace difícil determinar el verdadero nivel del actual elenco de Curazao, lo cierto es que los antecedentes más recientes hablan de un conjunto al que ningún aficionado cubano debería subestimar.

DIVISIÓN DE HONORES EN RÓTTERDAM

Con casi total seguridad, Cuba y Curazao disputarán este sábado el título de la III Copa del Caribe. Las dos contundentes victorias de la fase clasificatoria hablan del claro favoritismo cubano, aunque hace cuatro años la historia fue distinta.

En el 2017, ambas escuadras se encontraron dos veces en el torneo Interpuertos de Rótterdam, Países Bajos, con apretado éxito inicial de 3x2 para los de la Mayor de las Antillas y desquite rival de 5x3 en el segundo choque.

Fue precisamente un tunero el autor de aquella victoria. El diestro Yoalkis Cruz trabajó en gran forma aquella tarde de julio, auxiliado por el cerrador Alexander Rodríguez y respaldado por la ofensiva de Osvaldo Vázquez, Frank Camilo Morejón y Jorge Luis Peña. Según reseña un artículo de la emisora Radio COCO, el lanzador derrotado fue el relevista Temesh Lourens, el mismo que el pasado miércoles sufrió el revés ante Cuba en el estadio Tio Daou, de Willemstad.

En el segundo juego, Curazao se impuso 5×3 con los serpentineros Ruderly Manuel y Juliana Herslenson en la lomita, ambos incluidos en la nómina del equipo que participa ahora en la III Copa del Caribe. El abridor Manuel tiró entonces 5,0 entradas con apenas dos carreras limpias y cuatro indiscutibles permitidos, al tiempo que Herslenson trabajó un episodio sin anotaciones.

Aquel inesperado revés eliminó a Cuba de un torneo en el que también participaron los anfitriones neerlandeses, Japón y Taipéi de China. Y, de paso, le privó de defender los títulos conseguidos en 2013 y 2015, al volver a casa con balance negativo de 3-4.

De aquel equipo curazoleño repiten ahora, además de los lanzadores Lourens, Manuel y Herslenson, los jugadores de posición Johanne Gregorius y Ulrich Snijders.

UNA ISLA REPLETA DE ESTRELLAS

Y si los antecedentes no bastaran, entonces podríamos acudir a la historia para llamar la atención sobre la calidad del béisbol de Curazao, una pequeña ínsula de unos 150 mil habitantes, pero que ha dejado una huella tremenda en las Grandes Ligas de Estados Unidos.

De acuerdo con MLB.com y Baseball-Reference, hasta la fecha son 15 los jugadores curazoleños que han visto acción en las Mayores, lo cual equivale a un índice de un ligamayorista por cada 10 mil habitantes, cifra que supera por mucho la de cualquier otro país.

Entre sus estrellas se cuentan ahora mismo el camarero de los Bravos de Atlanta, Ozzie Albies; el cerrador de los Dodgers de Los Ángeles, Kenley Jansen; el torpedero de los Mellizos de Minnesota, Andrelton Simmons; el utility de los Padres de San Diego, Jurickson Profar; el torpedero de los Filis de Filadelfia, Didi Gregorius; y el ahora exgrandes ligas Jonathan Schoop, quien acaba de participar con Países Bajos en el Preolímpico Mundial efectuado en Puebla, México.

Todos ellos fueron precedidos por otras grandes figuras, como el pionero Hensley Meulens, actual coach de banca de los Mets de Nueva York y primer ligamayorista de la isla. O el estelarísimo jardinero Andruw Jones, quien hizo historia con los Bravos de Atlanta, fue convocado a cinco Juegos de Estrellas y ganó 10 Guantes de Oro.

Semejante tradición, entonces, debería ser tenida en cuenta por quienes se empeñan en ridiculizar la III Copa del Caribe, un torneo que ciertamente está lejos de rebosar calidad, pero al que asistió la escuadra de Pablo Civil con la responsabilidad de frenar la hemorragia de fracasos que ha sufrido el béisbol cubano en los últimos años.