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Las Tunas.- Cuando las pruebas arrojaron que, a través de la conductora recién terminada, llegaban al rompe presión los 143 litros de agua por segundo que salían de la cuenca La Cana, en Piedra Hueca, los expertos confirmaron que la inversión había valido la pena.
Minutos después activaron el engranaje que ha ido, desde el domingo pasado, estabilizando progresivamente el abasto de agua a la ciudad de Las Tunas.

A la buena nueva se suma el líquido que sale de las presas El Rincón y Cayojo, y que ahora permiten que entren a la ciudad, entre sus tres fuentes de abasto, alrededor de 450 litros por segundo.
Así lo explica Piedad Herrera Núñez, directora de la unidad empresarial de base (UEB) Acueducto y Alcantarillado, y afirma que esta semana funciona como estabilizadora de todo el proceso porque la conductora necesita irse llenando y, además, los reservorios están vacíos en la mayoría de los hogares.
Por esa razón se está bombeando 24 horas seguidas para cada circuito, intentando que la mayor cantidad de población acceda al líquido y que todo gane en normalidad en una segunda vuelta, que ya sería para ir rellenando, sin partir de cero.
También trascendió en el diálogo que se alista todo para montar una bomba horizontal en la presa El Rincón y otra sumergible, en la planta, lo que permitirá que entre 80 y 100 litros más del líquido entren a la urbe.
En intercambio reciente sobre este tema, el primer secretario del Partido en el territorio, Manuel René Pérez Gallego, llamó a aprovechar la estabilidad que se consiga para hacer una revisión exhaustiva que permita conocer cuáles son los barrios y hasta las casas a las que, concretamente, no les llega el agua de forma directa.
Eso -indicó- facilitará no solo que estemos más preparados ante un momento de crisis, sino que la ayuda a estas personas, con el apoyo de los delegados en las comunidades, será más fácil; y se podrán establecer los mecanismos de distribución por otras vías con mayor justeza.
Igualmente, llamó a ahorrar todo lo posible y a rescatar viejas costumbres que apuestan a la utilización de agua de lluvia en algunas labores y fomentan buenas prácticas en el territorio, marcado, como pocos en Cuba, por largos períodos de sequía. 

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