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maribel profe espanol

Las Tunas.- Este diciembre del 2022 en que conversamos, Maribel Vázquez Hidalgo acumula ya más de cinco décadas de magisterio. En todo su ser pesa cada calendario, los efectos de una enfermedad y de lo que ella denomina con jocosidad, "sefuela", es decir, y según sus propias palabras, "se fue la juventud"; no obstante, en el aula es incombustible y feliz. Este último vocablo goza aquí de toda su plenitud y acierto: "Me la he pasado de maravillas en esta profesión", comenta en algún punto del diálogo que resulta exquisito y lleno de sabiduría; travesía breve por la fecunda vida de quien a los 16 años de edad pisó un aula, como maestra, por vez primera.

"Estudiaba en la secundaria básica Cucalambé, eran tiempos de mucha efervescencia revolucionaria y los jóvenes estábamos siempre a la expectativa de qué cosa había que hacer. Y es cuando nos reúnen y nos dicen que el curso siguiente habría una explosión de matrícula entre los niños de sexto grado y ahí, en ese momento, di mi primer paso al frente; ya luego ha sido una carrera desenfrenada.

"Lo que no sabíamos es que teníamos, al regresar, la sorpresa de que aquellos que habían sido compañeros de clase se convirtieran en nuestros primeros alumnos, pues realmente la explosión de matrícula fue en Secundaria Básica y no en sexto grado".

Lo dicho lo cuenta como apenas los inicios de una larga trayectoria de trabajo que la llevó, luego, a ser una de las fundadoras en Las Tunas, de conocidas escuelas en el campo como Los Melanios y a ser parte de la Misión Patria, en el contexto de la Batalla de Ideas. Habla de quienes abonaron su camino y no falta su inolvidable maestro de Español-Literatura Crisanto Henrique Marrero López. "Y ahí están mis libros de Gramática sugeridos por él cuando me visitaba una clase y me decía que yo era una estrella, pero me señalaba 17 errores de contenido y después yo tenía que estudiar por Samuel Gili Gaya.

"Me enseñó que el maestro de Español es una persona que tiene que estar al pendiente de toda la cultura, no es solo el sujeto y el predicado; es mucho más. Me enseñó que la nuestra es, tal vez, la lengua más difícil, con una cantidad de palabras tremendas y más de 19 variantes en todo el mundo. Y eso hay que ilustrarlo a nuestros niños, hoy abiertos al mundo y navegando por Internet; hay que mostrarles que una lengua es un componente de la nacionalidad y que hay que respetarla y procurar comunicarse con claridad, precisión y coherencia. ¡Y qué complicado es tratar de enseñar todo esto en tiempos en los que casi nadie lee!

"Por esas y otras causas es importante que los educadores de todas las asignaturas trabajen sobre esa base. A veces, los niños no llegan al significado implícito, al que está entre líneas y resulta que, a menudo, los mensajes de las grandes obras literarias no están dichos literalmente. Hay que pensar, analizar y reflexionar… y, entonces, es que se advierte el sentido final de la pieza.

"El magisterio es todo eso y mucho más, y es, sobre todo, carga de convicciones, de valores, de sentimientos, porque la finalidad es que hagamos cada vez mejores personas.

"Visto así, el pedagogo tiene que estudiar todos los días. No importa el tiempo que lleve en la profesión y las veces que haya impartido el programa, porque la realidad es que cada vez, los niños son otros, y son otros tiempos, y ellos se parecen a su época. Entonces, nosotros tenemos que hablar el lenguaje del tiempo para poder llegar con los mensajes que tenemos que transmitir desde la antigüedad, hasta hoy", concluye.

La profe, mía y de tantísimos de los alumnos del instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza Jorge o de la escuela militar Camilo Cienfuegos no es la misma y en esencia lo es, aunque acierta cuando dice y confiesa que en su oficio hay que reinventarse a diario para equiparar la distancia entre su edad y la de sus alumnos.

"En esta profesión y durante tantos años hemos interactuado con tantas maneras de ser y de pensar… y no podemos equivocar el camino ni tampoco la manera de educar. Yo siempre he pensado que un maestro tiene que llevar el magisterio en la sangre, porque es lo que nos permite emprender una tarea superior.

"No podemos perder la perspectiva de soñar y hacer, que no importa si un ser humano no sabe lo que es el sujeto o el predicado, nos ocupamos de eso; pero nos ocupamos más de que sea una buena persona, de que ni siquiera sufra si no aprende, porque las clases tienen que ser fiestas del conocimiento, del sentimiento, de emociones. Hay que reír mucho, por eso yo bromeo con ellos porque a estas alturas del campeonato, como se dice deportivamente, es mucha la diferencia entre la edad de mis alumnos y la mía ¡y claro que hay conflictos generacionales! Pero esos conflictos hay que sobrellevarlos sobre la base del empleo adecuado de la Pedagogía y del amor por la profesión que es igual a tener amor por cada uno de ellos y responsabilidad con su aprendizaje.

"Y reitero, hay que estudiar mucho y respetar la profesión, más en estos momentos. Mientras mayor es el tiempo y la preparación, advertimos que todavía no sabemos nada, pero de que, por lo menos, tenemos algunas armas que nos permiten tener éxito en la formación de ese ser humano que necesita y espera lo mejor de nosotros".

Cubana, dicharachera y ocurrente; tiene el don de quedar prendada en las memorias de sus alumnos también por esas ocurrencias o frases típicas que a estos dirige en medio del proceso de enseñanza aprendizaje. "Yo le digo a los estudiantes que hay que prepararse para ir a la Universidad y no para el lugar a donde una va a ver si da…se ríen muchísimo, la verdad.

"Y es que, en la clase hay que divertirse, disfrutar y hay que pensar cuando toque el timbre: '¡Ay, qué pronto terminó el turno!'. Porque si no dejamos una huella hemos pasado por gusto, una huella tiene que quedar en el intelecto y en el corazón de los niños. Tenemos que entregar a la sociedad hombres de bien y que sean útiles, lo decía Martí, 'mejor que ser príncipe es ser útil'; y de eso se tratar y de que amen, luego, la profesión que elijan".

Con tantísimos años de docencia en la Educación Preuniversitaria tiene muy bien definida la esencia y el objetivo de esta enseñanza que abre las puertas a un futuro profesional. "No se trata solo de lo académico, sino también de un sentido humano y de valores como la responsabilidad para que el país cuente después con profesionales que amen su labor y la desempeñen bien".

Con esas ideas aupándola en su bregar sin fin llega cada día a las aulas del Ipvce, y se le ve, rauda y veloz, subir las escaleras aunque, como ella misma sentencia, le duela "desde la inscripción de nacimiento hasta el certificado de defunción.

"A pesar del tiempo ahí estamos todavía, haciendo lo que podemos pero, sobre todo, disfrutando las experiencias de trabajar por, con y para estudiantes que son el futuro de esta ciudad y de cualquier otro lugar a donde ellos decidan ir; pero qué bueno que se llevan la calidad humana y los conocimientos que procuramos entregar todos los días en esta escuela.

"Mi apoyo más grande son esas generaciones, que me necesitan y que yo necesito también. Yo creo que la he pasado de maravillas en esta profesión".