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Las Tunas.- Con la paciencia de quien cultiva y espera el tiempo necesario para ver el fruto de su acción trabajan los educadores de la Enseñanza Especial en Las Tunas y en Cuba. A este sistema, que nació con la Revolución y que tiene en el amor el centro y el signo distintivo ante cada paso, lo avalan 61 años de quehacer. No hay en esta educación una clase que no implique, en su sentido más acendrado, una pedagogía de la ternura.

Así lo afirma Yolanda Migüel Barrios, jubilada reincorporada hace siete años y quien hoy se desempeña como maestra ambulante. "Es una labor muy linda, pues son niños que necesitan mucho amor y que sí aprenden aunque este proceso sea más pausado; y cuando se logra la alegría de la familia es inmensa y compartida por todos", refirió recientemente a la televisora local TunasVisión.

En similares términos se expresó Odalys Méndez Alarcón, en una oportunidad en la que 26 visitó su salón de docencia y pudo comprobar cuánto goza de compartir cada momento con sus discípulos de la escuela especial Jorge Aleaga Peña: "Yo disfruto enseñar a niños con síndrome de Down y más que una maestra me siento como una madre. Hay que poner todo el amor para trabajar con ellos y no es fácil, pero tampoco es imposible.

"Todos los que han pasado por aquí identifican los colores, las figuras geométricas, se ubican en el espacio…, además, les gustan las canciones, los cuentos, los títeres, captan todas esas actividades y aprenden, con mayor lentitud, pero aprenden".

En la provincia, más de mil 300 escolares están incorporados a este sistema, uno de los baluartes del proyecto educacional cubano que aquí se desarrolla en 15 instalaciones en las que son atendidos alumnos con deficiencias sensoriales (auditivas y visuales), discapacidades intelectuales y problemas físico-motores, entre otras situaciones.

Sobresale, en este sentido, la escuela especial Ramón Téllez Peña, que acoge a niños desde la etapa de la primera infancia hasta el sexto grado. Allí, un colectivo de más de un centenar de trabajadores ofrecen atención permanente a cada pequeño que también es beneficiario de la sapiencia de intérpretes de la lengua de señas, logopedas o terapistas del lenguaje, psicopedagogos y maestros de apoyo para el asesoramiento.

Antes del triunfo revolucionario, el Primero de Enero de 1959, en Cuba existían solo ocho planteles dedicados a esta área de la enseñanza, entonces con apenas 20 docentes que atendían a 100 niños. En la actualidad hay más de 300 escuelas de ese tipo y una matrícula que supera los 32 mil educandos y 14 mil pedagogos. Fruto de la Revolución, este sistema de instituciones, servicios y modalidades de atención representa un soporte esencial para las personas con necesidades educativas especiales, sus familias, la comunidad y la sociedad toda.