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MAESTRA INV 2

Las Tunas.- Para la joven pedagoga Yailín Meriño Millán, el magisterio es una obra que no concluye y que implica, para el docente, un eterno discipulado en el empeño de superarse. Con dos décadas en el oficio de instruir y educar, refiere que se acerca cada día a la profesión con el mismo deseo de aprender de la primera jornada. "Mi actual desempeño tiene mucho que ver con mis maestros, quienes siempre fomentaron en mí la sed del conocimiento, como una cualidad o virtud que nos hace avanzar. Para mí educar es preparar para la vida", sentencia quien dirige, hace ya un tiempo, al colectivo de la secundaria básica Calixto Sarduy.

En el sector educacional, especial relevancia adquiere el desarrollo de indagaciones que coadyuven a un mejor ejercicio de la docencia. Hacia el perfeccionamiento continuo del sistema educativo básico sitúa su mirada esta educadora quien participó, a escala provincial y nacional, en la reciente edición del evento Pedagogía. Esta defensora del "español" se cuenta en la provincia, entre los pedagogos reconocidos por su espíritu investigativo y, en la actualidad, sitúa sus mayores energías en el doctorado, superación que también aporta a su labor al frente de procesos educativos.

"Los tiempos van cambiando y también las maneras de hacer, por lo cual un docente debe ser un inconforme e investigador por excelencia. En este sentido, el doctorado me ha dado herramientas para conducir al colectivo pedagógico y contribuir a la calidad de la actividad docente en este centro. Hoy la familia tiene muchos retos y la escuela la obligación de acompañarla, desde su experiencia, en el trabajo con los adolescentes". Sin el ejemplo de Magalis Millán ,su madre, no hubiera sido quién hoy es; ella fue esencial en su formación y en su certeza de que la educación previene los males sociales.

"Creo que es un tema fundamental para nuestra sociedad y el mundo, pues vivimos en un planeta convulso. Me interesa la interacción de los alumnos con las redes sociales y el desarrollo de sus relaciones interpersonales, así como su comportamiento en cada espacio", acota.

La vida es un aprendizaje constante; en esa ruta hacia lo desconocido, se necesita de la vocación de servicio para ofrecer; también de quien reciba. "Cada cual da lo que tiene. En la medida que tengas amor, pues eso darás. Y que los alumnos sean tu razón de ser, que disfrutes sus alegrías y triunfos y llores con sus tristezas, que te hagan reír y soñar, que te sientas realizada cuando los veas crecer y pienses: 'Yo contribuí a su formación'; esa es la mayor riqueza que podemos poseer".

Inmersa en una vorágine útil y creadora, esta joven pedagoga es de las que apuesta por el ejercicio del magisterio para no solo instruir, sino educar, formar valores humanos y ciudadanos.