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juana educadora LasTunasA propósito de la cercanía del 10 de abril, aniversario de la creación de los Círculos Infantiles, 26 comparte la historia de una educadora tunera que conjuga experiencia y creatividad en sus rutinas diarias

Las Tunas.- "Vamos a jugar a cerrar los ojitos, en la imaginación descansa la magia. El camino está oscuro porque vamos a llegar al cosmos. ¿Cómo creen que será? Las pequeñas iluminaciones son estrellas. La más grande es la más brillante. ¡Miren los cometas!, este es de color azul como el cielo, el de al lado es rojo como la sangre…".

Pudiera parecer que Juana Nápoles Miranda tiene un oficio común, mas si se mira con atención su labor tiene el prisma de la peculiaridad, de lo cotidiano llevado al escenario real maravilloso de la niñez. Desde el círculo infantil Amiguitos del Minint, ella dibuja timones imaginarios, brinda pitos, motos y gorras a los que quieren ser patrulleros. Una rama puede ser un termómetro y en sus descripciones los vehículos nunca son ordinarios, tienen colores luminosos y vienen para niños y niñas, porque en sus juegos de roles cada personita siempre puede tocar sus sueños.

Juana siembra y recoge, así ha sido durante 33 años, desde que cierto día escuchara en la Radio una convocatoria para un curso de auxiliares pedagógicas. No lo pensó demasiado y al paso de los años sus preceptos de la educación se han perfilado en virtud de un trabajo que tiene mucho de don y bondad.

La primera vez que se encontró frente a un salón, asegura, sintió tranquilidad, la dulzura de los pequeños la imantó. Aquel era, de cierta manera, su escenario natural, pues desde su infancia tenía "gracia" para rodearse de chiquillos. "Fue una experiencia feliz, sentí que aquel era mi sitio y que allí, cada mañana, ellos me esperaban".  

Enseguida se le avivó la creatividad. Juana descubrió que confeccionar juguetes para el proceso educativo de los niños era no solo una gran pasión, sino que también calzaba el empeño con un talento que hasta ese instante desconocía. Cuenta que ha hecho disímiles juguetes, incluso, sus muñecos han estado expuestos en el memorial Vicente García y han gozado de los elogios de muchos tuneros.

El camino de la superación la alcanzó enseguida. Se convirtió en licenciada, aunque eso no es lo que más pesa en su vida. "Siempre he logrado empatía con los padres de mis niños, y quien ha tenido niños en mi clase luego quiere que también sea la maestra de sus otros hijos. Es muy bonito que cuando andas por ahí, surja de improviso un joven, médico, abogado, educador y te hable con cariño y diga que, aunque no vaya a visitarte siempre te recuerda, esas cosas no tienen precio".

No pasa desapercibida en el círculo y hay que ver cómo la miran los niños. Tiene una locuacidad desbordada, un tono peculiar, una dulzura para decir las cosas que caben exactamente en el universo de los pequeños.

"Las educadoras con las cuales aprendí el oficio me enseñaron a tratar a los infantes, a hablarles despacio y a nunca mentirles, ellos saben cuándo mientes. No olvidan nada y ante algo incierto, aunque no sepan expresarse, su rostro, su expresión… habla de su parecer. No saben de tiempo, pero tienen como un reloj biológico que les dice que después del sueño y la merienda viene su mamá, que ya casi se acerca la hora de ir a casa, ellos saben mucho…

"Yo les digo a las educadoras jóvenes que educar niños es lo más grande del mundo. Educarlos es saber que en el futuro habrá médicas, enfermeras, constructores, cortadores de caña… hombres y mujeres preparados para el futuro, porque todos los oficios son importantes. Y desde este primer momento los acercamos a las profesiones, pueden ser lo que deseen y al desempeñar esos roles, así, a pesar de su corta edad, se creen grandes. Formarlos para el futuro también es nuestra responsabilidad".

juana educadora LasTunas 2Sin presumir, Juana expone la importancia de la enseñanza en los primeros años y de cuánto se logra en su desarrollo si se trabaja con paciencia y amor. "El prescolar es muy importante. Les enseñamos a conversar, a narrar cuentos, pronunciar sonidos, los trazos… tienen una imaginación extraordinaria. ¡Que nadie piense que es sencillo!, en el sexto año de vida descansa la preparación para enfrentarse de mejor manera a la docencia posterior".

La actual pandemia y, en específico, el uso de la mascarilla supone un desafío en el análisis fónico y los ejercicios de articulación tan importantes en esta etapa. Pero la infancia, argumenta, es un período de gran plasticidad y adaptación.

"Ahora en el contexto de la Covid-19 los infantes han aprendido la importancia de usar el nasobuco, ellos escuchan todo a su alrededor y algunos ven hasta el Noticiero y llegan al otro día y te dicen 'maestra hay una pandemia'. Esas personitas han dado muestra de responsabilidad en este tiempo, ellos saben cuándo se tienen que cambiar la mascarilla, las colocan en sus mochilas y se lavan las manos con mucha frecuencia; todo con independencia.

"Los padres pueden estar confiados, pues cuidamos bien a sus niños, con todas las reglas higiénicas establecidas", enfatiza.

Cuenta la educadora que es de vital importancia el vínculo con la familia. "La educación es cosa de tres: maestro, familia e institución. 'Estas son sus personitas', le digo con frecuencia a la familia. El amor de los padres es imprescindible, ese es el pilar de la existencia, nosotros solo continuamos la labor que inicia en la cuna, en el hogar".

Juana confiesa que hasta dormida anda buscando métodos para hacer más novedosas e interesantes sus clases. Su profesión requiere entrega diaria y trae consigo la responsabilidad de ser ejemplo y también remanso para sus chicuelos, inquietos, traviesos, alegres, curiosos…

"La maestría pedagógica me ha dotado de más herramientas, aquí somos magas. Una detecta cual es el más inseguro, el que no se atreve a pedir permiso para ir al baño y manda al del al lado a decirlo. Ahí es cuando yo le hablo con afecto: 'A ver, mi amor, por qué no me lo dices tú, ¿qué pasa?' Esta es una obra de infinito amor.

"No sé por qué, pero los niños me siguen, algunos que no me conocen, en la calle me miran como si lo hicieran, a veces se lo digo a mi esposo, es como si yo pudiera atraer a los pequeños".

Esta pedagoga con 27 años de trabajo en la misma institución, dice que este empeño diario "no se queda en ser buena maestra, este oficio también demanda la búsqueda incesante de ser buena persona".

Justo hoy, cuando este trabajo ve la luz, Juana Nápoles Miranda celebra seis décadas de vida, poco más de la mitad dedicada a la labor en los círculos infantiles. Sobrado está decir que va por la vida segura de sus decisiones, agradecida y dispuesta a proseguir modelando el futuro.

"Mientras las fuerzas me den yo voy a seguir aportando a la sociedad, porque no tengo con qué pagarle lo que ha hecho por mí, por mi familia y la familia cubana, en general".