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La Habana.- ¡Ahí viene Yiya con su matraquilla!, dirán. Pero sí, es un tema que me interesa y entiendo importante para la salud mental y física; por tanto, me parece oportuno llamar la atención al respecto. Así que hoy hablaremos puntualmente de un fenómeno que advierto creciente en niños y adolescentes, sobre todo, aunque muchos adultos se comportan igual y luego lo niegan, no lo aceptan, lo justifican. Para ellos es este texto, para que se analicen a sí mismos, y para que tomen cartas en el asunto, observen más a sus hijos y los ayuden.

Internet y las redes sociales son una poderosa herramienta de comunicación. No hace falta ahora mencionar sus bondades, ya las conocemos. Nos referiremos a su capacidad de influir en las personas al punto de que en la actualidad los psicólogos consideran que dieron pie al surgimiento de una nueva categoría de enfermedad inducida socialmente, por supuesto desde las plataformas digitales. Los afectados son, comúnmente, el público adolescente.

Un ejemplo, según explican expertos que sucedió hace pocos años, es la proliferación en masa de una modalidad de Síndrome de Gilles de la Tourette, trastorno ocasionado por una afección del sistema nervioso y que se manifiesta en tics motores o verbales. Es decir, espasmos, movimientos o sonidos involuntarios, sin sentido, que suelen ser breves, repetitivos, no rítmicos, y difíciles de controlar. Se trata de un malestar que puede afectar cara, cuello, hombros, tronco y extremidades superiores, y hay tics de muchos tipos, los más comunes son parpadear, sacudir un brazo, o aclararse la garganta.

Esto adquirió fuerza en algunos países europeos. Sin embargo, lo curioso es que en estudios realizados en grupos de niños y adolescentes aquejados se llegó a la conclusión de que en realidad no padecían esa complicación, pero sí poseían sus síntomas funcionales, o sea, las reacciones tipo tics nerviosos. O sea, todo era mental, inventado, y los dolientes se lo creían con mucha fuerza.

De acuerdo con los resultados de las investigaciones, gracias a la masividad de Internet y el constante uso de ella desde teléfonos, y similares, las nuevas generaciones están en presencia de una nueva enfermedad social que coincide con el exceso de consumo de redes sociales, y su capacidad demostrada de convencer a internautas. Y todo comenzó a estudiarse porque gran cantidad de personas acudieron a consulta creyendo que padecían ese mal neurológico, pero en realidad no existía tal achaque, sino otro totalmente hipocondríaco. Coincidió con el boom de un youtuber alemán llamado Joe Zimmerman, quien viralizó sus videos contando de su supuesto padecimiento del mencionado síndrome a millones de suscriptores adolescentes.

Los dispositivos conectados, sobre todo los medios digitales, pueden ejercer gran impacto en las masas y sus comportamientos, y como se demostró entonces, las afecciones llegan a ser físicas.

Este fue solo un caso que alcanzó notoriedad por la gran cantidad de muchachos implicados. Los estudiosos del tema, preocupados en los efectos de las nuevas tecnologías y en su poder sobre la psiquis humana, se muestra más insistente después de que la pandemia de la covid-19 nos obligara al confinamiento masivo durante muchos meses, porque para hacerlo más llevadero recurrimos a un mayor uso de soportes como los teléfonos inteligentes, y eso impulsó el incremento de males asociados.

No obstante, aunque parezca increíble, todavía desconocemos el alcance de esa enfermedad social de masas influenciada por los medios online, pero ya se notan sus consecuencias sobre la salud, a veces como en este caso, sin daños reales. Expertos aseguran que incluso sin interactuar, solo con visualizar constantemente contenidos es suficiente para desestabilizar a las personas. Y, en dependencia de un grupo de factores psicológicos así será su alcance.

A veces es fácil de identificar cuando es influido el supuesto problema de salud. Basta con observar. Por ejemplo, cuando aparece de repente un malestar sin causa identificable. También cuando coincide con patrones como es el caso del youtuber alemán, con quien empatizaban irracionalmente gran cantidad de adolescentes que comenzaron a repetir el comportamiento, típico de esas edades.

Nos referimos a la adolescencia, un grupo etario vulnerable, impresionable, fácil de influenciar. Y estas características combinan perfectamente -en el peor sentido- con una herramienta que ofrece todo tipo de información, sin filtro ni medida.

No decimos que los muchachos se priven de usar telefonía inteligente, pues son muy buenos bien usados, pero creemos que no se les debe entregar y olvidar supervisar a qué acceden, si es adecuado con su edad o pautas personales y familiares, o sea, con lo que los tutores consideran que es beneficioso para su desarrollo y formación psicológica. Estimamos justo revisar, orientar, poner límites y ser celosos.