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Las Tunas.- Confiesa que nunca fue de soñar demasiado con un negocio suyo, ni acarició siquiera la idea, en las casi dos décadas en que prestó esfuerzos y sacrificio al sector estatal. Pero ante las nuevas posibilidades, Doris Navarro tampoco lo pensó demasiado, y hoy despunta en el panorama tunero como la directora de la mediana empresa Real Navarro, un emprendimiento familiar que ha trastocado fibras y viejas rutinas.

Las Tunas la acogió en su afán de probar otros panoramas. Cuenta que viene de Guantánamo y ahora hace fuerza para que sus padres la sigan porque convertirse en empresaria a veces la mantiene insomne a las 2:00 am, la saca del hogar en cualquier momento, incluso, los fines de semana, le mueve horarios que entran en contradicción con las demandas de sus dos retoños.

Aunque para algunos resultó una sorpresa, a Doris la motivó desde los albores, estar al frente de una empresa cuya actividad fundamental se trata de la producción y comercialización de carbón vegetal para la exportación. Ella ha asumido esta posibilidad que está promocionando el país para la recaudación de divisas como una meta personal de la que van de la mano también sus compromisos para con la ciudad que la ha acogido durante 23 años.

Doris cuentapropista 1“Hace seis meses que comenzó a andar Real Navarro. Tengo que confesar que en mi caso todos los trámites se dieron con brevedad y muy pronto me encontré frente al reto de llenar el primer contenedor de carbón con fines de exportación. Era una responsabilidad tan grande que asustaba, pero se dio según los términos establecidos con la empresa exportadora cubana a la que estamos unidos. Cuando llegó el primer pago a mi tarjeta me sentí aliviada, me dije, esto va en serio y desde ahí solo ha crecido el compromiso.

“Estoy encadenada con la Empresa Forestal, no he tenido que recurrir a mi propia fuerza de trabajo porque cuento con la posibilidad de adquirir el carbón de calidad, directamente de los productores. Hasta el momento, en seis meses de labor, ya he exportado dos contenedores y no ha habido más entregas porque tengo otros proyectos de crecimiento que también pretendo llevar de la mano.

“Te digo que en medio de tantas carencias, lo vi como una posibilidad que nos estaba dando el país de desarrollar la economía cubana y la propia, y me gustó la idea. Lo hablamos en familia, me senté a hacer cuentas y papeles, y lo hice. Me motivó a desarrollar un nuevo proyecto de vida y a enfrentarme a un reto gigante, que todavía buena parte de la sociedad mira sin mucha fe o durabilidad”.

Real Navarro tiene además ocho actividades secundarias basadas en la venta de productos alimenticios, no alimenticio, desarrollo de eventos con oferta gastronómica, prestación de servicio de transporte pasajero y de carga y venta de souvenir. Todos estos emprendimientos, asegura Doris, sí se pueden hacer caminar con constancia y, sobre todo, valiéndose de encadenamientos productivos.

“No es consigna, una busca beneficios, pero en lo personal también quiero llegar al pueblo e impactar con una oferta estable y de calidad. Tenemos arrendado en el mercado ferroviario la sección de la carnicería y creo que lo hacemos de manera satisfactoria. Incluso, entregamos el producto a domicilio para la comodidad de los tuneros y de paso para saber qué piensan nuestros clientes, cómo catalogan el servicio.

“No es sencillo mantener ofertas estables en estos tiempos. Hay que trabajar mucho y madrugar y recorrer los campos para lograr los mejores contratos. No es fácil, pero una no puede echarse para atrás. Acaricio grandes retos. Con la misma exportadora vamos a hacer la importación de varios productos que necesitamos para distinguir a Real Navarro en el panorama tunero”.

Cuenta que sin el apoyo de su esposo, de las dos hijas, de sus padres y otros tantos, sería muy difícil poder con todo. Es un reto grande que se posibilita con muchas manos, respaldo colectivo y la fuerza indiscutible de la mujer cubana.

Doris cuentapropista

LA TECNOLOGÍA ME ENCONTRÓ…

“Yo me había acercado al Gobierno a solicitar un local para desarrollar la actividad gastronómica y un buen día me llamaron para hablarme del Laboratorio de Innovación Digital Ciudadana, un lugar que deseaba tener una cafetería, que en un futuro desplegará su servicio mediante una aplicación para móviles.
“Me gustó la idea del proyecto, lo vi como una posibilidad de crecer y además de no alejarme de la tecnología, de estar siempre vinculada con esa parte innovadora que ahora mismo es vital.

“Desde la Universidad me sentí atraída por las tecnologías y eso que eran otros tiempos. Estudié en Moa, Ingeniería Metalúrgica y ahora, cerca del laboratorio, siento la doble posibilidad de seguir aprendiendo.

“Pienso todo el tiempo en el provecho de las nuevas tecnologías, en el uso de las plataformas digitales y la posibilidad de desarrollar la divulgación de Real Navarro, de vender los servicios, de distinguirnos. En eso aún estamos en pañales, carecemos de una identidad visual, de algo que nos identifique.

“Diez años atrás era impensable toda esta transformación, pero ahora es una realidad. El hecho de hacer negocios, de utilizar las tecnologías, de hacer coincidir ambas posibilidades a favor de nuestro entorno. Espero que muchas mujeres más se sumen a estos emprendimientos y que algún día este camino sea más sencillo, porque todavía impacta mucha burocracia.

“La sociedad cubana tiene miedo al cambio. Falta mucho por hacer. A veces te acercas a una empresa estatal con quien quieres realizar un contrato y te dicen que no, porque aún no lo tienen permitido. Hay mucho escepticismo y trabas. Estas cuestiones amilanan y desmotivan, pero una debe ser más fuerte que todo eso.

“Hay que ser valiente. Siento que todos los días debo perfeccionar más lo que me rodea para al final ver el resultado deseado. A veces pienso que me exijo mucho, pero a mis 42 años tengo claro que un negocio para ser funcional lleva más que recursos, requiere de tiempo, de creatividad, de confianza y de muchas dosis de capacitación constante, porque las cosas buenas no brotan, hay que lograrlas”.