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Las Tunas.- Llegaron del gigante asiático y se asentaron como hijos adoptivos en esta tierra del oriente cubano. No poseían grandes propiedades o sustentos económicos, pero sí un deseo enorme de crecer y arraigar su cultura e idiosincrasia en Las Tunas.

Tanta fue su concentración en esta ciudad que decidieron afiliarse en lo que se llamó Colonia China, como una sociedad étnica que aglutinó no solo a patriotas de esa nación, sino también a otros inmigrantes provenientes de Asia. Justo en la reconocida calle Joaquín Agüero, el 8 de marzo de 1945, nació la asociación bajo el mando de Alfonso Yee.

Y es que, aunque desde mucho antes los lugareños lo reconocían con ese nombre, no es hasta esta fecha, que de manera oficial y para beneplácito de sus miembros se concretó la organización social. Una unión que buscó desde sus primeros inicios la representación y respeto de los valores identitarios y la solución a cuestiones socioeconómicas de los congregados y sus familias.

De forma especial se orientaron hacia el comercio, la hostelería y la labranza, con presencia notable en las ventas ambulantes y en el surgimiento de pequeños negocios en varios puntos de esta urbe oriental. En su mayoría del género masculino se unieron a las féminas criollas y comenzaron a engendrar también sus descendientes con sangre cubana, una razón más que justifica su amor por el terruño de cactus silvestres.

La sociedad se extendió a otros territorios de la provincia como Chaparra, Jobabo y Puerto Padre, lo que permitió la eliminación gradual de barreras idiomáticas y con ello, la ascendente solvencia de la etnia en suelo tunero. Es así que se hacen populares los ricos y diversos platos de la cocina asiática y ganan adeptos también los juegos y costumbres nacidos en el lejano continente.

A la vez, mezclaron los ancestrales sabores con la comida de la Isla y aparecieron parajes como el café Parque en los predios de lo que es hoy el Fondo Cubano de Bienes Culturales, en la periferia del parque central Vicente García. De allí aún quedan en la memoria de algunos tuneros la venta de desayunos al puro estilo cubano: café con leche y pan con mantequilla.

Dignos herederos de las sublimes cualidades que distinguen a los asiáticos los asociados destinaban el fondo de la Colonia para obras benéficas y sociales como la recaudación para el busto a Martí y las celebraciones de fechas patrióticas de gran relevancia para los cubanos. Más allá de sentirse extranjeros en Cuba, ellos vincularon sus costumbres y enriquecieron con su arte y manera de vida la cultura tunera y cubana.

Hoy, aunque la Colonia China es parte de la historia, quedan como intrínseco complemento de la identidad de Las Tunas las huellas y tradiciones de aquellos que hicieron de la ciudad su casa. Una asociación que más allá de aglutinar a sus miembros luchó por sembrar emocionalmente un pedazo de China en el Balcón del Oriente Cubano.