Imprimir
Visto: 2921

El autocuidado no es egoísmo, sino amor por ti misma.

Las Tunas.- A la primera oleada de humo sale corriendo a buscar una toalla para cubrirse el pelo. Lleva más de 15 minutos frente al carbón y por algún motivo no enciende. Terminó con la libreta vieja de trazos del niño y no logra hacerlo prender. La premura se le cuela como un manazo y maldice, bajito, pero maldice.

Cuando por fin la llama roja se abre paso entre el monóxido de carbono, coloca la cafetera sobre la hornilla y pone en cola los dos deditos de leche para el pequeño que la observa desde la sala. Ella intenta endulzar sus contextos, aflojar el surco entre los ojos…, entonces recuerda que el refrigerador que chorrea ahora mismo está completamente vacío.

Antes de las 8:00 am tiene que estar en el hospital. La bata blanca colgada en el perchero es un recordatorio perenne, pero Isabela carga sobre la espalda el hueco en su cartera de especialista. En casa ya no queda aceite, el último paquete de salchichas se terminó, no puede comprar pollo, ni tiene detergente para lavar el fin de semana; para colmo, los apagones deshicieron en un santiamén el saco de carbón.

Media hora después en la parada de la guagua, siente que el pecho le retumba. A su alrededor, mira a las personas que esperan con tanta tranquilidad. Y ella está cansada del tizne, de que no le alcance el dinero, de mirar la leche en polvo desde un estante de una tienda en los dólares americanos que no cobra, de que hace más de tres meses que no tiene gas licuado; y el padre de su hijo le transfirió mil 500 pesos para que pase el mes de julio. Isabela siente que se ahoga en sus 35 años.

No fue una sorpresa el colapso de aquel jueves de guardia médica, ni la arritmia que le descubrió una colega o la certeza de que la mancha blanca detrás de su oreja era vitiligo. La cuenta regresiva ya había echado a andar mucho tiempo antes, pero la ensarta de peripecias de los últimos años fueron pólvora en su cabeza rota.

Como ella, muchas mujeres cargan actualmente con un planeta agujereado sobre los hombros; algunas, con parejas que no entienden cómo funciona un equipo y les comentan con tono de broma que las arrugas alrededor de los ojos se han vuelto más visibles.

El autocuidado no es egoísmo, sino amor por ti misma.No es difícil perder la mesura en los tiempos que corren. Cualquiera, desde lejos, se atreve a juzgar la fortaleza de Isabela, y de muchas otras, pero cuidado… El cuchillazo de la inflación frente a un salario de profesional, la inaccesibilidad de los productos de primera necesidad, los molestos apagones…, según delata la realidad, son el doble de difíciles para las mujeres.

Sin menospreciar el papel de los demás integrantes de una familia, son ellas, por mayoría, las que asumen roles de cuidadoras, las que se desvelan para echar aire, matar mosquitos, encender la hornilla de carbón e inventar croquetas cuando no hay plato fuerte. Por otra parte, son más juzgadas que los hombres socialmente por su apariencia y cuidado personal; sin embargo, el solo hecho de pensar en dedicar algo de tiempo para sí a muchas les parece un beneficio inmerecido.

Pero, el autocuidado no es egoísmo, sino amor por ti misma. Por muy duros que sean los procesos que enfrentamos a diario, los expertos coinciden en que desempeña un papel clave en la prevención de ciertas enfermedades, además de acelerar la recuperación cuando presentamos problemas de salud y contribuir al bienestar integral de las personas.

No es una secta, son acciones para cuidar el bienestar físico, mental y emocional de cada persona; y empieza por reconocer nuestras necesidades y tomar medidas para satisfacerlas, con o sin ayuda profesional. Toca enfocarnos en lo que nos produce placer, ya sea asistir al gimnasio, coleccionar plantas, ver series, leer un libro. Una suerte de coraza para estar a salvo en un medio que se torna todos los días hostil.

De acuerdo con los psicólogos se trata, mujer, de tomar decisiones, sin esperar que existan condiciones ideales para ello, con relación a estar físicamente activas, comer de manera saludable en la medida de lo posible, evitar el consumo de sustancias tóxicas, hacer uso responsable de los medicamentos, no ignorar síntomas de malestares ya sean físicos o emocionales, priorizar un buen descanso nocturno y acudir a los especialistas cuando no logres gestionar un problema por ti misma.

Yo sé que no es sencillo porque falta tiempo, recursos, y no pocas veces escasean también el apoyo y la motivación; pero trata de hacer de tu “cueva” un lugar seguro. Pon tus miras en la fortaleza interna, en aquello que te hace única e irrepetible. Por si fuera poco, te convido también a la sororidad.

El autocuidado no es egoísmo, sino amor por ti misma.