
Jobabo, Las Tunas.- José Daniel está estrenando un nuevo hogar tras concluir su estancia en la casa de niños y niñas sin amparo parental del vecino municipio de Colombia. A simple vista no parecen gran cosa las cuatro habitaciones de su vivienda en la capital jobabense, aunque otros quizás digan lo contrario: una sala de a lo sumo 4 metros cuadrados; una cocina más o menos de la misma superficie, dotada, eso sí, de su meseta con losas de cerámica fina y fregadero de reluciente acero inoxidable. En el comedor, un juego de mesa y cuatro sillas de tubos metálicos blanquísimos. A solo dos pasos, el cuarto de dormir, de cama amplia y sábanas de azul marino, todo completamente nuevo.
Cada objeto a la vista aquí es el fruto del desprendimiento de la institucionalidad revolucionaria, de los emprendedores locales o de los ciudadanos comunes. Desde la brillante hornilla de inducción o la olla eléctrica multipropósito hasta los demás utensilios de la cocina, pasando por cada mueble; incluso los adornos que, todavía con modestia, empiezan a poblar las paredes prefabricadas de esta vivienda de techo de canalones de fibrocemento, que otrora fuera oficina y, mucho antes, una escuela.
José Daniel no es un santo. Eso lo saben las trabajadoras sociales que, en el municipio de Jobabo, se ocupan de él casi a tiempo completo. Sí, porque encontrar el camino correcto en la vida no es cosa fácil cuando en el comienzo todo estuvo torcido.
Este joven, que pronto cumplirá 18 años de edad y comenzará su vida laboral como obrero calificado, tiene lo mínimo indispensable para labrarse su propio futuro. No será sencillo, porque ahí rondan los fantasmas del pasado y las tentaciones contemporáneas.
En su silencio cauto ante los forasteros, él lleva las huellas de quien ha vivido los días de una infancia dura, que nadie merece. Cuidarlo es, ante todo, un acto de desprendimiento, que refleja un humanismo que no por plasmado en leyes debería dejarse únicamente a quienes por su empleo deben ejercer. Lo hecho para José Daniel es, además, el reflejo de lo que significa el tender la mano, sin ingenuidades que nublen el juicio, pero apostando por lo mejor de cada persona.