
Cada 13 de octubre los bancarios cubanos celebran la nacionalización de la Banca en el país, hecho que ahora llega a los 65 años. Con la historia de Lisnory, el periódico 26 agasaja a los trabajadores de este sector, no pocos de ellos ejemplos de sentido de pertenencia
Las Tunas.- La Sucursal 6631 del Banco de Crédito y Comercio (Bandec) abrió sus puertas en el 2014 como respuesta a una necesidad clara: acercar los servicios bancarios a una zona que estaba algo apartada y ofrecer una cobertura integral cuando las otras oficinas de la provincia no resultaban tan accesibles.
Desde ese primer día la dirección quedó a cargo de Lisnory Deisy Bembibre Guerra, una mujer cuya trayectoria combina disciplina militar y experiencia financiera, y que ha convertido la oficina en un punto de referencia por resultados y por la atención a la comunidad.
Lisnory llegó al sector bancario en el 2004 tras nueve años de servicio en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Su formación como licenciada en Contabilidad y Finanzas y la disciplina aprendida en el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) le dieron herramientas para comprender sistemas empresariales y presupuestarios, para adaptar metodologías de control y exigencias a un entorno de servicio público.
"Mi primer cargo en Bandec fue como auditora, alrededor del 2004. Un año después asumí la dirección de una sucursal en el municipio de Amancio. Sí, porque soy del sur de la provincia", asegura esta mujer toda miel y acero.
"Desde entonces no he dejado el rol directivo, salvo durante mi licencia de maternidad, que fue un paréntesis breve en mi vida laboral. En el banco tengo ya más de dos décadas".
En sus propias palabras describe la vida del trabajador bancario como sacrificada y de mucha permanencia en la sucursal.
"Cada cambio exige de nosotros la necesidad de adaptación. La llegada de tarjetas magnéticas, Transfermóvil y la política de bancarización transformaron la dinámica y demandaron un esfuerzo sostenido en cuanto a capacitación y atención personalizada.
"La bancarización amerita que se realice un trabajo fuerte y de mucha dedicación a los clientes; hay que capacitarlos, porque existen personas que desconocen en qué consiste, sobre todo las de la tercera edad", explica, con un tono que revela la paciencia y la empatía que considera imprescindibles para la tarea.
Su gestión en la sucursal se fundamenta en una filosofía humana del servicio. Ella exige a su equipo explicaciones claras y una actitud resolutiva para que, aunque no exista una solución inmediata, quien acuda a la instalación salga comprendiendo el problema y satisfecho con la atención recibida.
Esa práctica ha permitido mejorar la valoración del servicio con el paso del tiempo. Lisnory también reconoce que no toda la población puede sentirse plenamente satisfecha.
"Recibir una sucursal nueva con tanto personal que se estrenaba fue difícil; hubo muchos errores contables, pero asumí con responsabilidad, y al cierre del año tuvimos muy buenos resultados". Esa combinación de autocrítica y orgullo por los logros se repite cuando recuerda la constancia en los informes de auditoría y el crecimiento anual que ha mantenido la oficina desde el 2014.
Su vida personal está entrelazada con su carrera. Con lágrimas y una emoción inevitable confiesa que su padre fue quien la impulsó a aceptar su primer cargo de dirección. "Mi papá me dijo que sí podía y que sí lo iba a lograr", afirma con la certeza de que él era un hombre sabio, y de que no se equivocó.
"El apoyo incondicional de mi esposo y mi hija Lizt Deysi también ha sido un sostén en los momentos más complejos; especialmente cuando enfrenté problemas de salud.
"Debutar con una patología crónica marcó una pausa en mi trabajo. El 3 de marzo del 2016 me diagnosticaron con la enfermedad de Parkinson en el Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren). Después de haber recibido la sucursal, este padecimiento tan complejo me obligó a afrontar el doble reto de la recuperación y de mantener la gestión de una oficina en proceso de consolidación.
"En el 2023 viví otro período crítico, con varios meses de incapacidad. La insistencia y el apoyo de la dirección del banco, así como la atención médica y el seguimiento de colegas, fueron determinantes para mi reincorporación.
"Pensé que no podía continuar. Luego de cuatro meses de certificado médico pensaba que no volvería. El director provincial en aquel momento, Orlando, me llamaba todos los días y me impulsó a seguir", relata, con toda la gratitud hacia quienes la acompañaron.
La relación con sus compañeros y superiores se describe como afectiva y profesional. Menciona el trato especial de quienes asumieron la dirección en distintos momentos; el seguimiento cercano de directivos como Xiomara, Orlando y Madelaine, y la solidaridad del equipo en momentos de adversidad.
Esa dinámica de apoyo institucional se complementa con la disciplina y el empeño personal que ha puesto siempre en la función: "Me esfuerzo y hago hasta lo imposible por cumplir", afirma, y admite con humildad que sus limitaciones de salud acortan a veces su capacidad, aunque su entrega permanece intacta.
SU APUESTA POR LO NUEVO, LAS TECNOLOGÍAS
Los reconocimientos avalan un trabajo sostenido. La sucursal recibió el galardón de Distinguido Nacional que otorga el Sindicato de Trabajadores de la Administración Pública (STAP), y ha mantenido evaluaciones satisfactorias en auditorías.
Para ella cada logro es prueba de la voluntad colectiva y del acierto en orientar la labor hacia las necesidades de la población. No obstante, mantiene el apetito por mejorar. La satisfacción que siente es parcial, porque el perfeccionamiento es un objetivo permanente.
La mirada de Lisnory sobre las nuevas formas de pago es práctica y humana a la vez. Reconoce las ventajas de la digitalización, pero advierte sobre la brecha que dejan en quienes desconocen la tecnología.
"Apostamos por una bancarización con acompañamiento, por una formación constante de clientes y por mantener la atención presencial y empática que capacite a la población ante los cambios.
"La tecnología facilita, pero el banco debe conservar la capacidad de entender y explicar, de ofrecer soluciones ajustadas a la realidad de las personas".
Lisno -como también le llaman los más cercanos- rememora de manera constante el aprendizaje en las FAR. Luego su desempeño en el banco, de auditora a directora; de una sucursal en "Amancio" a dirigir la 6631 desde su apertura. Cada etapa le dejó aprendizajes distintos, orden y control.
"La mayor enseñanza de mi vida laboral la he adquirido en el sistema bancario", aclara, reconociendo la organización y las reglas claras que definieron su estilo de trabajo.
"El futuro nos compromete a mejorar cada día". No promete certezas, sí dedicación. Mantiene una mezcla de realismo y esperanza; entiende que no todo depende de una sola oficina ni de una sola directora, pero está convencida de que el aporte diario suma.
Agradece el reconocimiento institucional y el impulso familiar, pero insiste en la importancia del trabajo colectivo y del vínculo con la comunidad para mantener los estándares y seguir avanzando.
La historia de esta sucursal tunera es también la de una directora que une la rigurosidad técnica con la paciencia humana, que atraviesa desafíos de salud y trabajo con apoyo familiar y profesional. "He tenido resultados. No logramos todo lo que queremos, pero cada día tratamos de aportar un poquito más. Eso es lo que nos guía: perseverancia, respeto por el cliente y esfuerzo constante".