Las Tunas.- Jornadas intensas mantuvieron ocupados en Las Tunas a enconados académicos cubanos.
Con ellos conversó 26 durante los días de sesiones del XXVI Congreso Nacional de Historia o, al menos, con algunos de ellos, y en la vorágine de sucesos, que trascendieron en apenas tres días, recogimos sus consideraciones sobre la historia fecunda de este país.
El más joven fue el profesor titular y jefe del Departamento de Historia y Patrimonio Universitario de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, Frank Josué Solar Cabrales. Él, con el verbo diáfano que le da su tiempo, nos contó.
“Cierta vez escuché a dos camagüeyanos conversando sobre una ofensa que le habían dicho a uno de ellos y explicaba: 'Un hijo de Agramonte no se puede quedar dado'. Y eso me hacía pensar en hasta qué punto la historia desempeña un papel valioso para guiar las actitudes de las personas ante cualquier tipo de situación.
“Es maestra y da lecciones para los retos actuales porque, para entender los fenómenos que vivimos y estar en mejores condiciones de enfrentarlos o impulsarlos, según sea el caso, hay que entender su origen, su evolución; algo que va a lo trascendente, pero igual a lo cotidiano”.
Para el doctor en Ciencias Históricas y profesor titular de la casa de altos estudios Don Fernando Ortiz, de la Universidad de La Habana, Félix Julio Alfonso López, “Cuba es un pueblo nuevo, apenas poco más de cinco siglos de existencia, pero estamos preñados de hechos. No ha habido una sociedad en América Latina con un mayor número de revoluciones en un período más corto; cinco entre 1868 y 1959.
“Eso quiere decir que acá la aceleración del tiempo histórico es muy superior a otras sociedades poco propicias al cambio. Todas esas razones justifican que los cubanos sigamos preocupándonos por la historia, por entenderla, estudiarla y transmitirla a las próximas generaciones”.

Por su parte, Francisca López Civeira, Premio Nacional de Historia (2008) y Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas (2022), agradeció las sacudidas vividas en el cónclave de estos días.
“Ha sido emocionante, porque la gente sabe lo que pasa en Las Tunas y eso nos dice cómo el pueblo se incorporó a todo el proceso. Los delegados estamos encantados de ver la recepción, la sensibilidad, el afecto en las comunidades.
“Por ejemplo, llegué al batey de Delicias, en Puerto Padre, y me encontré a una madre apurada porque su hijo, que es un joven, la estaba presionando para que encontrara la llave en el bolso y abriera la puerta de la casa, cogiera los libros y yo se los pudiera firmar”.
Las palabras del doctor en Ciencias Pedro Pablo Rodríguez López, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas (2009) y Premio Nacional de Historia (2010), conmovieron al auditorio cuando ya casi el evento corría las cortinas del adiós.
“Me ha dado muchísima satisfacción que aquel espíritu que vi hace unos años en Las Tunas siga aquí. La historia está presente, pero no solo en la cabeza de quienes estudian, escriben de esos temas, sino en quienes habitan en estos lugares. Creo que ese es el mayor orgullo que puede sentir el historiador, saber que la obra está viva en las personas y aporta a la nación.
“No podemos olvidar que cada pedacito de Cuba es Cuba y, principalmente en los momentos actuales, la Patria necesita toda nuestra presencia, apoyo y lucha; no podemos perder la gloria que se ha vivido”.