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niyima misleydi

Las Tunas.- A Níyima Corps Agüero le viene la maternidad por partida doble -en lo que respecta a lazos de sangre y amor-, porque si de ayudar a traer niños al mundo se trata, la lista de nombres es interminable. Muchos se pierden en su memoria, mas no la emoción de ser la primera en “regalarles” el universo.

Y ese gozo la acompaña desde que eligió hace más de dos décadas la Ginecobstetricia, una decisión que, de alguna manera, le ha dado la oportunidad de convertirse en madre cuantiosas veces.

texto Misle página 8“La sensación de rozar un bebé es indescriptible y también escuchar ese primer llanto que arranca sonrisas y lágrimas”, asegura mediante el chat y, desde este lado, la imagino con un amasijo de sentimientos a flor de piel. “Tenemos en nuestras manos el progreso del país, porque contribuimos a la reproducción de la especie humana y de ello depende el mañana...”.

Le llega el recuerdo de Mateo de Jesús y sus dedos parecen volar sobre el teclado. Me cuenta que decidieron inducirle el parto a su mamá a las 34 semanas de gestación, pues se hallaba en estado crítico en la Unidad de Cuidados Intensivos. Crearon las condiciones y allí mismo realizaron el proceder.

“Éramos 25 personas entre enfermeras, médicos… para asistir a esa sola paciente. Yo tenía puesta mi mano en su abdomen y cuando le venía la contracción le ayudaba, no dejé de hablarle. A las 2:00 am del 10 de octubre del 2018 logramos el parto, todos nos abrazamos y lloramos. La evolución fue maravillosa y salvamos a los dos”. La fecha se le tatuó en el alma y no es para menos.

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Con Heyser Manuel, su hijo mayor, acarició la más genuina felicidad, esa que se disfruta más allá de un salón de hospital. Sabía que este bebé era una dádiva y sostenerlo no sería algo efímero, lo haría por toda una vida. Aquel diciembre, hace ya 22 años, fue como un renacer, la posibilidad de entregar sin condiciones todo el amor que la habita.niyima

Ser madre no limitó su desarrollo profesional, por el contrario, Heyser fue, desde pequeño, un fiel escudero. En su hoja laboral constan disímiles reconocimientos e, incluso, ha dirigido el Programa Materno Infantil (PAMI) con muy buenos resultados. “Mi hijo era uno más del Consejo de Dirección, visitaba los municipios y cuando me tocaban las guardias, ahí estaba conmigo”, dice con nostalgia de aquellos años de los cuales atesora muchos recuerdos.

A esta inmensa mujer le crecieron las motivaciones ya casi a sus 38 años, de la mano de su otro gran tesoro: Heyler Víctor. Me confiesa que nunca desechó la idea, pero la aplazaba por las tantas responsabilidades. El reloj biológico le anunció la hora de tomar una decisión y se “aventuró” a empezar de nuevo.

texto Misle otra más página 8“Mi pequeño nació de 39 semanas y trabajé como jefa del PAMI hasta la semana 38. Cuando cumplió los 11 meses me pidieron que asumiera la Maternidad del hospital Ernesto Guevara. Gracias al apoyo de la familia y el desempeño de todo un equipo logramos, por primera vez en la historia del servicio, mantener en cero la mortalidad materna dos años consecutivos.

“Amo mi profesión, es parte esencial de mi vida. Les transmito a mis colegas, sobre todo a los más jóvenes, el respeto a la labor, el deseo de ayudar a todos sin establecer diferencias. No lo he hecho perfecto, ninguna obra lo es, pero sí he puesto mi corazón, y más”.

Asegura que en el camino siempre hay espinas; sin embargo, prefiere quedarse con las rosas, que de manera simbólica recibe a través de la gratitud de los pacientes. A sus dos retoños dedica cada uno de los éxitos, esos que encierran esfuerzos, desvelos… y el tiempo que, dice, muchas veces les “robó”.

Este segundo domingo de mayo, ella tampoco estará en casa. Quizás la sorprenda el alba en un quirófano, porque ahora presta colaboración en Jamaica. Y seguramente no será la última de sus ausencias, bien lo sabe. Pero, ellos, sus hijos, la abrazarán desde la distancia, con el orgullo de tener una madre que no se cansa de “dar a luz”.