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ALFABETIZADORAS JUNTAS

Las Tunas.- A Nidian y Mirta Figueredo Pérez las une no solo la sangre y el largo trayecto de una hermandad que nació en la cuna; entre ellas dos perduran también la complicidad que les dejó el haber formado parte del ejército de alfabetizadores en la Cuba de 1961 y el honor de ser pedagogas hasta el último aliento. Con orgullo y satisfacción cuentan hoy de su participación en esa mayúscula obra cultural, que posibilitó enseñar a leer y escribir a más de 707 mil cubanos.

"Cuando inició la Campaña solamente tenía 15 años. Al llamado de la Revolución mi hermana y yo dijimos: 'Presentes' y fuimos brigadistas Conrado Benítez. Estuve en La Habana, poco tiempo, en una preparación, y al llegar aquí ya nos esperaban con la designación de quiénes debían ser los compañeros que alfabetizaríamos", cuenta Nidian al volver a las memorias de esa etapa luminosa.

Mirta, por su parte, permaneció en Las Tunas y formó parte del colectivo que censó a quienes necesitaban de un maestro. “Al regreso de mi hermana comenzó la gran obra educacional", refiere.

RECONOCIMIENTOS 3De la remembranza de un acontecimiento que enalteció valores como la gratitud, la solidaridad, el amor y el internacionalismo, Nidian expresa: “En la zona de Ojo de Agua, que era donde yo vivía, pude alfabetizar a cinco personas, algunos jóvenes, otros ya más adultos. Con mucha dedicación e interés logré enseñarles a leer y escribir. ¡Ya podían estampar su firma!".

Dos años antes del desarrollo de esta colosal obra, ya El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha cabalgaba por toda la ínsula, aunque gran parte de los cubanos aún no pudiese conocer de sus andanzas para deshacer entuertos. Era la evidencia de cuánto le significaba a la Revolución triunfante lo que luego sería un principio y una guía contra la ignorancia: “Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!”.

"En el 63 empezó el llamado a los maestros populares. No dudé e inmediatamente me incorporé a un aula de primer grado en una escuelita llamada Ramón Mora. En ese mismo año me trasladé a la 'Abel Santamaría' y más tarde en Holguín me preparé también como educadora popular.

"La Campaña marcó para mí la vocación de ser maestra y si otra vez me llamaran a cumplir este deber, lo haría con mucha satisfacción y orgullo", sostiene Nidian, quien se desempeñó como asesora de Educación Primaria, inspectora escolar, directora en la zona de Melanio Ortiz…, responsabilidades que conjugó con su accionar como delegada y presidenta de consejo popular durante mucho tiempo.

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Por similares senderos transitó Mirta, quien tras la Campaña se tituló como licenciada en Educación Primaria, un magisterio que hoy desarrolla desde la comunidad y que la mantiene en permanente formación de las nuevas generaciones. "Cualquier vecino que necesite un diccionario, un periódico, una aclaración o un dato, me complace ayudarle", explica. Luego, con una afirmación llena de simbolismo nos dice: "La Campaña de Alfabetización fue un momento grande en la historia de nuestras vidas y en el inicio de nuestra trayectoria laboral. Ha sido una vida grata".