bidenWashington.- Pocos ecos, más bien ninguno, generó la Cumbre para la Democracia organizada por la administración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebrada en la semana que culmina hoy.

Mientras el gabinete del país intentaba exportar a los asistentes a la cita su propio modelo de gobierno, los titulares daban cuenta del aumento de la violencia armada, cuyo más reciente episodio cobró la vida de tres niños de 9 años de edad en su propia escuela en Tennessee.

Asimismo, como preámbulo del encuentro, legisladores progresistas del país enviaron una carta al mandatario donde expresaban la necesidad de crear instituciones que velen internamente por el respeto de los derechos humanos.

Los congresistas sumaron a una coalición de 85 grupos, encabezada por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), que aboga por el mismo objetivo.

Según planteó Jamil Dakwar, director de Derechos Humanos de esa organización, aunque Estados Unidos alega apoyar la defensa de la democracia en el extranjero, a menudo no practica en casa lo que predica en el exterior, y descuida la conversión de sus propios dictados internacionales en políticas internas.

Asimismo, ni las portadas del diario The New York Times ni el The Washington Post, dos de los principales medios de comunicación del país, tuvieron el pasado 29 de marzo como tema del día la inauguración de la reunión, precedida por una que fue criticada y considerada un fracaso.

Ya para rematar, en su conclusión, el Gobierno de Brasil se negó a firmar la declaración final de la Cumbre, por estar en desacuerdo con la postura adoptada contra Rusia.

Según divulgaron medios noticiosos del gigante suramericano, el presidente Lula afirmó en una carta que "la bandera de la defensa de la democracia no puede ser utilizada para levantar muros ni crear divisiones.

"Defender la democracia es luchar por la paz. El diálogo político es el mejor camino para la construcción de consensos", remarcó.

También el mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, denunció las contradicciones que acompañan a algunos países que dicen defender la democracia.

"¿Cómo podemos hablar de democracias si la dominan las élites?, ¿cómo podemos hablar de democracia sin una verdadera separación entre los poderes políticos y económicos?, ¿cómo podemos hablar de democracia si en los últimos tiempos hemos visto como la riqueza se acumula en menos manos?", cuestionó.

Según expresó el articulista estadounidense Daniel Larison, la nación estaría mejor servida si sus líderes dedicaran la atención a apuntalar y reparar su propio sistema político en ruinas.

"Nuestros líderes predican la democracia al resto del mundo mientras la descuidan o la debilitan en casa. Lo mejor que podrían hacer para reforzar esa causa en el mundo es mejorar nuestra propia práctica aquí", señaló.

La primera Cumbre por la Democracia fue un ejercicio en gran medida inútil en el primer año de Biden en el cargo, y plantea la pregunta de por qué la administración pensó que valía la pena realizar una segunda, afirmó.

Estimó que el evento sería más bien un espectáculo para poner al mundo contra Rusia y China.

Pero, consideró, en lugar de dividir a la humanidad en campos opuestos, Washington debería estar abierto a cultivar mejores relaciones con tantos Estados como sea posible, independientemente de su tipo de gobierno.

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