"Jesús Menéndez", Las Tunas.- Muchos podrían pensar que la vida en el campo no tiene sus encantos, pero la realidad dice otra cosa. Yanelis Hernández Sousa y su familia residen en el municipio de Jesús Menéndez, en la finca El Esfuerzo, nombre que va muy acorde con el lugar donde ella decidió plantar la semilla que, poco a poco, ha ido germinando.

"Es verdad que trabajamos mucho todos los días, cuidando y alimentando los animales, pero vemos los frutos de nuestro sacrificio en los huevos, la manteca, la carne, la leche, el queso, además de viandas, frutas y verduras", explicó Yanelis.

El trabajo de la finca está a cargo de la propia familia, sus dos hijos y su esposo, quienes siempre están en disposición de hacer lo que sea en cualquier momento. También tiene la ayuda de su padre, Alberto Hernández, que se encarga de mantener las tierras limpias y todo bien organizado, una asistencia necesaria para que se logren los éxitos esperados.

Para esta guerrera, vivir en el campo resulta una bendición, y aunque es duro y complicado el quehacer, ella sabe que las condiciones de su vida son realmente buenas. A su cargo hay diferentes especies de aves, cerdos, chivos y carneros…, lo que haga falta.

Pero si algo caracteriza a Yanelis es su don en la elaboración de productos derivados de la leche de cabra. El que ha probado el yogur que hace con esmero, sabe de la delicia de un manjar. “Cuando cumplimos con las entregas de la leche, siempre destinamos el líquido que nos queda para queso, yogur, requesón, mantequilla, bolitas de queso y muchos otros alimentos que se pueden elaborar. No puedo estar paralizada, tengo siempre ganas de dar más, de dar todo lo que se pueda; es mi alegría, lo hago con el corazón”.

Y eso precisamente es comprobado por quienes visitan esta finca para conocer de sus experiencias. “Hasta aquí han llegado personas de Cuba entera y también del extranjero, profesionales, científicos y hasta dirigentes de nuestro país que se interesan por saber cómo hacemos en la familia para tener buenos resultados.

"Es muy consagrado trabajar día a día la tierra con animales, pero vale la pena. Ahora, contamos con la energía eólica, el molino nos viene de gran ayuda, porque no falta el agua, de ahí mismo, damos de beber a los animales y aunque hay sus problemas, no existe nada mejor que trabajar y vivir en el campo, esa es la fuente de riqueza".

El cambio ha sido visible y se materializa en la maravilla de la cotidianidad. “Mejoramos muchísimo, antes era con leña y carbón y hoy damos gracias al biodigestor, que es energía limpia y calidad de vida. A pesar de todos los sacrificios, no dejaremos la vida aquí”, aseguró.

"Me siento muy realizada, mi gente y yo no cambiaríamos por nada en el mundo lo que vivimos en este lugar. No me veo en la ciudad, no me acostumbraría a ese ambiente. Esto es lo mejor que nos ha pasado.

“Le debemos mucho a la capacitación que recibimos. Desde profesores universitarios, hasta especialistas de la Agricultura y particularmente, de ganado menor. Aprender nuevas técnicas me permite aumentar mis conocimientos, producir más, lograr independencia como campesina. Es muy beneficioso ser dueñas de nuestro dinero, ganado por nuestras propias manos; lo que necesito, me lo compro.

"El Proyecto de Innovación Agropecuaria y Local (PIAL) mucho ha contribuido en nuestra preparación y en la motivación para crecernos en las producciones”.

Desde su hogar, Yanelis y su familia producen para el país. Mujer campesina que conquista con trabajo y arrojo personal lo que se propone sin miedos, ni prejuicios.

Sabe que sus faenas son decisivas en estos momentos y ella, con actitud y derecho, se siente dueña de sus parcelas y animales, máxima realización personal que defenderá siempre con orgullo y resultados.