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Las Tunas.- “El papá perfecto no regaña ni grita, solo muy, muy pocas veces. No manda a bañarse temprano y deja que los niños vean las películas de los sábados, porque tienen acción y son divertidas, como Godzilla vs. Kong. Los fines de semana desde temprano juega a la pelota con sus hijos, a las cartas (se sabe cómo 100 juegos), compite a ver quién hace más planchas y a los escondidos no hay quien lo encuentre.

“No le molesta si ando descalzo o no me como la carne. Me promete que la próxima vez que llueva, sin truenos, se bañará en el aguacero con su niño y seguro lo cumple. Ah, nunca da golpes, cuando sea grande yo seré así…”, asegura Deivid, pionero de segundo grado.

padre2“Debe encontrar la combinación ideal entre ser severo y cariñoso, pero poner límites razonables para enseñar a su hijo lo que está bien o mal hecho. Sí es necesario imponer algún que otro castigo, porque cuando los niños crecen sin riendas suelen ser adultos poco responsables. Dar mucho afecto, a todas horas, me parece que esa es la mejor garantía de formar un ser humano con buena salud mental. El cariño nunca está de más…”, me dice Rosy, con 32 semanas de gestación y 20 años de edad.

“Para hacer las cosas bien hay que definir prioridades y los hijos siempre tienen que estar en primer lugar. Aunque ocurra un divorcio, esa responsabilidad no puede menguar nunca. Lo más importante es ser un padre presente, que nadie más le enseñe a tu hijo a montar bicicleta, a empinar papalotes, a nadar o chiflar. Se trata de un compromiso de por vida”, confiesa Lazarito, de 34 años y padrastro de una niña de 3.

“Ser un padre perfecto es muy difícil. Me atrevo a decir que no se logra todos los días o en cada circunstancia. En ocasiones hay que darles lecciones a los hijos que provocan que se pasen horas molestos cuando son pequeños y días o semanas sin hablarte cuando son adultos, pero igual hay que darles lecciones.padre3

“En los primeros años, el afecto y el respeto son imprescindibles, no pueden ir separados, y es sencillo. Ya cuando tienes hijos adolescentes y jóvenes, educar es más complicado. Te toca aconsejarlos, pero también propiciar la confianza de que tomen sus propias decisiones. Y cómo te alegran la vida sus triunfos o te remuerden sus equivocaciones, porque al final ellos son como tú les mostraste que fueran; era tu responsabilidad y la será siempre”, aclara Rolando de 67 años, padre de dos hijos y recientemente abuelo por primera vez.

Las nociones de un papá ideal deberían aunar los criterios de Rosy, Lazarito, Rolando y hasta las evocaciones del pequeño Deivid, pero, sin dudas, estarán supeditadas a los lentes con los que se mire.

La paternidad, me temo, es demasiado complicada como para rayar en la perfección. Para los padres imperfectos que se esfuerzan cada día por ser mejores, que se desvelan en la noche porque no están seguros de cuál es la decisión más acertada que pueden tomar por sus párvulos, para los que regañan y los que no, para esos que sienten el peso real de la misión que cargan en sus espaldas, para todos, 26 extiende un abrazo este domingo.