Las Tunas.- El arte corporal en Las Tunas no es nuevo. A diario vemos personas que, impulsadas por las más diversas razones, decidieron poner tinta en su anatomía y es usual encontrar estudios de realizar tatuajes en distintos puntos de la geografía urbana. Dichos emplazamientos, similares entre sí, aseguran a los interesados el volver a casa satisfechos. La riqueza cromática y variedad de formas presentadas en los catálogos son prueba de un sinfín de opciones para todos los gustos.
DE MOTIVACIONES
Para Orietta Domínguez, periodista especializada en el tema, “quienes se los hacen, en su mayoría, lo consideran una tendencia de moda. Algunos los diseñan para contar una parte de su historia; otros, se tatúan para exorcizarse del dolor. También están los que persiguen disimular imperfecciones corporales, por ejemplo, muchas mujeres, buscan tapar cicatrices de cirugías”.
A decir de Javier Cusidó Albuerne, quien atiende el lobby de un establecimiento dedicado a esta práctica, y que recientemente comenzó a tatuar, la interacción constante con los usuarios le permite conocer sobre las motivaciones de cada cual. “La gente no solo lo hace porque está de moda. Tuvimos el caso de un cliente que falleció, nos contactó la familia y su padre vino por el mismo tatuaje”.
Zoila García, graduada de la escuela profesional de arte El Cucalambé, expresa que a la hora de concebirlos la anima el deseo de profundizar en su universo creador. “El hecho de trabajar sobre algo vivo les aporta singularidad a mis obras”. Gestiona un estudio en Puerto Padre donde todos los diseños son originales suyos. Ser una artista profesional le otorga la posibilidad de registrar su faena como independiente.
En cambio, el licenciado en Enfermería Isnel Ortiz llegó a este mundo de tatuador por razones económicas. Los años de la carrera le permiten valorar la importancia de mantener la higiene en cada paso, un punto muy relacionado con la Licencia Sanitaria y que resalta cuando se conoce que, al no ser él (y otros tantos colegas) artista de la plástica, está en una posición desfavorable.
DE REGULACIONES
La Asociación Cubana de Artistas del Tatuaje y Perforación (ACATP), aún sin personalidad jurídica, defiende el hecho de que se establezcan en el país regulaciones que determinen las funciones, atribuciones, deberes y derechos de quienes tienen esta ocupación.
A los esfuerzos para que esa instancia tenga su aprobación institucional mucho ha contribuido el estudio tunero Manolito Tattoo. Aún nada se concreta, pero si algo ha dejado en evidencia esa lucha es que resulta monumentalel grado de indefensión de estas figuras.
Según refiere Yelennys Peña Torres, funcionaria del Ministerio de Trabajo en Las Tunas, no existe un marco legal que permita registrar formalmente dicha actividad económica. Es así que, quienes la realizan hoy, permanecen en una zona gris que obstaculiza la posibilidad de ejercer este oficio bajo el amparo de las normativas laborales cubanas.
De hecho, nada regula las condiciones higiénico-sanitarias de los sitios en los que se desarrollan sus prácticas. La posibilidad de que ocurran infecciones cruzadas, por medio de los instrumentos que se emplean para efectuar los tatuajes o las perforaciones, es alta si los mismos no se encuentran asépticos.
Desde la sede de Manolito Tattoo, el miembro de la Uneac Mohamed Roselló confirma la moderna tecnología y el empeño que ponen allí para lograr una higiene total y que el cliente se sienta seguro. Mientras describe sus rutinas al respecto, "que son básicas para la correcta cicatrización, y más en tiempos de covid-19", se ratifica lo medular del asunto.
¿EXISTE UNA COMUNIDAD?
Según el abogado, promotor cultural y periodista santiaguero Vitelio Manuel Ruiz Miyares, líder de la ACATP, el año pasado en Cuba sumaban unos dos mil tatuadores profesionales y rebasaban el millón las personas tatuadas. En el mundo, estiman que cerca del 38 por ciento de la población total lleva algún tipo de marca de este tipo y la mayoría exhibe más de una. Esas cifras hablan de cientos de habitantes conectados por una decisión.
Actualmente, Las Tunas es testigo del empoderamiento de una generación de hacedores que pulsan por ser una comunidad. A intentos anteriores por mostrar que el acto de tatuar puede presumir valores en la categoría de arte y enmarcar mucho más que el propio hecho de pintar la piel, se suma el proyecto Galería Cubil, una armónica fusión de los conceptos de galería, espacio de trabajo y de socialización.
El artista José Ignacio Díaz Hidalgo integra la iniciativa y refiere que “uno de los objetivos que perseguimos es educar a la gente para que encuentren en este universo creativo una significación artística más allá de lo reproductivo”.
El local, situado en la calle Lico Cruz, en esta ciudad, pionero en eso de tatuar y servir café, se ha vuelto un punto de encuentro para quienes, desde hace mucho, esperaban un lugar así. En el pintoresco espacio se organizan peñas culturales, exposiciones, ventas de libros y mucho más. Ricardo Salgado, su organizador, subraya que contemplan entre sus propósitos entablar vínculos con otras entidades para ampliar su programa.
Rebeca del Casillo Rosselló, comunicadora de la Asociación Hermanos Saíz en Las Tunas, explicó a 26 sobre el Salón Regional de Arte Contemporáneo Guernica, que destina el espacio Balcón Tattoo a este segmento, aunque no tienen a los ejecutores asociados a sus filiales.
La exposición es muy esperada, sobre todo, por los jóvenes. Quizás, una de las falencias del evento es que, en gran medida, no cuenta siempre con la presencia de los más experimentados en el ramo, pero, aun así, resulta esperanzador.
El maquillaje semipermanente es otra tendencia muy demandada, aunque suele relacionársele con el tatuaje. María de los Ángeles Reyes Palomares, licenciada en Medicina y especializada en Micropigmentación, explica que existen múltiples diferencias, las cuales están dadas, por ejemplo, en la profundidad de la piel a la que se trabaja y el tipo de pigmento empleado. Los maquillistas aplican, en su mayoría, productos de composición vegana.
“Admiro el tatuaje como creación artística y no el simple hecho de copiar, valoro más los diseños personales; en esto a los tatuadores de nuestra provincia les falta muchísima información”, comenta Domínguez. Y sus palabras “graban” una ruta si de comunidad se quiere hablar.
DE LA ESTIGMATIZACIÓN
Dayana González Rodríguez, estudiante universitaria, confiesa que cuando las personas comienzan a notar que tiene demasiados tatuajes, algunas la observan extrañados. “Este es mi modo de expresarme”, afirma.
Para quienes laboran en determinados sectores, llevar marcas en el cuerpo, se torna complicado, Orietta lo sabe bien, solía ser locutora de televisión y tuvo que ocultar durante ocho años sus “dibujos”. En Cuba, las prácticas discriminatorias son penadas por la Ley, pero en el universo que nos ocupa, están, de cierta manera, asumidas.
Sin dudas, el lugar donde termina siendo más difícil no ser aceptado es el hogar. Alejandro Álvarez acumula tatuajes hace ya unos cuantos años y recuerda con tristeza el rechazo de su familia que no entendía su decisión. Ahora es también tatuador y materializa, en otros, lo que tanto le agrada.
Queda mucho por cambiar, mas, afortunadamente, parece que avanzamos hacia un entorno en el que el cuerpo ajeno, en ningún caso, será motivo de cuestionamientos.
