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feria20

Las Tunas.- Pasadas ya varias semanas de la realización en Las Tunas de la segunda Feria de la Industria y el Comercio me atrevo a escribir estas líneas. Y, de antemano, aseguro que ni por asomo tienen la intención de contradecir la tan reiterada verdad de su éxito.

Tampoco intentan poner en duda que es el espacio más certero para el intercambio con el que cuenta el empresariado privado y estatal tunero; lo que confirman sus resultados y también los criterios de expertos en estos asuntos. Entre los triunfos mayores está el concretar, otra vez, aquello que defino como “el arte de los primeros pasos”, algo así como el “pero se mueve”, que tanto bien le hace al presente de estas tierras en materia de desarrollo económico, un eslabón cada día más determinante para la calidad de vida y la esperanza de quienes seguimos apostando por nuestro territorio y su esplendor.

No debemos, sin embargo, repetir fórmulas de una edición en otra, a ultranza; es esencial no olvidar que algo tan trascendente como crecer pasa por el prisma de estudiar a fondo lo que hicimos para que la próxima convocatoria sea verdaderamente mejor, sin esquemas.

Es de por sí lamentable que aquí no se cuente con el recinto ferial adecuado para actividades como estas o afines; ese es un mal que no parece tener solución a corto plazo por dilemas diversos, algunos conocidos y, casi todos, dependientes de instancias que llegan a trascender ahora las posibilidades concretas de la provincia.

Pero, si a eso sumamos un programa que no respetó sus horarios, una inauguración con escasa iluminación y cambios de último minuto, además del sol intensísimo del mediodía sobre las cabezas de quienes permanecían en las carpas de lona, usted supondrá que no se puede decir que todos fueran aciertos organizativos.

No bastan las buenas maneras y la premura en contestar una inquietud, la atención al aparente detalle se puede volver bumerán si lo pasamos por alto, y eso es tan importante como inexcusable para la suerte de cualquier cita.

Proyectos culturales de valía se presentaron a pleno sol, vimos actividades sin público alguno y fuimos testigos de quienes tuvieron que alzar mucho la voz en la presentación de sus productos porque el bafle del Mariachi se escuchaba alto y “este es el horario en que les toca”, argumento que parecía pesar más que la posibilidad concreta de un nuevo convenio.

Un evento en el que se firmaron jugosos contratos, lució el primer atisbo de esplendor la bisoña empresa exportadora-importadora de Las Tunas y contamos con la participación de empresarios locales y foráneos, mereció más lucidez, empezando, por ejemplo, por los estands de los municipios, asunto que, dicho sea de paso, requiere mayor asesoría.

Quejas llegaron a las plataformas digitales de 26 sobre el limitado acceso del público a los espacios (violando lo que estaba inicialmente previsto, sin dar una explicación) y hasta de quienes sintieron que todo quedaba muy por debajo de la edición anterior, al menos, en cuanto a la algarabía que también merece un encuentro así, único y trascendente.

Estas son apenas unas pocas claves, recogidas mientras conversamos con participantes y apasionados. Hechas con el llamado a profundizar, ahora, desde un análisis aterrizado y sensible, en función de la victoria de esta bolsa de comercio, con una visión multisectorial. Quizás algo así, con tiempo suficiente, sea parte de la buenaventura de la próxima Feria.