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caricatura corrupcion

Las Tunas.- Un importante ministro sale por la puerta de atrás de su carro y la noticia conmocionó al país. Se fue llevando sobre sus hombros términos particularmente severos como “corrupción”, “simulación” e “insensibilidad”. Una intendente municipal ha perdido mucho más que su cargo. Hace poco supimos de un chofer separado de su puesto por usar con fines de lucro personal el ómnibus bajo su cargo, el cual, dicho sea de paso, estaba destinado al traslado de uno de los equipos que toman parte en el único evento deportivo de primer nivel que la escasez de combustible ha permitido realizar: la Serie Nacional de Béisbol.

Contaba Frei Betto que en una ocasión, tras pasar unos días en un hotel en Varadero, al revisar su cuenta descubrió decenas de órdenes por tabaco, ron y otros gustos caros y extravagantes que quien lo conociera, incluso superficialmente, sabría que él no se permitiría. “No pagaré eso”, dijo al sorprendido carpetero.

¿Qué diferencia al ministro defenestrado o a un funcionario intermedio sujeto a proceso judicial, de aquel trabajador que vio en la estancia de una figura relevante en su hotel la oportunidad para “aprovechar” o del conductor del ómnibus de marras ganándose un dinero extra? ¿En qué se parecen? ¿Cuál es el camino que conduce a esos lugares oscuros? ¿Las carencias materiales justifican tales actitudes? ¿Cuándo estar en determinada posición, da igual si es un puesto decisorio o en la bisagra de un proceso de trámite, se convierte en una parcela de poder usada como fuente de lucro?

No sería preciso obtener todas las respuestas a cada una de las situaciones descritas, pero sí detener la mirada en los precedentes, en las implicaciones que tiene para el ideal revolucionario y socialista que defendemos como proyecto social.

Un hombre que no permitía que sus escoltas cargaran el agua para su casa, que nunca aceptó un auto nuevo para su trabajo, que prescindió de una asignación alimentaria extra cuando supo que era solo para los ministros, y que fue a echar sus huesos en las selvas de Bolivia en pos del ideal de la lucha guerrillera, dijo una vez: “También es contrarrevolucionario el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue los carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo, y que lo ostenta o no lo ostenta, pero lo tiene.

“Ese es un contrarrevolucionario, a ese sí hay que denunciarlo enseguida; y que utiliza sus influencias buenas o malas para su provecho personal o de sus amistades, ese es contrarrevolucionario y hay que perseguirlo y aniquilarlo. El oportunismo es un enemigo de la Revolución y florece en todos los lugares donde no hay control popular (...); todos aquellos que, hablando de Revolución, violan la moral revolucionaria, no solamente son traidores potenciales a la Revolución, sino que, además, son los peores detractores de la Revolución”.

Entonces, lo verdaderamente válido de estos sucesos sería revisitar las experiencias socialistas fenecidas, entre otras razones, porque dejaron crecer prácticas nocivas en el liderazgo, al punto de crear una casta que, llegado el momento, no le tembló la mano para echar abajo todo el sistema, porque pesó más proteger sus propios intereses. Conviene volvernos más sensibles a los problemas, debatir con seriedad estas y otras situaciones similares que eventualmente ocurrirán en el futuro; sin sensacionalismos y desde el respeto a la dignidad, incluso de los encartados. Escuchando antes que decir, convenciendo antes que imponer. Teniendo siempre presente que, usando un término de moda ahora, la corrupción es una amenaza existencial para el socialismo.